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Un vendaval se llevó parte de la polémica cubierta del aeropuerto en 2014. FERNANDO GÓMEZ
20 aniversario del nuevo aeropuerto de Bilbao: el edificio de Calatrava

La 'galería del frío', humedades... El calvario del diseño de Calatrava

El aeropuerto de Loiu sufrió filtraciones y goteras durante 17 años y ha requerido de una ingente inversión de dinero público para paliar deficiencias

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Miércoles, 18 de noviembre 2020

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El mismo día en que se inauguró la nueva terminal, hubo que acordonar el pasillo subterráneo que lleva al parking porque comenzó a filtrarse agua desde el techo. Nadie pensó entonces que la pesadilla de las goteras en Loiu duraría la friolera de 17 años. Hizo falta invertir 4,3 millones de euros y dos años de obras para zanjar un problema que se achacó al diseño de Santiago Calatrava.

El arquitecto se defendió y atribuyó las humedades a una incorrecta ejecución de sus bocetos por parte de las constructoras. Lo cierto es que el flechazo inicial que las autoridades y usuarios del aeródromo sintieron por la bella y alegórica factura de 'La Paloma' se tornó en divorcio muy poco tiempo después. Nadie duda de que el edificio de cristal y acero es de una elegancia innegable, pero los problemas que ha dado y sus criticadas carencias han sido un quebradero de cabeza constante en estos 20 años.

La permeabilidad de la cubierta –a la que hubo que cambiar el 'intocable' diseño de Calatrava con faldones y remaches para poder sellarla– ha sido la principal queja, pero no la única. La otra gran deficiencia tuvo que ver con la zona de Llegadas. Conocida durante años como 'La Galería de la Pulmonía' porque los allegados de los pasajeros tenían que esperar su desembarco a la intemperie, el asunto llegó incluso al Congreso en 2009.

Las goteras fueron una constante durante 17 años. En 2017-18 se puso fin al calvario
Las goteras fueron una constante durante 17 años. En 2017-18 se puso fin al calvario PEDRO URRESTI

3 millones más para Santiago

La por entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, dijo sin ambages que Calatrava «no tenía mucho conocimiento de cuál es el clima de Bizkaia. A lo mejor en el Caribe hubiera sido una magnífica idea, pero en Bilbao hace frío y viento durante todo el año». El resultado fue que hubo que invertir 30 millones más en acristalar el conjunto y mejorar la accesibilidad (la asociación Fekoor había denunciado la existencia de barreras arquitectónicas). Lo más llamativo del caso es que el arquitecto percibió casi 3 millones por arreglar el desaguisado que supuso la ejecución de su proyecto inicial.

El entonces director de aeropuertos del grupo 1 de Aena, Juan José Álvarez, defendió esta polémica decisión: «No es algo ilógico. Es un edificio muy singular y el autor desarrolla la misma idea, sigue la misma filosofía, le da continuidad...». Álvarez aclaró que, de cara a una posible ampliación, no hay ningún impedimento para que los trabajos sean encargados a otro estudio de arquitectura ajeno a Calatrava. El valenciano, que pleiteó con Bilbao por la integridad y exclusividad de la pasarela Zubizuri, no tendría ningún derecho sobre un plan de expansión.

Un operario observa en 2014 un trozo de la cubierta que se desprendió.
Un operario observa en 2014 un trozo de la cubierta que se desprendió. LUIS CALABOR

Tras la inauguración de 2000 se detectaron muchísimos fallos más en una iniciativa que había absorbido casi 90 millones de euros. Se registró el derrumbe de un talud en el campo de vuelos y hubo que gastar 2,6 millones más en la canalización del arroyo Lauros, mal ejecutado en 1997. Ha habido mejoras en la señalización y también en el parking principal. La lista de parches es extensa e incluye el fracaso de la plataforma de deshielo, la incorrecta ejecución de los sistemas contraincendio o la inundación de los bajos de la nueva torre de control, donde no hay que olvidar el fiasco del radar de tierra (un millón de euros en un aparato que sigue sin funcionar). En estas dos décadas, 'La Paloma' ha estado en una constante renovación y reforma. Es difícil saber cuánto dinero se ha destinado. Sólo entre 2003 y 2013 se invirtieron 65 millones de euros en obras. Se calcula que dos terceras partes fueron dedicadas a tapar agujeros y carencias.

Otro dato a tener en cuenta es que el primer director de 'La Paloma' y encargado de pilotar el tránsito desde Sondika a la nueva terminal, Segismundo López Santacruz, acabó en la cárcel por delitos de corrupción. Los jueces consideraron probado que se lucró con las obras del nuevo aeropuerto, entre otras irregularidades.

Pero los problemas en el edificio diseñado por Calatrava aún persisten hoy en día. El año pasado hubo que realizar cambios en el área de Operaciones al detectarse varios casos de lipoatrofia muscular (disminución del tejido adiposo (grasa) situada bajo la piel) entre sus empleados, un síntoma que revela que el edificio está enfermo. De hecho, la ventilación ha sido una de las críticas de los empleados desde el inicio. «La terminal tiene unas vistas increíbles y unas cristaleras inmensas, pero ninguna se puede abrir. Los trabajadores estamos aquí dentro encerrados, sin tener la posibilidad de empujar una triste ventana para ventilar y respirar aire puro». Por ello ha habido que invertir medio millón de euros para mejorar la climatización. Suma y sigue.

Las humedades obligaban de manera recurrente a acordonar zonas de la terminal.
Las humedades obligaban de manera recurrente a acordonar zonas de la terminal. BORJA AGUDO

Las críticas se refieren sobre todo a la funcionalidad. 'La Paloma' cuenta con «estrechos pasillos para acceder a zonas de maquinaria, por no hablar de los riesgos existentes en algunas estancias que desembocan en las canalizaciones eléctricas». La plantilla considera que la obra de Calatrava es muy estética pero nada amable con los operarios, con oficinas sin ventanas y de escasa superficie. «Se ha sacrificado el confort en aras del diseño». El mantenimiento resulta, además, muy caro. Por ejemplo, durante la crisis económica de 2010, parte de las cristaleras se dejaron de limpiar con la frecuencia que se hacía porque son de tan difícil acceso que resulta carísimo asearlas. Para repasar algunos vidrios había que montar arneses y cuerdas.

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