Guillaume Martin ya es más ciclista que filósofo
Hasta que se ha metido entre los mejores del Tour le entrevistaban más por sus estudios y sus libros que por su rendimiento deportivo
«Una etapa llana y tranquila y otra de montaña llena de ataques pueden tener un tiempo idéntico y una duración diferente». Con frases así, ... Guillaume Martin sorprende desde hace años al pelotón. Cuando debutó, en 2016, se supo que era licenciado en filosofía. 'El pequeño Platón', le bautizaron. En cada carrera, los periodistas le buscaban para entrevistar a tal rareza. Se hizo más conocido por sus estudios universitarios que por su rendimiento deportivo. Eso ha cambiado. Martin, que brilló en el pasado Dauphiné, es cuarto en la clasificación general del Tour, sólo por detrás de Adam Yates y los eslovenos Roglic y Pogacar. Ya es más ciclista que filósofo.
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Siempre ha rechazado la etiqueta de 'intelectual', aunque lo sea. «En el ciclismo lo que marca la diferencia son las cualidades físicas, no el nivel académico». La filosofía le sirve, eso sí, para ser como es. Un tipo sosegado, sin estrés, que en la subida a Orcières-Merlette trató de sorprender a Roglic en el sprint. Ganar es la meta de todo ciclista, aunque sea filósofo. Por eso, Martin no defiende el lema deportivo por excelencia, «lo importante es participar», obra del barón de Coubertin. Prefiere seguir al filósofo Friedrich Nietzsche, que en 'Así habló Zaratustra' escribe: «No os aconsejo la paz, sino la victoria». Se ajusta mejor al ciclismo profesional.
Corriendo a por el pan
Martin, que nació en París y creció en Lyon, llegó al deporte por culpa de una pregunta. Su padre, profesor de aikido, no le mandaba a por pan, sino que le retaba: «¿A que no eres capaz de traer una barra en menos de tres minutos?». El magnetismo de un desafío. Se formó como corredor en el filial del Groupama, la escuadra de Thibaut Pinot, y ganó la Lieja-Bastogne-Lieja sub'23 más una etapa en el Tour del Porvenir. Era un buen escalador. Pero no le quisieron los equipos franceses y emigró a Bélgica, al Wanty, una escuadra dedicada a las clásicas, otra filosofía de ciclismo.
Se adaptó. Descubrió el Tour de Francia. Lo acabó entre los mejores (puesto 21 en 2018 y fue decimosegundo en la edicion del año pasado) mientras los medios de comunicación sólo se interesaban por su currículo académico. Al tiempo que competía en la Grande Boucle, escribía una columna en el diario 'Le Monde' y concluyó una obra de teatro sobre Platón que su madre, actriz, estrenó en Avignon. Y ya tiene otro libro en las estanterías, 'Sócrates en bicicleta'.
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«Disponemos de todo para ser felices, así que es inevitable que no lo seamos nunca». Otra frase con su firma que vale para abrir un debate sobre la ambición deportiva. En el Tour de 2017 decía que su sueño era acabar entre los diez primeros del Tour. Lo veía como algo tan lejano que sólo podría causarle insatisfacción al no llegar a esa altura. Ahora, con 28 años y líder del equipo Cofidis, se siente con cuerpo y mente para conquistar esa cima.
Martin, peso pluma, tiene la piel de granito. Hace dos años terminó el Tour con una costilla rota. Llegó a París tras dos semanas con ese mordisco en el cuerpo. Lo soportó y sólo cuando estuvo en casa notó que el dolor se volvía insoportable. El poder de la mente. «Cuando llegue el sufrimiento, míralo a la cara y enfréntate a él». No lo dice Martin. La frase es de Nietzsche.
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Etapa de hoy
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Larga subida final Segunda meta en alto: Tras 155 kilómetros llanos desde la salida en Le Teil, la sexta etapa encadena tres puertos sin casi pausa, el col de Mouzeres (6,1km. al 4,8%), el col de La Lusette (11,7 km. al 7,3%) y la cuesta final hasta el Mont Aigoual (8,3 km. al 4%).
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