Una vez más, Rafa Nadal vuelve a estar en la final de Roland Garros. Lo que está consiguiendo el tenista de Manacor es algo sobrenatural ... y no le resta un ápice de mérito la retirada por lesión de Zverev.
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Hasta que se produjo el fatal acontecimiento, la semifinal fue muy diferente al fantástico partido de cuartos firmado ante Djokovic. En mi opinión, el partido de ayer estaba siendo de mucha menos calidad. Se produjeron un gran número de fallos tontos, errores en puntos importantes y solo el marcador mantenía la emoción.
Sin brillantez, luchando mucho y con destellos puntuales de calidad llegó el tie-break del primer set. Esa 'muerte súbita' fue una locura. Nadal hizo magia y levantó cuatro set balls en contra con 2/6 como un auténtico gladiador, alcanzando bolas increíbles y haciendo puntos brillantísimos, como el 'winner' paralelo de revés que le daba el set.
La segunda manga fue un festival de breaks y al igual que en la primera, tanto el español como el alemán fueron muy irregulares. Se les veía incómodos. Una pena que el partido finalizara con la lesión de Zverev.
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Una vez más, y van mil, Rafa nos ha sorprendido. Ya lo hizo en enero con su agónica remontada ante Medvedev en la final del Open de Australia. Esa victoria le dio mucha confianza. El campeón de Manacor comprobó que a pesar de su inactividad mantenía su tenis y, sobre todo, constató que su cuerpo de entonces 35 años (ayer celebró su 36 cumpleaños) aguantaba bien los cinco sets con calor y humedad. Por ello no sorprendió su gran rendimiento en Indian Wells donde Nadal se lesionó de nuevo, esta vez en una costilla.
El manacorí, que es muy de rutinas y de repetir lo que le va bien, solía jugar Montecarlo, Godó, Madrid y Roma como preparación para Roland Garros. Este año, tras recuperarse de la lesión en la costilla, solo pudo jugar en Madrid, con derrota ante Alcaraz, y en Roma, donde acabó cojo ante Shapovalov.
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Con este horrible panorama y la incógnita sobre su lesión crónica en el pie no llegaba en las mejores condiciones a París. Aún así Rafa ha hecho lo que debía. Se puso en manos del doctor Ruiz Cotorro que le conoce mejor que nadie y consiguió mitigar el dolor. Llegó con tiempo a París, entrenó muy duro y jugó partidos con tenistas de nivel. Ya en el torneo ganó fácil los primeros partidos y fue cogiendo de nuevo confianza poco a poco.
Sabe que tiene que acortar los puntos y para eso debe jugar mejor. Pues Rafa, como es sobrenatural, lo hace. Contra Djokovic no esperaba al fallo del serbio, sino que hizo muchos winners, dejadas, voleas… sobre todo en los puntos importantes. Esa victoria y sobre todo las buenas sensaciones le han dado otra vez mucha confianza.
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Y ya le tenemos en la final una vez más. Tiene muchas posibilidades de ganar su 14º Roland Garros y su 22º Grand Slam. No me quedan adjetivos para definir lo que es Rafa Nadal, no solo como tenista sino como deportista y como persona. Es un modelo a seguir pero imposible de igualar. Chapeau, one more time.
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