El Gobierno vasco prepara un presupuesto de «récord» pero promete que no habrá derroche
Azpiazu asegura que además de priorizar el gasto social, el Ejecutivo quiere que sirva para «afianzar la reactivación»
En un contexto plagado de incertidumbres pero que el Gobierno vasco observa con cierto optimismo, el gabinete de Iñigo Urkullu ha aprobado hoy las directrices que servirán para elaborar el proyecto de Presupuestos para 2023 y que tendrán tres líneas muy claras: insistir en la prioridad del gasto social, realizar inversiones que contribuyan a modernizar Euskadi y todo ello con un cuidado extremo para no desatar el gasto público hasta niveles preocupantes. El consejero de Economía y Hacienda del Ejecutivo vasco, Pedro Azpiazu, ha señalado hoy en una comparecencia que el objetivo es que la política del gasto del próximo año contribuya a «afianzar la reactivación económica». Azpiazu ha adelantado que será un «presupuesto récord», lo que significa que superará los 13.616 millones de euros de gasto previstos para este año.
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Y es que el Gobierno no piensa en una recesión, pese a las numerosas voces que alertan ya de un retroceso de la economía más profundo que el que se podía esperar. En esa línea y «de momento», el Gobierno ha decidido mantener sus previsiones económicas que apuntan a un crecimiento del 4,5% en el PIB para este año y del 4,1% para 2023. Unas tasas de evolución de la economía que reflejan un dinamismo intenso pero que el propio Azpiazu ya ha colocado con incógnitas al anticipar que serán revisadas antes de la elaboración del proyecto de Presupuestos, el próximo mes de octubre. «La información coyuntural disponible para el segundo trimestre –ha señalado- no hace pensar que el ritmo de crecimiento se esté frenando de forma acusada, por lo que se anticipa que la tasa resultante será elevada. Así, la tasa media de paro para este año la sitúa el Gobierno en el 9,5% y para 2023 prevé una ligera mejoría, que la llevaría al 9,1%.
Ha anticipado también que no existen reglas de juego claras para el próximo año en torno a la disciplina presupuestaria –no se han pactado aún los límites de endeudamiento y déficit-, pero el consejero ya ha rechazado cualquier tentación de tirar la casa por la ventana. Incluso, ha alertado sobre el espejismo que puede apreciarse en este mismo momento, con incrementos desorbitados de la recaudación por impuestos. Un fenómeno que en buena parte está generado por la inflación –a precios más altos, mayor recaudación por IVA-, pero que suele anticipar una evolución en sentido contrario. «Los elementos que están alterando las cifras de ingreso público y que tienen motivos pasajeros no pueden suponer la base de cálculo para incrementar el gasto público. Sería una temeridad de gestión pública», ha advertido.
Incluso, ha ido más allá al anunciar que el Gobierno vasco no va a asumir grandes incrementos del gasto estructural. Esto es, de gastos que se aprueban para un año pero que ya generan obligaciones ineludibles en los siguientes ejercicios. Los incrementos de gastos fijos, ha venido a explicar, tienen que estar ligados al crecimiento de la economía y no tanto a la evolución puntual de la recaudación de impuestos. «En los momentos de crecimiento económico, el Gobierno debe esforzarse en mantener saneadas las cuentas públicas», ha indicado, rememorando las tesis que defendía con insistencia el exlehendakari Juan José Ibarretxe, cuando ostentaba la cartera de Hacienda en el gabinete de José Antonio Ardanza.
«El compromiso del Gobierno vasco es avanzar hacia una sociedad cada vez más justa, equitativa y solidaria. Lo cual descansa en el concepto del crecimiento que mira más allá del PIB y pasa por impulsar la igualdad de oportunidades y el empleo de calidad, y por asegurar la protección ante las adversidades», apuntó Azpiazu. Para remachar luego que las políticas sociales van a seguir siendo el principal eje de los compromisos de gastos del Ejecutivo. «Educación, salud, empleo y protección social, por lo tanto, seguirán siendo piezas clave», resumió el consejero de Economía.
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