Rahm da positivo por Covid y se retira del Memorial cuando tenía el triunfo en la mano

Cuando recibió la noticia, junto a la entrada de la casa club del Muirfield Village de Dublin, en Ohio, el jugador de Barrika se derrumbó. Había protagonizado probablemente la mejor actuación de su carrera y el resultado del test le obliga a abandonar un torneo que tenía en el bolsillo y a aislarse hasta el día 15, lo que compromete seriamente su participación en el Abierto de Estados Unidos, el tercer 'Major' del año que arranca el 17. Un mazazo para el vizcaíno porque, tras lo visto ayer, era sin duda un firme candidato a ganar el Grande en San Diego.

A Rahm le comunicaron el 31 de mayo que un contacto estrecho suyo había dado positivo de covid. La PGA le dio la oportunidad de seguir compitiendo siempre que aceptara su protocolo de seguimiento, que incluye análisis diarios y acceso restringido a las instalaciones bajo techo. El test de ayer se lo hicieron en el intervalo de tiempo que transcurrió entre el final de la segunda jornada –tuvo que completar cinco hoyos pendientes como consecuencia de los retrasos por la lluvia del jueves– y el inicio de la tercera.

El resultado se conoció cuando el número tres del ránking mundial ya estaba en el campo. Se hizo por si acaso otro análisis de confirmación, y también dio positivo. Mientras los aficionados todavía aclamaban al vizcaíno para celebrar su recorrido histórico, un delegado del circuito americano se acercó a él y le dio la mala noticia, un momento captado por las cámaras. El de Barrika se vino abajo.

Y es que Rahm se había desatado en The Memorial. Estuvo pletórico y se situó líder en solitario con menos 18. Sólo los estadounidenses Collin Morikawa y Patrick Cantlay, a seis golpes, aguantaron el tirón en la casa de Jack Nicklaus. Todo ello en una tercera jornada apasionante en la que se vivió durante bastantes hoyos una gran batalla entre los tres aspirantes al triunfo.

El de Barrika estuvo sencillamente magistral. Con un poderío inigualable en las salidas, tiros a bandera siempre enfocados y un comportamiento en los greenes sólo al alcance de los elegidos. Metió putts de todos los colores y sin importarle las distancias al hoyo. Seguridad y máxima eficacia. Sus magníficas prestaciones en todas las facetas del juego se plasmaron en la mejor tarjeta de la jornada con 64 golpes, con nueve birdies, seis en la segunda parte del recorrido, y sólo un bogey. Una auténtica barbaridad. Con estos números, y como ya hiciera en 2020 para ganar el torneo y encaramarse a lo más alto del golf mundial, había colocado los cimientos para una nueva victoria ante un plantel de profesionales de primera categoría.

El vizcaíno y Cantlay coincidieron en el mismo partido y protagonizaron un encuentro sin cuartel de desafío y respuesta, idas y venidas, pérdidas y recuperaciones, que cayó finalmente del lado de Rahm. Morikawa, que realizaba el recorrido un hoyo por delante de ellos, se situó a su nivel casi sin hacer ruido pero con buen pulso y una envidiable sangre fría. Sin embargo, el rendimiento del de Barrika fue tan extraordinario que el americano acabó un tanto fundido y forzado a arriesgar, lo que penalizó su tarjeta.

Los tres se retroalimentaron y crecieron con el paso de las banderas hasta alejar al resto de contrincantes. Ofrecieron un golf de muchos quilates en este engañoso campo que parece que te lo enseña todo en las vistas panorámicas desde los tees pero que oculta trampas que pueden hacer mucho daño.

Cuando el líder llegó al hoyo 18, los aficionados se rindieron al de Barrika y le ofrecieron un recibimiento apoteósico. Rahm les saludó y se tocó el corazón para agradecer sus ánimos. Después estrechó la mano de sus dos compañeros de partido. Cuando abandonó el green, el represetante de la PGA le dio la noticia. Y todo se oscureció.