Juan Ayuso entra el primero a su redil cántabro
El alicantino logra en Los Corrales de Buelna, donde pasó varios veranos, su segunda victoria en una Vuelta que recupera la normalidad antes de subir el Angliru
El circo ambulante de La Vuelta sigue su camino, con banderas palestinas aquí y allá, gritos de «Netanyahu asesino» en Laredo pero una jornada tranquila. ... Sin más anomalías que una fuga de 52 ciclistas, manejada a la perfección por Juan Ayuso a través de las carreteras cántabras. Las conoce bien. Por Los Corrales de Buelna y sus alrededores pasó varios veranos de su vida trashumante. Nació en Barcelona y ha vivido en Atlanta, Madrid, Jávea, Bérgamo y ahora en Andorra. Pero también siente el Besaya como suyo. Esa comarca repleta de riachuelos, laderas verdes y riscos. «No soy de aquí, pero le tengo mucho cariño». El feliz redil de un gallo que lleva dos victorias de etapa pese a estar enemistado con su equipo.
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Era una etapa para lucir Cantabria. Lástima que no hiciera gala a su eslogan comercial. Infinita. La jornada tenía límite, 144 kilómetros, con el mar azulado al fondo y dos puertos: el histórico alto de Alisas y su roquedal, santuario del cicloturismo, y la dura de verdad Collada de Brenes. Desde su cima, un descenso de vértigo, algún repecho y tramo fácil hasta Los Corrales. Propicia para las escapadas.
Y a eso que fueron algunos clásicos ya de esta ronda, como Joel Nicolau. El catalán se fugaba ya en los primeros días, cuando hacerlo parecía una causa perdida. Ahora todos quieren ir con él. Entre ellos, Ayuso, Soler, Buitrago, Fortunato, los alaveses Mikel Landa y Markel Beloki, Molard, B.Rolland, Javi Romo, Campenaerts, Bernard, Kwiatkowski, Castrillo, Küng, Denz y Pedersen. 52 en total y ningún Israel. «Vamos a intentar meternos en el medio del pelotón para pasar desapercibidos», les pidió su director Óscar Guerrero durante la salida neutralizada. Al resguardo del grupo.
Guernalec, Hessmann, Pickering, Rolland, Shaw y Sheffield empezaron con ventaja la Collada de Brenes. Pero enseguida dio el arreón cuesta arriba Marc Soler, para propulsar a Juan Ayuso. «Es una lástima que se vaya. Es un gran compañero», asegura. Se vació por él, recogieron al sexteto de cabeza y dejó al alicantino con unos metros de ventaja, que logró recortar el toledano Javi Romo.
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El de Movistar es de Villafranca de los Caballeros. Un 'chelero' más. 'La Chela' regentaba una posada de la localidad. Ahora Romo vive en Albacete, tierra de viento. Lo tiene en contra desde que regresó de Australia, del Tour Down Under, con la mejor victoria de su carrera. Sufrió una contusión facial y luego una fractura en la cabeza del radio izquierdo. Pero es creyente. Siempre con una cruz colgada del cuello. También tiene fama de glotón. Corrió en el Baqué y le encandilaron las hamburguesas del Mume, de Mungia. En esta Vuelta se está reencontrando consigo mismo. Tercero en Larra Belagua, segundo en Los Corrales de Buelna. No pudo con Ayuso, que le venció al sprint después de ponerle nervioso.
Mientras subían La Collada, Ayuso y Romo tienen fuerzas para hablar. Pero no se entienden. Desconfían. «Me decía que no iba a relevar, que me ganaba al sprint, jugaba conmigo porque me he visto en pocas así», reconoció Romo, que se quitó el pinganillo. Ayuso, por contra, escuchaba a sus directores. A los acusó de implantar una «dictadura». «Me han dicho que tenía que ponerle nervioso y jugar en los últimos kilómetros diciendo que yo ya tenía una etapa y tenía que apretar más si quería que llegáramos. No cooperar completamente no es algo que disfrute, pero a veces tienes que hacerlo».
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Por detrás se les acercaba Rolland, con lo que Romo no quiso que menguaran las opciones del anhelado triunfo que persigue el Movistar. La victoria quedara entre los dos. Pero fue Ayuso, más explosivo que el extriatleta, el que llegó el primero al redil. A Los Corrales.
El primer ayuntamiento del municipio del Besaya se constituyó durante el Trienio Liberal (1820-1823) bajo la denominación de San Mateo. Años más tarde un niño con ese mismo nombre se hizo amigo de Juan Ayuso. Le invitó a probar en la escuela de ciclismo de Jávea, a donde el alicantino llegó de casualidad. Su destino estaba en Asturias, pero no le dieron plaza en el colegio bilingüe al que sus padres querían llevarle con su hermana. Asi que rumbo al litoral mediterráneo.
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Pero fue en Los Corrales donde se hizo verdaderamente ciclista. En su etapa juvenil corrió para el Bathco Cycling Team, del Club Ciclista Besaya. En 2019 fue campeón de España en ruta. Y en 2020, al igual que en 2017, bicampeón nacional. Así dio su gran salto. De Cantabria a Los Emiratos Árabes Unidos. La cárcel de oro en la que ha dicho sentirse para la que ha sumado 16 victorias en cuatro temporadas, una Itzulia, una Tirreno y un tercer puesto en La Vuelta.
En meta le recibe con un efusivo abrazo su fisio Paco Lluna. «Enhorabuena», le dice Marc Soler en meta por la espalda. Ayuso se gira y le abraza. «Muchas gracias tío». A escasos metros, Romo mete la cabeza en el manillar. Le ha dado golpes mientras entraba en la meta. La rabia del segundo. De verse tan cerca. «Con rabia y jodido, del segundo nadie se acuerda», reconoció tras sufrir un percance en los metros finales: «He tenido un pequeño problema con el cambio, seguramente un error mío». Aunque el mayor disgusto lo tenía el francés del Groupama, que lloraba desconsolado.
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Lejos, a cinco minutos, llega el pelotón, que lo deja todo para mañana y pasado. El Angliru y La Farrapona examinan a Vingegaard. A Ayuso, por su parte, vuelve a ofrecerse para ayudar a Almeida. Para cuando acabe la Vuelta tiene claro su futuro. Mundial en Ruanda y vacaciones. «Tengo muchos amigos muy cercanos que son de aquí con los que vamos a ir».
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