Rahm se hace espacio en el Memorial
Quinto, el de Barrika firma una vuelta sólida en una jornada letal para muchos favoritos, con sólo 25 jugadores por debajo del par del campo
Efectivamente, fue un campo distinto al recorrido la pasada semana en el Workday Charity Open. Palabras mayores este The Memorial. De entrada, el torneo regular de la PGAmás fuerte de la historia, con 42 jugadores del Top50 (causó baja de última hora el lesionado Snedeker), 47 de los 50 primeros de la FedEx Cup y 28 de los 30 finalistas del Circuito Americano hace un año. Eso merece un recorrido duro, selectivo, un enemigo visible, con los roughs liberados de la siega y los greenes acristalados, convirtiendo frenar la bola en una quimera. Como 'sexto Major', la naturaleza quiso aportar su dosis de drama y envolvió al turno de mañana en unas condiciones de viento bestiales. Cuando Jon Rahm se puso en marcha con Sergio García y Tony Finau, la mejor tarjeta en la casa club era de cuatro bajo el par de Muirfield Village. Muestra inequívoca de que el día no estaba para locuras. Cuando acabó, con -3, quinto, se dio por satisfecho, aunque por el camino se dejara algunos, pocos, enganchones.
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Porque mientras él se hacía espacio en el The Memorial otros gallos ya se lamían las heridas. Se dejó de hablar pronto de la barbaridad de DeChambeau al cubrir con su primer drive de la jornada 387 metros. Brutal. Pero el músculo y la velocidad de swing no le arreglaron la tarjeta. Uno sobre par y no fue de los damnificados. Se habían forrado de lo lindo ilustres y jugadores en forma como Fowler (+9), Dustin Johnson (+8), Schauffele (+6), Simpson y Morikawa (+4)... en cualquier recoveco de la clasificación aparecía un jugador Top magullado.
Si tuvo Rahm alguna virtud ayer fue la paciencia, no ceder a los impulsos al ver que sus compañeros de hornada comenzaron a tomar color antes que él. A lo suyo, jugando recto, haciendo bueno el consejo no escrito que dice que en los campos diseñados por Jack Nicklaus los segundos golpes son sagrados, imprescindibles.
335 y 302 metros en sus dos primeros drives. Con miedo, precisamente, no salió. Pinchó ante la tercera bandera por fallar un putt de tres metros. ¿De vuelta a las andadas? No. Había avanzado mucho en su confianza con el vueltón del pasado domingo (64 golpes) y el festival de birdies que compartió la víspera con Finau en un Challenge benéfico. Sigue siendo una esponja, pura absorción cuando le ve las costuras a un hoyo, a un green, hasta a un rough jugable, aunque de esos no quedan esta semana en Ohio.
Respiró tranquilo facturando los dos pares 5 del 'front nine' con putts de cuatro y tres metros. Fue el alivio de quien ha superado una infección, una dolencia, algo molesto que le impide moverse con naturalidad. Volvió a incidir en los pares 5 de los segundos nueve hoyos. Lección aprendida también en lo concerniente a dónde se puede y no fallar. Para hacer caja en este campo es innegociable facturar en estas banderas. En la del 11, además, sacó recompensa al riesgo asumido para llegar de dos a green. Bolazo para quedarse a cuatro metros del eagle.
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El único desliz hiriente se produjo en el 14. Inesperado porque su batería de fe estaba llena desde que dejó la salida del 12 a metro y medio de la diana. Tras un gran approach se quedó a un paso mal medido para par y lo falló. Corrigió la deriva y acabó con un -3 de muchos quilates. Sólo 25 jugadores fueron capaces de acabar bajo el par.
Un cuádruple bogey deja a Samu del Val fuera del corte en Austria
Llevaba la vuelta más o menos por donde barruntaba, seguro de ir un par de pasos por delante de la previsión del corte. Samu del Val cazaba las banderas del 15, 3 y 4 y sólo cedía la del 2. Junto al uno bajo par de la víspera su tarjeta mostraba un -3 que sin colmarle le permitía avanzar en el Euram Bank Open en el GCAdamstal austriaco. Hasta que llegó al 7, un par 5 que ha entrado en el top de sus hoyos malditos. Dos ganchos por la izquierda para fuera de límites. No daba crédito. Necesitó el vizcaíno afincado en Atlanta nueve golpes para liquidarlo y se anotó un hiriente cuádruple bogey que definitivamente le descabalgó de la cita del European Tour. La cara de la moneda la puso Scott Fernández con una tarjeta de 62 golpes, la mejor de su carrera profesional.
«Es golf. Llevaba un par de meses no cómodo con el swing, pero esta semana sí lo he estado. Llevaba la vuelta controlada, en ningún momento pensaba que iba a fallar el corte. Y de repente gancho a la izquierda con el driver, cojo la madera tres y otro gancho out. Estoy un poco decepcionado porque sentía que estaba jugando bien pero un hoyo así te mata. Lo siguiente que haré será jugar la primera semana de agosto el Open de Georgia, que fue el primer torneo profesional que gané», explica Del Val.
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