Pogacar y Roglic ejecutan a Bernal
Los dos eslovenos vuelven a ser los mejores en el Grand Colombier, donde resisten Landa y Mas y se hunde el ganador de la pasada edición
El año pasado, cuando Tadej Pogacar subió como ganador al podio del Tour de California y agarró la botella de champán, los organizadores se echaron ... las manos a la cabeza. ¡Que no beba! Que no tiene edad legal para el alcohol. El chaval se encogió de hombros. Entonces, el que mandada en el Tour era otro joven, Egan Bernal, heredero de Wiggins, Froome y Thomas en el invencible Sky (ahora Ineos). Y parecía el inicio de la era del colombiano. Ya no está tan claro.
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Bernal alcanzó la cima del Grand Colombier, meta de esta decimoquinta etapa, a siete minutos de Pogacar, vencedor de nuevo. El colombiano había sido ejecutado por otro esloveno, el líder del Tour, Roglic. Ni siquiera tuvo que encargarse de Bernal en primera persona. Dejó el trabajo a los suyos, la banda del Jumbo. Gesink y Van Aert se bastaron para cambiar de era la Grande Boucle. Es el tiempo de Eslovenia. El presente para Roglic y el futuro para Pogacar, que ya tiene 21 años y no deja de subir al podio a por rondas de champán.
¿Futuro? Pogacar no se corta. No renuncia a este Tour. «Por ahora no se puede hacer nada contra Roglic. Por ahora...», dijo en la meta. Llegó el primero, con Roglic a su rueda. Y con 5 segundos sobre Porte, 8 sobre López, 15 por delante de Enric Mas, Landa ,Kuss y Yates, 18 antes que Urán y con 24 sobre el eterno Valverde. Ahí se acaba el Tour. Quintana cedió más de tres minutos y Bernal, todo. A falta de los Alpes, la clasificación general comienza a ser muy fiable: manda Roglic, protegido por el todopoderoso Jumbo. A 40 segundos le acecha Pogacar, que no tiene equipo. A 1.34 se coloca Urán, pasito a pasito. Luego vienen López (a 1.45), Yates (2.03) y Porte (2.13). Séptimo es Landa (2.16), a 42 segundos del tercer cajón del podio. Y octavo, Enric Mas (3.15), que se va ajustando a este calvario diario que es la Grande Boucle.
En esa lista no hay nadie del Ineos. Noticia. La formación británica, que domina el Tour desde 2012, descartó para esta edición a Froome, aún con secuelas de sus lesiones, y a Thomas, que no se sometió al liderazgo de Bernal. Tachó a dos ganadores de la Grande Boucle y apostó todo a otro, Bernal. En la subida al Grand Colombier, el Tour volvió a mostrarse como un ogro despiadado. Le desnudó. El colombiano, que ya había dado muestras de debilidad en el Dauphiné, reventó. Subió a la deriva, escoltado por Kwiatkowski y Castroviejo. En procesión. Crucificado por el equipo de Roglic, uno de los dos eslovenos que se están quedado con todo en este Tour.
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La música del Jumbo sonó de principio a fin de la velada. La púa de un disco rayado. Como todos los días, tiran y tiran los gregarios de Roglic. No cambia la tonada ni en el tremendo col de Fromentel ni en la cuesta de la Biche. Carreteras de antes. ¿Aprovechará el Tour para meterse en un túnel del tiempo y montar una jornada loca, de aventura y épica? El Jumbo no lo permite. Prefiere las matemáticas. Sigue con su melodía machacona. Gesink dirige la banda. Chepazo a chepazo. Es un holandés alto, desgarbado. Incombustible. Él solo se come la mitad de la renta de la fuga. Dos minutos por delante, el conquense Herrada se pelea con Rolland y Gogl por una etapa que no les pertenece. La reclama el Jumbo de Roglic.
Era una jornada de esas en las que los pulmones piden socorro. Y quedaba aún la subida al Grand Colombier, el gigante del Jura. Una mole de más de 1.200 metros de desnivel. Por fin este Tour se medía a un puerto de su talla. Desde arriba parece una montaña con forma de culebra enroscada. Serpiente. Venenosa. Enseguida se le agarró al cuello a Egan Bernal, que ahí, a 13 kilómetros del final, ya supo que este no será su segundo Tour. Ni el primero de Quintana, que también perdió el paso. Las montañas así existen para distinguir a los ciclistas. El trabajo del Jumbo tenía su fruto. Llevar todo el día agobiados a los escaladores los inutiliza cuando la carretera se eleva.
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El Jumbo, por aplastamiento
A Roglic le sobran piernas amigas. Cuando Gesink y Van Aert terminaron su turno, se pusieron el buzo Bennett y, sobre todo, Dumoulin. Tener un custodio así es un privilegio. Dumoulin se encargó de todo. Porte, Landa, López y Urán bastante tenían con resistir. El ritmo era infernal. Una pedalada, dos pulsaciones. Con los corazones locos nadie tiene fuelle para atacar. A cobijo de Dumoulin, Roglic subía descontando rivales. A lo suyo, que es ganar el Tour. Yates, valiente, quiso saltar la banca. Dumoulin lo puso de inmediato en su sitio. El Jumbo ni siquiera había utilizado aún a Kuss. Domina por aplastamiento.
Ya en el kilómetro final, Porte, en el mejor momento de su biografía, colocó en primera fila el sonido sincopado de su aliento. Arrancada. Pero en finales así, en este Tour siempre está la puerta abierta sólo para dos eslovenos. Pogacar y Roglic. Corren como gemelos. Pasaron por encima de Porte. Si había ejecutado a Bernal, como para no tumbar al tasmano. Pogacar se quedó con su segundo triunfo de etapa y Roglic, que es líder, con el regusto que deja tumbar por K.O. al gran favorito, Bernal, y a su equipo, el Sky que dominaba el Tour desde 2012. Si los Alpes no dicen lo contrario y allí aparece algún dorsal valiente capaz de jugarse su puesto de honor por una hazaña, este va a ser el Tour de Eslovenia.
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