Preguntas encadenadas sin respuestas
La suspensión en el descanso del partido del Araski reabre la incertidumbre en la que (mal)vive el baloncesto de todas las categorías que componen el espectáculo
Prefiero no utilizar el vocablo 'esperpento' para referirme a la suspensión de un partido, concretamente de la Liga Femenina con el Araski como anfitrión, porque suena frívolo, peyorativo o rebajado de rigor en estos tiempos de una pandemia a la que –emoticonos de desesperanza– apenas vemos la luz al final de su inquietante túnel. Ocurrió el domingo tras conocerse el diagnóstico de una jugadora del equipo zaragozano a quien se le comunicó el 'positivo', después falso, en coronavirus, ese sarcasmo que gasta la medicina, para anunciar un diagnóstico desalentador. Algún recinto debía de inaugurar aquello que acabaría por llegar y ha ocurrido en Mendizorroza. Todas las participantes a recoger sus enseres sin disputar la segunda parte y quieran, o puedan, las divinidades del baloncesto habilitar alguna fecha para completar el duelo.
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(Mal)vivimos como sociedad, de la que no resulta ajeno el deporte-espectáculo, en una época subrayada por la incertidumbre. Transita la sociología entera por un páramo de zozobra y vendaval donde se agolpan las preguntas encadenadas a quien nadie, por el 'malaje' del bicho, acierta a proporcionar las respuestas. Si los rectores de la canasta no hallan soluciones porque no hay hijo nacido de madre capaz de soltar certezas, no pidan a este humilde columnista que resuelva el jeroglífico. Sí se presta servidor a poner unos interrogantes detrás de otros hasta formar uno de esos perímetros geográficos tan largos como anchos tristemente de moda.
El quebradero de cuerpos, almas y cabezas en este 2020 aprovecha los bloqueos ciegos para clavarnos mates por encima del aro. Así que cortamos cupones al calendario sin saber cómo caerá el número de la desventura de mañana. Hablo de las cestas y de los puntos como podría escribir de otras especialidades y tanto del campeonato de las mujeres como de las categorías masculinas. Incluida esa Euroliga, estandarte y lujo del baloncesto continental, que el jueves debatirá cómo diantres –término viejuno por evitar otro malsonante– mantener un calendario cortado a mordiscos.
La mitad de los clubes que componen esta temporada la Euroliga ha disputado los seis encuentros; el Zenit, solamente dos
Basta recordar que la mitad de la parrilla de salida ha disputado los seis duelos, a tres les falta uno por cumplir, cuatro –entre ellos el Baskonia– tienen dos pendientes, el Villeurbanne ha comparecido en la mitad y el Zenit sólo ha pisado la cancha dos noches. Un 'sindiós'. Hasta qué alto punto entendemos desde este reino autonómico de taifas el encaje de bolillos necesario para zurcir una prenda decente con dieciocho telas procedentes de diez zocos distintos.
La fórmula de las burbujas funcionó más que bien en la ACB (que nos lo digan aquí) y estupendamente dentro de la NBA. Pero sin olvidar que las autoridades competentes en el rectángulo de 28x15 metros adoptaron la decisión de resolver ambas Ligas con la maldita y enfermiza txapela sobre nuestras cabezas cuando los torneos ya estaban engrasados. Con dos tercios o tres cuartos de sus fases regulares llevadas a las actas. Ahora parece muy prematuro recurrir al mismo sistema del líquido amniótico mientras las campañas apenas han avanzado los primeros pasos del bebé.
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Necesitamos válvulas de escape mental e inyecciones de optimismo que nos abstraigan por momentos de esta boina. Pocas dudas caben acerca del poder de los campeonatos para aflojar las preocupaciones, pero con un ojo fijo en la salud y otro en los calendarios deportivos parece sensato acudir a las fuentes de la lógica: escala de valores, orden de prioridades y el tantas veces escurridizo sentido común.
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