Ruta por la Bizkaia de los viñedos
Recorridos para descubrir los paisajes de las viñas, probar las distintas variedades de txakoli y comer en restaurantes y bodegas
No hace falta insistirle a Arkaitz Larrazabal para ir a hacer unas fotos de la bodega familiar, Gure Ahaleginak. Enseguida dice que sí, que adelante. Debe de ser que la suerte de tener ese paisaje montañoso de fondo le hace pensar a uno que lo mejor es compartirlo, aunque solo sea en imágenes; y como el viñedo está en su apogeo, con las cepas bien fotogénicas, el efecto no puede más que multiplicarse. ¿No entra acaso ganas de hacer una excursión por Orduña y acercarse hasta el número 1 del Barrio Ibarruza, que ahí es donde elaboran txakoli los Larrazábal-Durana, para medirse en el paisaje y conocer de primera mano el resultado de su trabajo? Se puede, se puede. Es altamente recomendable, de hecho, para entender eso que se dice tan a menudo de que hay vinos que reflejan a la perfección el lugar en el que nacen. Orduña en la copa en el caso de Gure Ahaleginak. Durango. Mundaka. Galdakao. Galdames. Bilbao mismo. ¿Cuál apetece?
Las rutas del txakoli de Bizkaia invitan a diseñar esos miniviajes –tampoco vamos a visitar cada rincón en una sola jornada, que habrá que detenerse a disfrutarlos– e ir comprendiendo la conexión total entre el entorno y sus vinos. Hay una decena de posibles incursiones en el terreno, todas disponibles en la web visitbiscay.eus. Aquí van algunas paradas de esa red, cuyo punto de partida muy bien podría ser Bilbao. Porque aunque ya no es lo que fue en cuanto a mesas de 'txakolie' o 'chacolines', siempre se puede subir a Artxanda a recordar ese pasado de merenderos al aire libre a la puerta de los baserris y a contemplar las vistas. Y se puede ir a comer al Txakoli Simón o, ya en la otra ladera, en Arraiz, acercarse a ver los nuevos viñedos cultivados por Bodega Munetaberri. Los descendientes del Caserío Muneta se han dedicado en los últimos años a recuperar la tradición para elaborar un txakoli 100% de Bilbao.
El paisaje en la copa
En Leioa se encuentra Mendibile Jauregia, la Sede del Consejo Regulador de la DO Bizkaiko Txakolina; situado en un palacio que data de finales del siglo XVII, allí hay un espacio expositivo donde se muestran los detalles de la elaboración, historia y cultura de este vino. La parada en Leioa puede ser el inicio de un recorrido por las riberas de la ría, que ya sabemos que son muy distintos pero que han compartido, entre otras cosas, el nexo de los viñedos. Sí, los había en Getxo y los había en la Margen Izquierda. Si en Portugalete –llamada la 'villa jarrillera' por las pequeñas jarras de barro utilizadas para servir el txakoli que allí se producía entre los siglos XV y XVIII– hasta existió una ordenanza en el XV que prohibía llevar vino de fuera hasta que no se acabase el txakoli local. Para tomarse una copa, ahí está el Puente Colgante Boutique Hotel (donde Zuriñe García se encarga de los restaurantes El Paladar y El Txakoli), desde cuya terraza es posible imaginar el trasiego de todo tipo de mercancías por la ría. En la otra orilla, el ambiente del Puerto Viejo no tiene desperdicio y por supuesto se sirve txakoli.
Naturaleza, historia y cultura local, eso es lo que hay en el corazón de Bizkaia, en Gorbeialdea. Lo ideal sería comenzar con una buena caminata, hay senderos de sobra para elegir (y no siempre hace falta subir a una cima); después de acercarse a alguno de los núcleos urbanos, como la villa medieval de Areatza, y luego probar el txakoli. Si se opta por visitar bodega, en Galdakao está la bodega Berez Galanta: sobre esa colina del barrio Arteta hay 12 hectáreas de viñedo que se pueden contemplar en experiencias enoturísticas bajo reserva y como mínimo para diez personas. Si se prefiere sentarse tranquilamente a la mesa, en Dima está el restaurante Garena, que no sólo fusiona la gastronomía innovadora con recetas tradicionales de hace 500 años, sino que además es productor de txakoli .
