Band Of Horses: imperfectos, excepto en lo emocional

Quitando esa pequeña isla que se transmitió con una fuerza y afinación excepcional, la atmósfera que durante unos 80 minutos creó el vocalista Ben Bridwell con los suyos tuvo mucho de imperfecta y otro tanto de absolutamente emotiva. Y eso que casi no se preocupó por lanzar ningún guiño a sus oyentes 'azkeneros', más allá de un continuo agradecimiento tras las pistas. Cabe destacar que la formación -que también recurrió a las teclas e incluso a la pandereta percutida con baquetas- acumula 122 conciertos prácticamente seguidos, y tras este, no pararán en exceso. Este jueves tocarán de nuevo en el festival Blue Ox Music de Wisconsin, y apenas pararán de girar hasta bien entrado septiembre. Si se atiende a este volumen de trabajo puede entenderse la cascada voz que presentó este sábado el líder del grupo, que fue incapaz en ciertos momentos de llegar a las notas altas de sus propias canciones. «Está muy cansado», le perdonaban algunos asistentes.

Con todo, Band of Horses buscó continuamente la forma de entregar su mejor sonido. Como muestra de ello, los cambios constantes de instrumento que realizaron. Ese rock suave que les caracteriza, de sonidos eteréos que sirven de confort emocional para días blandos empezó a gestarse hacia la quinta canción, 'No One's Gonna Love You', la perfecta para declararse. «Nadie te va a amar más que yo, nadie te amará más que yo», hacía sonreír el estribillo a los enamorados. Continuaron con 'Is There A Gost' (probablemente uno de los bombazos de la noche), 'The Great Salt Lake' o 'Wicked Gil', que hasta trajo un pequeño contratiempo en el sonido. Todo ocurrió mientras una lluvia fina empezaba a formar una pequeña cortina de agua frente a su puesta en escena, lo que les confirió ese último ingrediente necesario para hacer al resto flotar en su introspección con una banda sonora indie-rock de arrebatos pop.