Fotografía publicada en 'Diana', revista femenina del Banco de Bilbao (1972).
Historias de Tripasais

Los txikiteros y el amor: el poteo en cuadrilla y la dificultad para ligar

Un estudio etnográfico hecho en Bermeo en los 70 relacionó el poteo en cuadrillas con la dificultad para ligar o entablar relaciones sentimentales

Lunes, 4 de diciembre 2023, 20:07

Era uno de los gags más repetidos en 'Vaya semanita'. Daba igual dónde, cuándo, cómo o con quién: los jóvenes vascos eran completamente incapaces de ... ligar y acabaríamos por extinguirnos. Parece que las nuevas generaciones están más espabiladas y ahora los grupos de chicos y chicas sí interactúan entre sí, pero la proverbial timidez (algunos dirían sequedad) de los vascos viene de antiguo y no sólo ha dado juego en televisión, sino que también a dado pie a consideraciones más sesudas.

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«Hola, qué tal. ¿Te apetece tomar algo?». Lo que en teoría parecía fácil (romper el hielo para entablar conversación) en la práctica, llegado el momento de la verdad y frente a la persona que te gustaba, era mucho más difícil de lo esperado. Y puede que ahí, en el «tomar algo» o en el beber demasiados algos, estuviera la clave del asunto. Así al menos lo vieron los miembros del grupo de estudio Etniker de Bizkaia, que englobado dentro de las investigaciones etnográficas que dirigía José Miguel de Barandiarán hizo estudios de campo y encuestas en distintos municipios vizcaínos durante los años 60 y 70. Dedicados a investigar costumbres, tradiciones y rituales de la sociedad vasca, con los resultados obtenidos publicaron diversas monografías como la que hoy viene a cuento, titulada 'Etnografía de Bermeo - ritos de pasaje' e incluida en el Anuario de Eusko-Folklore de 1977-1978.

En su apartado dedicado al noviazgo se cuenta por ejemplo que antiguamente los bailes y las romerías eran el principal medio para que hombres y mujeres entraran en contacto, o que la falta de entendimiento económico entre las familias de los novios provocaba a veces rupturas sentimentales. También se dice que aunque antes de la Guerra Civil fueron frecuentes las pandillas mixtas de chicos y chicas, después de la contienda (y tras la muerte de tantos hombres jóvenes) se empezaron a estilar las cuadrillas separadas: «las mujeres acudían a los bailes, pero los hombres preferían andar por las tabernas con sus amigos. Por estas fechas, las chicas solteras tenían muchísimas dificultades para buscar novio»

Con el paso de los años las causas de la soltería pasaron a ser otras, menos trágicas pero al parecer igual de insalvables. En el momento en el que se hizo el estudio (mediados de los 70), eran las modernas costumbres que se habían adoptado en Bermeo «como el chiquiteo en cuadrillas exclusivamente de hombres y una cierta retracción por parte de éstos a acercarse a las chicas» lo que motivaba el distanciamiento y reducía las «ocasiones para entrar en contacto y entablar amistad».

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Como dato curioso se incluye un esquema del parque de Bermeo, entonces el lugar favorito de reunión y paseo, con diferentes zonas marcadas según fueran frecuentadas por niños, matrimonios, jubilados, parejas dándose arrumacos clandestinos y —ojo, atención— cuadrillas masculinas de chiquiteo vs. solteras. Estos dos últimos grupos hacían recorridos contrarios durante los cuales se encontraban únicamente en un punto, lugar en el que imaginamos que evitarían hasta el contacto visual. Otro apartado del artículo, referido a la época y lugares de nacimiento de los amores, explica que el día de San Juan, justo antes del comienzo de la costera del bonito, era para los jóvenes pescadores una fecha señalada para atreverse a abordar a la chica de sus sueños «y así irse a la mar con esa nueva ilusión». Para ello era necesario armarse primero de valor y segundo, de vino. «Tanto San Juan, como San Pedro, la Magdalena, San Roque y las fiestas patronales, son días en los que se inician muchas relaciones.

La causa también hay que buscarla en el abundante alcohol que se consume y la euforia consecuente que relaja las inhibiciones sociales y facilita la toma de contacto con la chica así como su posterior relación. Esta utilización del alcohol como excitante para facilitar la toma de contacto con las chicas es una costumbre muy extendida. Así, antes de ir a bailar al parque, en los años sesenta, o, actualmente antes de entrar en una sala de fiestas, los jóvenes se toman unas rondas para estar bien entonados». Por si les parece a ustedes poco, el asunto termina con una sentencia contundente: «La declaración del chico a la chica también requiere una buena dosis de alcohol por parte del chico».

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Es decir, que el poteo y las moscorras eran tanto el origen del problema del ligoteo (los grupos exclusivamente masculinos no se encontraban con las mujeres en los bares) como su solución (varios tragos permitían sacudirse la vergüenza de hablar con Mirentxu o Begoñita). Normal que en Bermeo, tal y como detalla el estudio, tuvieran aún reparo en explicar de dónde vienen los niños y se dijera que se compraban directamente en Bilbao.

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