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Las 'raves' donde se fragua el rock salvaje
La sala de conciertos Trashville se convierte en la sauna perfecta de «sudor y cerveza» donde descubrir las propuestas más grotescas
Someterse al baño de aire caliente que desprende una sauna de forma continuada puede bajar la presencia de grasa en el cuerpo, reducir la celulitis, ... aliviar el dolor, la fatiga articular e incluso mejorar la salud cardiovascular. Esos numerosos aportes hacen que los expertos recomienden enfrentarse a esa cargante bruma de aire seco dos o tres veces por semana. No obstante, si usted pertenece al grupo de los que ha disfrutado en los últimos días por la zona Trashville del Azkena Rock Festival 2024 en Vitoria, será mejor que haga caso omiso de los consejos.
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Lo más seguro es que no necesite volver a pasar por el esforzado ejercicio de sobrevivir más de 100 grados, como los que se han experimentado desde el jueves hasta esta madrugada en las sudorosas carpas 'Trash a Go-go!' y 'Rat hole'. A menos que lo que busque sea adentrarse -esta vez sí- en un estado de relajación... Porque en esos habitáculos festivaleros se conocen todas las emociones, excepto la calma.
La frontera entre público y escenario que se materializa en los grandes tablados aquí desaparece
Este «tugurio», cuyas últimas sesiones están programadas pasadas las cuatro de la madrugada, tiene la programación «con el rock más salvaje en una sala de conciertos». Ese es el eslogan con el que la organización lo vende en su web, pero lo corroboran de forma continuada artistas y 'azkeneros'. Jueves. 20.15 horas. Primera tanda del rock&roll más salvaje. Los vitorianos Old Time Spooks toman los micrófonos. Joel, Charly, Paula y Rub dicen que practican 'spooky hillbilly punk'. Lo hacen con un whasboard -una especie de superficie de metal estriada del dispositivo de limpieza como instrumento de ritmo- un banjo y un washtub bas dificilísimo de afinar.
La artillería impresiona, pero más lo hace el vigor con la que actúan después Los Sírex y la monstruosidad que desprenden los asturianos Ukelele Joe y Sus Hula Shakers. Este grupo, del que sólo consta un único álbum titulado 'Mueven Sus Nalgas Ardedor del Mundo', sale a escena en calzoncillos y con máscaras de lucha libre mexicana para entregarse al garage, el surf o el punk con el sonido del ukelele típico hawaino. «Flipante», sentencia el valenciano Sergi Vergell, novel en el festival. «Este rollo de garito es una locura...», acaba por decir extasiado. La frontera entre público y escenario que tanto se materializa en los otros grandes tablados aquí desaparece. Ambiente íntimo, «con aroma a sudor y a cerveza». «Lo que más me gusta es que se da la sensación de estar en una 'rave'. Pero con actuaciones variadísimas, no tanta electrónica», apunta algo trasnochada Lara Gómez.
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Disfrazarse es un 'must'
No le falta razón, porque aunque en ese espacio se arrinconen las propuestas más inclasificables, éstas cambian por completo si se dan a las seis de la tarde, a las once de la noche, la una de la madrugada o a horas en las que es preferible no consultar el reloj. Los que acudieron a primera hora del sábado -durante el Azkena los días comienzan sobre las 17.00 horas- pudieron ver cómo se abría en canal sola con su guitarra la compositora belga Ghalia Volt, mientras los «hijos del rock», en la carpa aledaña, aseguraban el relevo generacional del festival al aprender a hacerse un collar con una púa.
El combo de R&B catalán 'The Kongsmen' se convirtieron a partir de las 22.00 horas en simios con chaquetas universitarias (casi casi es un 'must' disfrazarse si se toca en este escenario) y los foreros del Azkena lo dieron todo en su XX aniversario, programado en paralelo al esperadísimo (aunque no para ellos) concierto de Arde Bogotá.
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Lejos de ser gamberra, la propuesta de Les Greene enamoró al público por su vozarrón soul
Y... lo grotesco deja paso a veces también a la sorpresa, como se dio con Les Greene, que entregó su amor por el público y por el soul con un vozarrón tan potente como el que se necesita para lanzar un irrintzi. «I just wanna tell you I love you. Os amo», lanzó gratificado al final, mientras los músicos The Pickin' Boppers (que también tocaron en la Virgen Blanca ayer junto a él) le acompañaban.
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