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Vanesa y Ana han encontrado en la planta de Coca-Cola de Galdakao un empleo que colma sus expectativas y que esperan sea duradero. Pedro Urresti

La ilusión de cuatro trabajadores por seguir tras un contrato de verano

La necesidad de cubrir vacaciones o reforzar plantillas propicia que en la época estival afloren oportunidades de empleo

ERLANTZ GUDE

Domingo, 2 de septiembre 2018

En verano las plantillas quedan mermadas por el personal de vacaciones y el volumen de trabajo aumenta en ciertos ámbitos por el turismo. El empleo que aflora en Euskadi está ligado en menor medida a este sector, aunque, según Adecco, firma líder en recursos humanos, también se demandan camareros o camareros de piso. El tradicional peso de la industria favorece, no obstante, que en estas fechas se busquen técnicos de mantenimiento eléctrico, mecánicos industriales, verificadores, soldadores, caldereros, carretilleros, mozos de almacén o administrativos con idiomas. Lo más interesante son las posibilidades de que el contrato temporal se alargue, lo que en el caso de las personas colocadas por la consultoría de recursos humanos en el país sucede en torno a un 15% de las veces.

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La comunidad vasca experimentará un repunte sobre 2017 del 10% en los contratos firmados, alcanzando los 67.200. Euskadi se sitúa dos puntos por debajo de la media nacional; no así Bizkaia, que registra un 15% más. Álava, por su parte, arroja un 5% y Gipuzkoa, solo un 2%. El País Vasco se coloca en séptimo lugar tanto en valores absolutos como en incremento porcentual, tras Cataluña, Madrid, las otras tres regiones peninsulares bañadas por el mar Mediterráneo –Murcia, Andalucía y Valencia– y Castilla y León.

Cuatro jóvenes relatan en este artículo su experiencia. Dos mantienen la esperanza de ampliar su vínculo con la empresa, mientras que otra joven lo consiguió el pasado día 24. Entretanto, un enfermero que sigue empleado de manera eventual recuerda su primera incursión en la sanidad pública, aprovechando precisamente la elevada cifra de vacantes.

Tras numerosas dificultades, parece que el horizonte laboral de Laura por fin se despeja. IGNACIO PÉREZ

  1. Laura Cacho | 42 años

    «Ya no aspiro a trabajar de lo mío. Busco estabilidad»

Laura Cacho es la muestra del luchador que resiste y no tira la toalla. Inició una precoz y prometedora carrera como indefinida en el departamento de recursos humanos de una ingeniería hasta que aceptó una oferta en lo que parecía un irrechazable salto adelante. Sin embargo, la empresa reculó cuando la joven lo había fiado todo al nuevo contrato y se quedó en paro.

Corría 2005 y su vida pasó a ser una permanente remontada. Como madre de un niño, ya no aspira a alcanzar el estatus con el que coqueteaba la pasada década, «sino a lograr estabilidad, que me permita llevar dinero a casa y tener tiempo para mi hijo».

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Hizo una intentona con un segundo máster que la llevó de prácticas a Valencia. Pero, al terminar, se vio de nuevo fuera de juego y atrapada en la ruleta del trabajo temporal. Fue promotora, comercial... Hasta que en 2015 y tras ser madre, regresó a casa. En Bizkaia, ha alternado empleos a través de distintas ETT. Y hoy es recepcionista en un negocio vinculado al sector de automoción, donde también desempeña tareas administrativas y de cobro. Algunas tardes y los fines de semana saca un sobresueldo en un hotel. Los trabajos temporales «han potenciado mi capacidad de adaptación», y todo indica que los méritos acumulados este verano depararán que la hagan fija en los próximos días. Está tan orgullosa del coraje exhibido cuando la vida la puso a prueba que no le queda tiempo para añorar lo que pudo haber sido.

Alexander renunció a un trabajo administrativo por su vocación de enfermero. JESÚS ANDRADE

  1. Alexander Sáez | 37 años

    «Tras el grave accidente, decidí aprender euskera»

La trayectoria profesional de Alexander ha avanzado por una carretera sinuosa, como aquella en la que sufrió el accidente donde perdió el bazo y su tobillo quedó maltrecho al punto de generarle una discapacidad. Su vida no había sido fácil: «En el colegio era el mariquita de la clase, siempre con pocos amigos».

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Pero los etiquetados como 'perdedores' que rechazan su rol inician una callada rebelión para convertirse en quienes sienten que son. Alexander, que también ha superado un cáncer de colon, cursó un ciclo de administrativo y una diplomatura de Turismo. Sin embargo, y por influencia de su hermana, le seguía rondando la idea de ser enfermero.

