El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 5 de diciembre
La presidenta moldava, Maia Sandu, en una conferencia de prensa este lunes en Chisinau. EFE

Moldavia huye de Putin

Daniel Reboredo

Historiador y analista

Lunes, 29 de septiembre 2025, 19:29

Moldavia sigue resistiendo la presión rusa y se lanza a los brazos de Occidente. Moldavia apuesta por una UE que está tratando de superar una ... crisis fundacional en la que tiene que decidir si camina hacia una mayor soberanía, integración, democracia y seguridad o se mantiene fragmentada en Estados débiles y mitos arcádicos.

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La contundente victoria del partido que gobierna la pequeña república exsoviética, el proeuropeo Partido Acción y Solidaridad (50,2% de los votos), sobre los prorrusos del Bloque Electoral Patriótico (24,2%) y del Movimiento Alternativo Nacional (7,97%), así lo manifiesta. A ellos se suman Nuestro Partido (6,2%) y Democracia en Casa (5,72%) que han superado el umbral del 5% y tendrán representación parlamentaria.

Nadie esperaba un resultado tan concluyente para los ganadores, los de la presidenta María Sandu, y ello reafirma su apuesta en la disyuntiva geopolítica en la que se encuentra el país, ya que contarán con mayoría suficiente para gobernarlo (en torno a los 55 escaños en un total de 101). Pero es conveniente no echar las campanas al vuelo puesto que el bando prorruso de la oposición ha sido votado también por un gran número de moldavos. Si no hubiese sido por la diáspora (más de un millón en un total de 3,3), como ocurrió el pasado año, la victoria probablemente no se hubiera producido.

Ni los ansiados votos de Transnistria, territorio oficialmente moldavo que desde 1992 está bajo control de los separatistas prorrusos, ni los de la región autónoma de Gagauzia, ni los ciberataques, ni la desinformación, ni los disturbios, ni los fraudes en las papeletas, ni la compra de votos, ni la guerra híbrida que incluye todo esto, han inclinado la balanza hacia el bando ruso.

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El pequeño país europeo ha elegido la senda de la UE y de Occidente, y quien más se alegra es su vecina Ucrania a la que sólo le queda Europa y cuya frontera está sólo a 50 kilómetros de la capital moldava, Chisinau. Una Europa que sólo se tiene a sí misma, circunstancia de que la ya es hora de que se percate. Los incidentes con aeronaves y drones rusos sobre los cielos de Bulgaria, Estonia, Lituania, Polonia y Rumanía, y los «enigmáticos sucesos» acaecidos en aeropuertos civiles y militares de Dinamarca o Noruega, manifiestan que la Rusia de Putin camina como un «panzer» con el objetivo claro de reafirmar el expansionismo ruso. De ahí que el resultado de estos comicios fuera tan importante.

Pero siendo esto una evidencia, no está de más recordar que el germen de estos conflictos emana de la obsesión occidental por dominar y reorientar el entorno ruso tras la caída de la URSS y del auge de las revoluciones de colores fomentadas y patrocinadas por agentes exteriores y tan cuestionables como en estos momentos la postura rusa. Que el riesgo actual de una guerra en los países bálticos, Polonia u otros países fronterizos de Rusia es una realidad, es algo incuestionable. Como también lo es que un nuevo «yugo ruso global» es una fábula propagandística occidental. Ni puede, ni quiere, y mover las piezas geopolíticas conlleva un claro peligro para los europeos, no así para los estadounidenses.

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