elcorreo.com, aquella sección que tanteaba el futuro y que hoy es el presente de todo el periódico
Quienes ya acumulamos cierta edad solemos caer en el vicio de creer que veinticinco años no son nada. A bote pronto, pensamos en mediados de los noventa como si fuese anteayer, convencidos de que el tiempo transcurrido resulta irrelevante como plazo histórico. Hasta que nos detenemos en los detalles, por supuesto, y nos damos cuenta de que un cuarto de siglo da para un montón de cambios. En el plano personal, está claro que los bebés de entonces son hoy adultos, algunos se han convertido ya en padres, y que nosotros no contemplamos en el espejo el mismo reflejo de entonces. Y, en cuanto a la sociedad, es evidente que las maneras de vivir evolucionan mucho en veinticinco años, y especialmente –podríamos decir– en estos últimos veinticinco años, cuando la tecnología se ha infiltrado con descaro y sin vuelta atrás en todos los rincones de nuestra existencia: allá por 1996, cuando nació la web de EL CORREO, pocas personas tenían móvil o navegaban por internet, y muchas de las cosas que hacemos hoy con la indiferencia de la costumbre nos habrían parecido ciencia ficción o brujería.
Uno siente una mezcla de ternura y asombro al repasar aquellos primeros pasos de la web, cuando la redacción digital constaba de un único redactor que iba volcando contenidos a ese misterioso cibermundo, como quien envía mensajes a las estrellas. Apenas se podía consultar un puñado de noticias, con un diseño que hoy nos parece primitivo y encantadoramente ingenuo, y a los periodistas nos fascinaba aquella posibilidad futurista de complementar los textos con breves cortes de sonido. Al revisar páginas archivadas de aquella web recién nacida, se aprecia con especial intensidad cuánto ha cambiado todo en estos veinticinco años, ya que el universo de la información ha experimentado una revolución particularmente acelerada y profunda. La web, aquel extraño apéndice del periódico que tanteaba precavidamente otra dimensión, se ha convertido hoy en el eje y el motor informativo de EL CORREO. La barrera casi metafísica entre el diario de papel y el diario digital quedó abolida hace años.
«La web es una historia de éxito por varias razones –analiza el director del periódico, José Miguel Santamaría–. En primer lugar, porque EL CORREO ha conseguido trasladar al mundo digital el liderazgo que ha tenido históricamente en el papel y ha aumentado su audiencia y su capacidad de influencia. Además, ha sido pionero de la internet de pago en España, porque siempre hemos pensado que la información tiene un valor: fuimos los primeros en implantarla en España y nos han seguido todos los demás medios importantes, ¡hoy ya nadie piensa que la información pueda ser gratuita! Y, en tercer lugar, hemos cambiado la mentalidad de una redacción con más de un siglo de historia y la hemos transformado en una plantilla profundamente digital: quién iba a pensar, en los 90, que los periodistas de un medio escrito iban a pensar con tanta naturalidad en audios y vídeos, o que iban a incorporar de esta manera el concepto de la inmediatez. Y esto lo hemos hecho manteniendo nuestros valores de siempre: el rigor, la calidad y la responsabilidad».
Hoy, el día que celebramos el 25º cumpleaños de la edición digital, es un buen momento para repasar con un poco de detalle todo este recorrido, que ha tenido mucho de aprendizaje para quienes hacemos EL CORREO. La portadista Nerea Vieytez lleva veinte años trabajando en la web –es la más veterana del equipo actual– y recuerda como primer hito los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004. «Los servidores se colapsaron y fue una de las primeras grandes coberturas que hicimos. ¡Nunca lo olvidaré! Entramos a la redacción a las siete de la mañana y nos marchamos a medianoche», relata. Otro momento clave llegó en la madrugada del 8 de junio de 2008, cuando ETA hizo estallar una bomba en la rotativa del periódico, en Zamudio. A Iker Álava, jefe de sección de la web, se le ha quedado grabada con nitidez la llamada que le hizo a las cinco de la mañana el compañero Bruno Vergara, encargado del primer turno. «Había que informar del atentado, con un problema añadido: la edición impresa no iba a llegar a los quioscos a su hora por culpa de los daños en la planta. La web tomaba el protagonismo absoluto. En ese momento terrible, se convertía en la voz única del periódico. Fue un día de actualizaciones constantes y creo que cumplimos con el objetivo: la bomba no logró silenciar a EL CORREO. Estaba como altavoz la web, que para muchos había sido una desconocida hasta entonces», explica Iker.
La organización del periódico es hoy muy distinta a la de aquellos años: «La web ya no es un grupo ajeno a la redacción, la web es EL CORREO. Se ha interiorizado que lo primero es la web y después llegará el papel, donde profundizaremos más en los contenidos y ofreceremos otro análisis», resume el jefe de la sección. De alguna manera, la pandemia ha acabado de consolidar ese cambio de paradigma, al generar una necesidad acuciante de información actualizada que solo puede satisfacer el diario digital. El 25 de marzo del año pasado se superó por primera vez la frontera simbólica del millón de usuarios en un día. Durante el mes siguiente, abril, se batió el récord histórico de usuarios únicos mensuales, con más de 9,3 millones. Se trataba, además, de una web que los periodistas estaban confeccionando en circunstancias insólitas, desde el confinamiento en sus hogares, conectados a una sala virtual que les servía de punto de encuentro.
