Los azules reclamaron penalti en esta caída de Orozko en el área. LaLiga

El Amorebieta, impotente ante el VAR

Los azules encadenan varias jornadas con decisiones arbitrales en las que consideran que el trato no ha sido equilibrado

Fernando Romero

Amorebieta

Lunes, 1 de noviembre 2021, 14:26

Nadie dijo que esta temporada sería sencilla para el Amorebieta en su estreno en el fútbol profesional. Más bien todo lo contrario. «Un año para disfrutar pero también para sufrir», se ha dicho muchas veces desde el seno de la caseta azul. Lo que no esperaban los de Urritxe es tener que luchar también contra el estamento arbitral. El sentimiento es de impotencia, rabia, al estimar los zornotzarras que no se les está midiendo con el mismo rasero que a sus rivales.

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El último episodio de este desigual trato se vivió el sábado en El Alcoraz. Los azules acabaron desquiciados tras sufrir en su carnes un nuevo 'atropello'. El Amorebieta es la cenicienta de la categoría, y la sensación desde fuera es que se les arbitra demasiado fácil, pero casi siempre en su contra. Ante el Huesca, el colegiado Quintero González, con la colaboración de la sala de videoarbitraje, se erigió en protagonista.

Fue una imagen esperpéntica. El Huesca lograba adelantarse en el marcador al filo del cuarto de hora en una acción desafortunada entre Arregi y Luengo, que acabó mandando el balón al fondo de su propia portería. Los azules protestaron fuera de juego previo. El trencilla y el VAR se tomaron un largo tiempo para anular en primer instancia el tanto de los altoaragoneses. Sin embargo, acto seguido, y tras echarse de nuevo mano al audífono, Quintero González lo dio validez para sorpresa de los vizcaínos.

La retransmisión televisiva tampoco colaboró demasiado para aclarar la jugada. Las imagen con las líneas del VAR trazadas no se ofreció hasta iniciado el segundo periodo. Más de media hora después. Extraño, más aún cuando en el tanto que supuso el empate de los azules, también analizado desde la sala VOR, estuvieron mucho más ágiles y las pusieron en pantalla casi de forma inmediata.

Sin embargo, esa no fue la jugada que más enfadó al Amorebieta. Los azules reclamaron un penalti por derribo de Iñigo Orozko en el área, pero ni el colegiado ni el dichoso VAR entraron a valorar un lance en la que el ariete es agarrado claramente de la camiseta por la espalda. «El tema del VAR me está dejando alucinado. Será casualidad, sí, pero nos han pasado ya cosas muy raras con él», clamaba tras el encuentro un Iñigo Vélez de Mendizabal que acabó amonestado por sus protestas desde la banda.

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Precentes variados

El enfado del vitoriano es producto de la acumulación de demasiadas situaciones contrarias sin explicación clara. Por ejemplo, el penalti señalado a favor del Tenerife en la visita al Heliodoro. Una acción en la en ningún momento se aprecia que Irazabal llegue a impactar con Sipcic en su intento de despejar el balón. García Verdura consultó con el VAR, le recomendaron visionar la jugada en el monitor a pie de campo, y éste acabó decretando la pena máxima que acabó decantando el partido del lado canario. Tal vez influyó tener a varios miles de aficionados tinerfeños gritando desde la grada «pítalo, pítalo». O tal vez no. No hace falta, es el Amorebieta, un equipo con poco peso y menos ruido.

Un par de jornadas después, en el estadio Fernando Torres contra el Fuenlabrada, fue el Amorebieta el que reclamó penalti por unas manos claras dentro del área madrileña. Más de lo mismo. Ni revisión siquiera de la jugada. La explicación ofrecida entonces fue que el jugador estaba en posición natural. Quien no lo estuvo para el estamento arbitral fue Josu Ozkoidi en el choque ante el Eibar en Lezama. El esférico le impactó en el brazo cuando saltaba de espaldas al balón. Ahí no hubo dudas. Penalti en el tiempo de descuento. Afortunadamente, Roberto Santamaría le detuvo el lanzamiento a Esteban Burgos.

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En el choque contra los armeros, los azules acabaron con un jugador menos por otra de esas dudosas acciones que siempre acaban en su contra. Iglesias Villanueva amonestó en un primer momento a Gorka Larrucea, para quien también suponía la segunda amonestación. El VAR corrigió, por decirlo de alguna manera, al árbitro para señalarle que era Oier Luengo quien debía ver esa cartulina. Casualidad, también estaba amonestado, por lo que tuvo que tomar de forma anticipada el camino a vestuarios. La cuestión es que la acción que dio origen al esperpento se produjo aún en la parcela del terreno de juego de los armeros, y con varios jugadores del Amorebieta ya por delante del balón dispuestos a defender la contra. Pero el acta reflejó que se cortó un «ataque prometedor». Cuestión de interpretaciones.

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