El Rey LeBron devora 'el récord'

Pues bien, veinte años después de aquello -los que el tango define como la nada- el Rey LeBron devora el récord por antonomasia. Acaba de desbancar de la cima de los anotadores históricos al legendario Kareem Abdul-Jabbar, el pívot con las gafas de aviador antiguo, el dueño de aquel gancho celestial. Y el relevo entre ambos les sorprende con la misma camiseta, la dorada y púrpura de los Lakers.

El actual alero de los Lakers ha batido en estas dos décadas todas las plusmarcas desde la precocidad. El primero en alcanzar los 10.000 puntos, los 20.000, los 30.000, los 35.000… en este mambo de cuentas crecientes que ha derivado en el récord más codiciado del mundo, el del mayor 'pichichi' del mejor torneo imaginable. A ello contribuye su 'pira' a la Universidad porque saltó directamente del instituto a los profesionales a la edad en que las democracias permiten votar. La lista de logros individuales supone en quien la lee algo así como la sucesión de los golpes propinados por el campeón de los grandes pesos sobre la lona del cuadrilátero. Primero en el 'draft' de 2003, cuando Cleveland decidió que 'El Elegido' emprendiera el camino de la gloria en casa. Novato del año al término de esa campaña inaugural, participante en el 'All Star' -partido de las estrellas que ha degenerado con el paso de los cursos, pero cuya presencia ya significa todo- ininterrumpidamente desde 2005, integrante de trece quintetos iniciales, MVP en cuatro ejercicios (2009, 2010, 2012 y 2013)… Y como contribuyente a causas comunes ahí quedan los dos oros olímpicos con Estados Unidos frente a aquella prodigiosa selección española del comandante Pau Gasol (Pekín'08 y Londres'12) y los cuatro títulos de la NBA.

LeBron ha lucido el anillo de campeón dos veces en Miami, otra en su retorno al hogar y laúltima (2020) enfundado en la elástica del, junto al archirrival Boston, equipo más laureado de la Liga norteamericana. Las tres franquicias que han tenido el privilegio de contar con El Rey en sus filas. En todas esas incursiones hacia el trofeo Larry O'Brien ha liderado a sus compañeros, pero siempre ha buscado alianzas con primeros espadas que los clubes completaban añadiendo una legión de tiradores con las manos dispuestas y abiertos en el arco de tres puntos para aprovechar las vigilancias extremas al hombre interestelar. Dos anillos junto a Wade y Bosh en los Heat (2012 y 2013), otro en la compañía necesaria de Irving y Love (Cavaliers) o el pacto ganador con el pívot Anthony Davis en Los Ángeles.

James no es sólo un baloncestista excepcional que, aún sin retirarse, ya figura en las sagradas escrituras de la NBA. También un hombre que maneja el espectáculo, como demostró al anunciar en un programa televisivo de máxima audiencia que se llevaba en 2010 su talento a… Miami. Y quien pronuncia discursos alejados de las banalidades al uso. Piensa y habla bien, se le escucha en sus alegatos de protesta contra la violencia policial que ciertos agentes de su país utilizan con la población negra. Un líder dentro y fuera de la cancha.

Aquel prodigio físico capaz de arrancar los aros de cuajo de no fabricarse ahora con esas elasticidades propias de la goma puede dañar a los oponentes en penetraciones salvajes, asistiendo a sus compañeros más liberados por los sobremarcajes que él recibe y también mediante ese tiro de larga distancia cuyo rango ha ampliado con el tiempo. Esos triples casi desconocidos en el repertorio del sucedido Abdul-Jabbar, quien solo coló uno a lo largo de su prolífica carrera. Es tal el catálogo de virtudes en James que puede alzarse como un auténtico muro de hormigón armado en defensa. Y para quienes reducen su poderío a un físico descomunal cabe añadir un dato muy aclaratorio. Acaba de superar a Steve Nash y Mark Jackson -dos bases puros- en la tabla histórica de asistentes. Sólo le preceden en esa lista otros tres directores de juego: John Stockton, Jason Kidd y Chris Paul. 'El Rey' LeBron sigue devorando récords a dentelladas.