Aquello suponía rizar el rizo en el reto cotidiano que plantea la web, una máquina informativa que hay que alimentar sin descanso y también sin despistes. Internet ha acelerado los procesos del periodismo, con una exigencia de rapidez que pone a prueba a diario la mecánica del oficio. «El principal reto sigue siendo el de toda la vida: el rigor, unido a la calidad. Pero en el periodismo digital esto hay que lograrlo en tiempo récord. Debes ser el primero en dar la noticia. Así que se trata de conjugar inmediatez y calidad, todo ello mientras se capea con 'fake news' y comentarios, muchas veces sin fundamento, que hacen perder esfuerzos y tiempo para confirmar o desmentir su veracidad», apunta Nerea Pérez de Nanclares, jefa de sección de la web en la redacción de Vitoria. Esa presión alcanza un nivel máximo en el caso del portadista, la persona que da forma una y otra vez a la web, que la jerarquiza, que se esfuerza por ajustar al máximo esa selección de noticias a una actualidad siempre cambiante, siempre imprevisible. «Puede parecer una labor sencilla, pero es un verdadero rompecabezas: con los responsables de la redacción decidimos qué se destaca, qué irá de apoyo, mejoramos imágenes y titulares, establecemos tiempos de vigencia y vigilamos que ninguna noticia se quede por el camino, todo ello mientras estamos pendientes de otros medios locales y nacionales, de las redes sociales, de la radio... Levantarte dos minutos a por un café resulta estresante, porque no sabes en qué momento puede saltar la noticia, pero a la vez esa intensidad lo convierte en un trabajo apasionante», detalla la portadista Hizkuntze Zarandona.
Pero la web no solo es última hora. Su menú abarca desde las tentaciones gastronómicas de Jantour hasta la sesión continua de La Butaca, desde las últimas tendencias de Bizkaia DModa hasta las noticias de hace cien años de Tiempo de Historias, desde la crónica negra en primera persona de Luis Calabor hasta las claves del buen vivir de Luis Gómez, pasando por reportajes en profundidad sobre tecnología, montañismo o planes para el fin de semana. La puesta en marcha de On+ ha implicado una apuesta renovada por los contenidos atractivos y de calidad: «Al lector/suscriptor hay que cuidarlo, hay que sorprenderle cada día para que se sienta reconfortado con nuestra respuesta. En un mundo tan global, en el que cualquiera tiene acceso a cualquier web del planeta, tenemos que dar razones de peso para mantener viva la aventura. Y, además, no nos podemos acomodar y esperar a que los usuarios lleguen a nuestra web por la vía directa del www.elcorreo.com, tenemos que llevar nuestro producto al ciudadano a traves de newsletters, notificaciones, redes sociales...», amplía Iker Álava. El esfuerzo no solo tiene recompensa en los contadores de visitas, sino también en la calle: «Antes siempre tenías que explicarle a la gente que trabajabas para la web de EL CORREO –sonríe Nerea Vieytez–, pero hace años que ya no hace falta aclararlo».
De aquel redactor solitario que iba vertiendo contenidos, sin pausa pero sin prisa, hemos pasado a este frenesí electrizante de hoy, en el que todos somos la web. En medio quedan veinticinco años, ese cuarto de siglo que puede parecernos un suspiro pero que para EL CORREO ha representado muchísimo. Igual que ese reflejo que nos contempla cada mañana desde el espejo, el periódico es el mismo que en 1996 pero no es igual: «La materia prima no ha cambiado, es la información –destaca Alberto Tellitu, cuyo cargo es, precisamente, jefe de Información–. Es verdad que resulta todo más vertiginoso, más incluso que en la radio o la televisión donde hay que esperar a los informativos, porque se trata de ofrecer la última hora casi al minuto. Pero, más allá de tomar decisiones sin parar y estar siempre en vilo por la actualidad, trabajar en un periódico digital no tiene diferencias sustanciales con trabajar en un periódico de papel: es tan fácil o tan difícil como contar lo que pasa, disguste a quien disguste, sin saltarse la regla sagrada del periodismo de contrastar siempre lo que vas a contar».
De los ordenadores de letra verde a la 'app' para hacerse el periódico a medida
La redacción no ha sido la única parte del periódico que ha adaptado sus tiempos y sus maneras de trabajar a las necesidades de la web. Este proceso de aprendizaje y descubrimiento ha alcanzado tambien a departamentos como Publicidad y Márketing, y no hace falta decir qué habrían dicho los compañeros de hace cinco lustros (probablemente, algún juramento se habría escuchado) si les hubiésemos augurado que algún día organizarían eventos virtuales para suscriptores 'online'. Pero, seguramente, la mayor presión para actualizarse de manera constante ha correspondido al departamento técnico. Allá por 1996, cuando la web daba sus primeros pasos, el periódico acababa de someterse a la gran renovación informática de mediados de los 90: por primera vez, los periodistas podían contemplar el aspecto real de la página en la que estaban trabajando, en vez de utilizar uno de aquellos primitivos ordenadores de letras verdes en los que se iba rellenando de palabras un hueco predefinido pero invisible. Hoy, nuestros técnicos consiguen milagros cotidianos como el periódico del confinamiento, confeccionado desde las casas de los trabajadores, o la nueva 'app', que permite que el lector personalice su versión de EL CORREO para ajustarlo a sus preferencias.