La Roma despide de forma fulminante a Mourinho

El paso del técnico portugués por la Roma ha tenido luces y sombras. En un primer momento parecía un destino ideal para Mourinho, un equipo de un nivel menor a los últimos entrenados por él, pero con una afición tan pasional como exigente. Como ya demostró en el Oporto o incluso en el Inter, Mou se siente cómodo en clubes de este perfil, donde puede ponerse la piel de cordero y librarse de la presión de los grandes equipos. La Roma venía en ese momento de dos años con Paulo Fonseca. El primero había sido positivo, quinta posición con setenta puntos, pero en el siguiente cayeron hasta la séptima plaza y Fonseca fue despedido.

El gran objetivo para el que ficharon a Mourinho era volver a la Champions. Sin embargo, durante estos dos años el equipo nunca encontró la regularidad en la Serie A, en parte porque el técnico de Setúbal lo fio todo a las competiciones europeas. En su primer año la apuesta salió bien, pues ganó la Conference League, el primer título europeo para el club desde la Copa de Ferias de 1961. Pero la campaña siguiente cayó en la final de la Europa League ante el Sevilla, y la posibilidad de jugar la Champions se desvaneció. Los números en liga en ambas temporadas fueron idénticos, sexta plaza con 63 puntos, solo uno por encima de los números por los que Fonseca había sido cesado.

Para este curso el panorama resultaba alentador. La Roma se movió bien en el mercado, y logró las cesiones de Lukaku y Renato Sanches, así como los fichajes de Paredes, Aouar y Ndicka, jugadores que debían dar un salto de calidad al club. Sin embargo, la Roma no ha demostrado en ningún momento ser un equipo mejor que la temporada pasada. Su trayectoria en liga ha sido titubeante, no lograron pasar como primeros en su grupo de Europa League, y la eliminación en Copa ante la Lazio ha sido la gota que ha colmado el vaso. Mou solo ha ganado uno de los seis derbis disputados y eso, en una ciudad tan pasional como Roma, es una dura losa.

Tal y como ha sucedido en sus últimas experiencias en el United y en el Tottenham, Mourinho ha dado la sensación de ser un técnico anquilosado, cuyo fútbol, basado en el orden defensivo y los balones largos a su delantero, resulta excesivamente primario para un técnico de su talla. La llegada de Lukaku ha acentuado esta tendencia y los pelotazos al belga y la imaginación de Dybala han sido prácticamente el único recurso ofensivo de la Roma durante esta campaña.

En su defensa siempre podrá decir que su presencia asegura títulos. Los ha conseguido en todas sus experiencias salvo en el Tottenham, donde fue despedido días antes de la final de la EFL Cup. Sin embargo, la sensación es que ya no es suficiente. La Roma suponía un paso atrás en las aspiraciones de Mourinho y la forma en la que ha dejado el club no resulta precisamente alentadora de cara a nuevas experiencias. Un nuevo paso atrás supondría una afrenta en el pronunciado ego del portugués, pero resulta complicado pensar en un gran club europeo que pueda requerir sus servicios. Su cese de la Roma es un aviso para Mou, debe reinventarse si quiere seguir dirigiendo en la élite.