Una amazona vitoriana en la cuna de la hípica internacional

El currículum de Delika empieza a llamar la atención de alguna de las más importantes cuadras de España, donde no hace mucho pasaba más bien desapercibida. La semana pasada regresó a Vitoria para estar con su familia unos días. Un pequeño descanso antes de afrontar unos meses intensos de entrenamientos y competiciones con el horizonte de los Juegos Olímpicos de París. Estuvo cerca de ir a Tokio con la selección australiana y es un reto que ahora se plantea de nuevo. Siempre ha encontrado el apoyo de su familia. «Nunca me han dicho que no salga de casa, al contrario. Empecé a montar a los seis años un pony en Aríñez, en la cuadra de Elena. A los 17 años tuve una caída importante desbravando un potro, pero al de pocos días estaba ya encima de otro», relata Ainhoa.

Ha encontrado en estos animales su modo de vida, a la vez que su hobby. «Diría que es mi trabajo y mi afición, una forma de vida. Cuando acaba mi jornada me suelo ir un rato a montar, no me voy a casa». Le transmiten cierta paz y raro es el día que no vea al menos un caballo, aunque sea unas pocas horas. Era consciente de que si quería ser alguien en ese mundo debía hacer las maletas. «Al que le gusta el completo -salto, doma y cross- tiene que ir a Inglaterra al menos dos semanas o tres para ver la realidad. Los niños se caen al barro y no pasa nada, no les da miedo ni a ellos ni a sus padres, cosas que aquí sí suceden», relata.

Se decanta más por la modalidad de cross y actualmente ejerce como 'groom'. «Por decirlo de alguna manera soy el manager del caballo, el que hace que el animal esté como está, siempre preocupada al cien por cien. Puedo montarlo también pero estoy más abajo que arriba», desgrana Delika. Desde marzo trabaja para King, una de las referencias internacionales de la hípica. El grado de exigencia de su anterior jinete a la actual no ha variado, aunque cada uno tenga su forma de entrenar o incluso de ponerle la silla al caballo. «Andrew es un tipo muy exigente, por algo ha tenido ocho medallas olímpicas. Nunca vas a ver a nadie trabajar como él», manifiesta.

Lo que hace un año empezó con una corta experiencia laboral en Francia, desembocó poco después en Holanda y acabó en Gales cuando recibió el visado. Una trayectoria fulgurante sin duda, que tiene el peaje de no estar con su familia. «Los primeros meses fueron duros y quería irme de Gales. El choque cultural es tremendo, pero ahora he encontrado otras cosas. Quiero seguir avanzando lo máximo posible para regresar a casa y hacer algo con mi propio criterio», avanza Ainhoa.

Quién sabe si antes no le veremos en los Juegos Olímpicos de París. «En Inglaterra hay muchos jinetes de completo y no es fácil entrar, pero claro que me encantaría. Me dio pena no ir a Tokio y por culpa del papeleo no llegué a tiempo de acudir con Australia», lamenta Delika. Pero seguro que con su pasión y progresión el sueño será real pronto.