Cuando descubrió que podía acceder a la universidad pública a través de formación privada, ni se lo pensó.

El siniestro acaeció camino al centro docente. Un conductor insensato se estrelló contra su vehículo. Postrado en una silla de ruedas, y sin permiso para seguir estudiando de forma no presencial, su vida quedó de nuevo sumida en las sombras. Solo que a esas alturas Alexander se había pertrechado de una firme determinación.

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Cambió de centro y pagó clases particulares de euskera. El verano de 2015 marca el inicio de una nueva e ilusionante etapa. Accedió a un primer trabajo en un centro de salud alavés, al que siguió un año en un barnetegi para aprender euskera. Aunque aún no es fijo, no deja de trabajar. Hoy colabora con una asociación que muestra a niños y adolescentes LGTBI víctimas de bullying que la bruma se disipa y en la adversidad se forjan personalidades genuinas.

  1. Vanesa Alba | 34 años

    «Mis padres me avalaron y su opinión fue esencial»

No es que algunos no consigan trabajo de lo suyo; simplemente se dan cuenta de que no les motiva, e intentan reinventarse. Es una alternativa más factible a menor edad. Tras no convencerla el grado medio de auxiliar de enfermería que cursó, Vanesa Alba hizo saber a sus padres que abandonaba ese camino. Replicaron que en tal caso debía trabajar, «que no iba a estar sin hacer nada».

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Como aficionada al deporte, entrar en una tienda de ropa especializada le pareció una gran idea. Sin embargo, y pese a convertirse en encargada, el salario le resultó exiguo cuando se emancipó.

Pasó por otra tienda y un bar, hasta que a través de un amigo supo de un puesto de carretillera en la planta de Coca-Cola en Galdakao, cerca de casa. «Había sacado el carné en la tienda de deportes», recuerda, lo que unido a las mejores condiciones la impulsó a desechar una oferta en comercio. El plácet de sus padres fue esencial: «Me avalaron en la compra del piso, así que su opinión era clave», apunta la joven.

Contratada en febrero por seis meses, el pasado viernes 24 la renovaron por otro semestre. Está tan contenta que, ahora que se imponen los turnos antiestrés para amabilizar los cambios de horario, siquiera lamenta trabajar a la vieja usanza en semanas de mañana, tarde y noche. ¿Ha encontrado su empleo ideal? «Puede ser, aunque prefiero ir partido a partido», dice esta entusiasta del deporte.

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  1. Ana Leidy Lorenzo | 37 años

    «Un contrato facilitaría que me establezca en Bizkaia»

Ana Leidy Lorenzo aterrizó desde la República Dominicana siendo adolescente. Burgos fue el lugar elegido por sus padres. Su formación académica se limitó a la ESO, y pronto incursionó en el mercado laboral, primero, a través de la hostelería y, posteriormente, en distintas tareas como operaria en plantas del grupo de automoción Antolín. Cuando una década después empezaron a llamarla con menor frecuencia, probó suerte en Bizkaia.

Empezó en un céntrico bar bilbaíno hasta que entró en la fábrica de Coca-Cola en Galdakao tras la pasada Semana Santa. Firmó por dos meses y espera que la renueven por idéntico periodo. Las condiciones laborales satisfacen sus expectativas, pero no descuida, por si acaso, los portales de empleo y las ETT. Un motivo para la esperanza: los planes de igualdad que traslada la compañía. «Aunque nosotras, como ellos, hacemos méritos con dedicación», anota.

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Reside en una vivienda compartida y la decisión que tome la empresa en unos días será trascendental: «Si consigo estabilidad, no me disgusta la idea de buscar un piso y establecerme en Bizkaia».

En su contexto

  • 15% es el porcentaje en que van a crecer los contratos estivales en Bizkaia respecto a 2017, según las previsiones de Adecco. La tasa sitúa al territorio por encima de la media nacional (12%) y la autonómica (10%).

  • Empleos industriales Sobresale la demanda de técnicos de mantenimiento eléctrico, mecánicos industriales, verificadores, soldadores, caldereros, carretilleros, mozos de almacén o administrativos con idiomas.

  • 67.200 Es la estimación de contratos estivales en Euskadi de la consultoría, lo que emplaza a la comunidad en séptimo lugar en volumen de trabajo generado. Por porcentaje, ocupa idéntico puesto.

  • 1,46 millones Empleos estacionales previstos en el país. Cataluña, Madrid y las otras tres regiones peninsulares bañadas por el Mediterráneo ocupan las primeras cinco plazas.

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