En Durangaldea, además de todo lo demás ya entramos en terreno mitológico, el de Mari. Tampoco hay que olvidarse del Santuario de Urkiola, ubicado en un lugar que ya antes de la llegada del Cristianismo era considerado sagrado por los habitantes de la época. Bosques y más bosques, montes alrededor y senderos que se pierden en el horizonte... son un buen preludio para dejarse después llevar por necesidades más mundanas, las de comer y beber. En Bodega Etxerriaga, en Amorebieta, tienen producto variado. Lo enseñan con un paseo entre frutales y viñas –como elaboran txakoli y sidra, allí hay más de mil manzanos y dos hectáreas de viñedo entre árboles autóctonos– y la visita termina con la cata de sus elaboraciones acompañada del aperitivo.
También txakoli tinto
Poner rumbo al mar significa conocer localidades marineras como Lekeitio y descubrir la influencia del Cantábrico en los viñedos de bodegas como la de Jon Bixente de Santiago, en Mendexa, Talai-Azpia. Su txakoli tiene un toque salino y aromas muy diferentes precisamente por dónde están los viñedos y por el efecto de la brisa del mar en las cepas. Un poco más al interior, en Markina-Xemein, está Txakoli Axpe, que también es productor de sidra. Y eso significa que se puede parar a repostar con un menú de sidrería .
Hay muchos hitos paisajísticos en la ruta costera que va de Getxo a Bakio, pero como esto va de txakoli, quedémonos con el último pueblo porque en él está el Museo del Txakoli-Txakolingunea. Y también porque de su larga tradición elaboradora dan fe los caseríos con emparrados y las bodegas con renombre. Puedes elegir entre el caserío Doniene Gorrondona, de las primeras en volver a hacer el tinto –cuando todos pensábamos que solo podía ser blanco– y la bodega de nueva construcción de Zabala. Ambas ofrecen distintas visitas y catas... como en el museo, por cierto, que también ofrece degustación de producto.
En la comarca de Enkarterri ya son palabras mayores: durante los siglos XVIII y XIX, se elaboraban allí casi millones y medio de litros de esta bebida al año. Mucha, mucha historia. Y allí están Torre Loizaga, en Galdames (con sus viñedos y su colección de Rolls-Royces), y Bodegas Virgen de Lorea, en Zalla, que presumen de una edificación más joven pero igualmente llamativa, una casa de indianos. El edificio destaca, por sus colores, en el verde del que es el viñedo de txakoli de mayor dimensión en Euskadi. Ofrece catas, degustaciones y visitas guiadas durante todo el año bajo cita previa. También podemos acercarnos hasta Bodegas de Galdames, que invita al visitante a disfrutar de degustaciones de txakoli con aperitivo y almuerzos dentro del caserío donde se encuentra la bodega. Una experiencia que puede completarse visitando el único molino harinero en activo de Enkarterri, situado muy cerquita, en la cuenca del río Barbadún.
En Urdaibai y en Uribe Kosta, sin duda, están dos de los grandes centros de elaboración, por si no fuera suficiente el atractivo de sus paisajes y de toda su Historia. Itsasmendi, en Gernika, es uno de los grandes referentes en la innovación en el sector. Gorka Izagirre, en Larrabetzu, lo mismo. En este caso, si se organiza la excursión con tiempo, se puede comer en el restaurante Eneko, ya que comparten rincón. Claro que en ambas comarcas hay opciones de sobra para adentrarse en el mundo del txakoli: Berroja, Talleri Berria, Magalarte Zamudio y Magalarte Lezama, Butroi, Uriarte, Eguzkialde...
Todas las bodegas visitables aparecen en la página web de Bizkaiko Txakonina bizkaikotxakolina.eus.