Pedro Castillo se dirige a sus seguidores desde la sede del partido Perú Libre en Lima. Sebastian Castaneda/REUTERS

Perú: empiezan los problemas

Análisis ·

Pese al complicado recorrido de los últimos años, lo peor está por llegar en el país andino y la afirmación es válida cualquiera que sea el nuevo presidente

Jueves, 17 de junio 2021, 00:11

Tras varios días de escrutinio agónico, prácticamente terminó el recuento de la segunda vuelta de las presidenciales peruanas, con una estrecha diferencia de 45.000 ... votos a favor de Pedro Castillo. Sin embargo, el suspense no ha terminado, al quedar pendientes 200.000 papeletas reclamadas por Keiko Fujimori, si bien es difícil que varíe el resultado final. Así, Castillo emerge como el probable nuevo presidente, en una elección marcada por hondas grietas territoriales.

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Entre 2016 y 2021, a partir de la elección de Pedro Pablo Kuczynski, se sucedieron cuatro presidentes y dos Congresos distintos. Pese al complicado recorrido de estos años, lo peor está por llegar. Más allá de la especulación inicial, la afirmación es válida cualquiera sea el ganador. Y si bien los problemas políticos y socioeconómicos son iguales, no será lo mismo quién y cómo los gestione.

Perú se ha visto muy afectado por la pandemia. Los muertos por millón de habitantes son de los más elevados del planeta. Sus efectos son devastadores y la tensión en torno a la reconstrucción será extrema. De ahí la necesidad de articular amplios consensos, que faciliten implementar las reformas necesarias. Ante la polarización y crispación existentes parecería una tarea titánica, casi irrealizable. A esto se agrega la fragmentación del Parlamento, que complica la gobernabilidad.

De los dos, Castillo tiene menos probabilidades de armar una mayoría parlamentaria, en cualquier caso heterogénea. Su debilidad lo podría llevar a convocar una Asamblea Constituyente, de modo que articule una nueva mayoría política y social, siguiendo los pasos de Rafael Correa, que tras su victoria en 2006 disolvió el Congreso y redactó una nueva Constitución que le permitió gobernar durante 10 años.

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Pero Perú no es Ecuador. Será difícil, más allá de la mediocridad de los diputados electos y de su amateurismo político, que se hagan mansamente el harakiri. Controlan un arma letal contra el presidente, ya utilizada: la «vacancia presidencial» por «incapacidad moral permanente», que requiere dos tercios del Congreso. Y si bien no será sencillo, su amenaza contra la estabilidad del país será constante.

Algo similar ocurrirá con posibles alteraciones del orden público, incluyendo movilizaciones populares de uno u otro signo. No sería descartable que los sectores más conservadores rechacen en las calles, incluso con violencia, cualquier intento de cambio radical de las reglas de juego.

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Es un escenario, pero no el único. Los presidentes recientes aportaron una gran dosis de sorpresa, pese a las expectativas sobre su gestión. Pasó con Pedro Toledo, Alan García (su segundo mandato) y Ollanta Humala. ¿Será el caso de Castillo? Difícil pero no imposible. El momento en que asume no se presta para muchas florituras, aunque su falta de experiencia en la gestión y de equipos técnicos es un serio problema.

Hay una cuestión adicional, cuya resolución permitirá aclarar el futuro: ¿Quién tendrá las riendas del poder? ¿Castillo o Vladimir Cerrón, el propietario del partido con el que ha acudido a las elecciones el ya casi presidente electo? Cerrón es un político bastante dogmático, formado en Cuba y condenado por corrupción, que define a su partido, Perú Libre, como «marxista - leninista - mariateguista». En medio de todo este embrollo, todo hace pensar que en el futuro próximo peruano, gane quien gane, y como bien dicen los italianos, 'manca(rá) finezza'.

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