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Erika de Souza durante un partido con el Perfumerías Avenida. MARÍA MARTÍN SERNA
IDK, rival del Araski

Erika De Souza: «Agradezco a Dios y a mi madre por insistir para que siguiera jugando»

Lleva 20 años en este deporte y lo ha ganado casi todo. Líder del IDK, De Souza quiere retirarse con una medalla con Brasil en Tokio

Olga Jiménez

Viernes, 1 de noviembre 2019, 22:09

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Erika De Souza (Río de Janeiro, 1988) es una leyenda viva del baloncesto mundial que apura sus últimos coletazos como profesional en el IDK Gipuzkoa después de sus mejores años con el Perfumerías Avenida, además de 12 temporadas en diferentes franquicias de la WNBA, logrando el anillo en 2002 con Los Ángeles Sparks. En total, ocho ligas, ocho Copas de la Reina. En 2018 fue la MVP en Vitoria levantando el título copero. Esta niña de familia humilde creció muy rápido. Mide 197 centímetros y empezó a jugar al baloncesto con 16 años, casi por inercia. Dios ocupa todo dentro de su vida. Casada hace tres años, quiere ser madre. Antes, sueña con lograr una medalla con Brasil en los juegos de Tokio, su último deseo antes de colgar las botas. Erika abre su corazón a EL CORREO en esta entrevista muy personal.

–¿Va bien su adaptación a su nuevo equipo y ciudad?

–Todo va muy bien. Las chicas me acogieron muy bien, Azu y Carmen (Muguruza) me lo están haciendo muy fácil y, además, tengo playa, que para mí es maravilloso levantarme y ver el mar.

–La decisión de marcharse de Salamanca, ¿fue meditada?

–Hay que cambiar de aires. Llevaba muchos años en Salamanca, que es mi casa, pero los ciclos se van acabando. Tengo muchos amigos allí. He venido a un sitio donde también me hacen sentir como en casa y afronto esta etapa con mucha ilusión.

–¿Será su último año en activo?

–Buff, no lo sé. Llevo mucho tiempo jugando a baloncesto, desde los 16 años. Es decir, 20 años en activo. Hace tres años que me casé y la vida la empiezo a ver de otra manera. Echo de menos a mi marido. Y ahora me he empezado a plantear mi vida fuera de las canchas. Es verdad que quiero ser madre, formar mi propia familia. Quiero jugar muy bien hasta los Juegos Olímpicos y luego veremos si sigo como entrenadora o en otra faceta.

–¿Ese es el objetivo, estar con Brasil en los Juegos de Tokio?

–Estoy trabajando para ayudar a mi selección a llegar. Serían mis cuartos juegos olímpicos y quiero estar bien físicamente, y disfrutar de lo que me queda.

–Erika De Souza es sinónimo de leyenda del baloncesto mundial. ¿Es consciente de lo que ha dado a este deporte?

–(Risas). De verdad que no. Han sido muchos años. 20 años de mi vida, en Brasil, en España, en la WNBA, con éxitos, con mucho esfuerzo y sacrificio. Sinceramente, ya estoy cansada de rutinas, pero por otra parte, me encanta jugar a baloncesto. Me olvido del mundo y de todos mis problemas. Es mi vida. Me costará mucho dejarlo, aunque por otra parte estoy deseando que llegue ya el momento. Pero echaré de menos compartir vestuario con personas estupendas. Tengo que preparar mi cabeza para la retirada.

Familia humilde en Río

–¿Por qué el baloncesto?

–Desde muy joven ya era muy grande, 197 centímetros. Tenía mucha energía. Mi madre no podía conmigo, ¡no paraba quieta! Fue clave para decidirme por el baloncesto, aunque también practiqué más deportes, como balonmano, voleibol, atletismo.

–¿Tuvo problemas por ser tan alta?

–Sí, sí. La gente me miraba. Antes de empezar a jugar al baloncesto me daba mucha vergüenza salir de casa, por tener un pie tan grande, uso un 46. No encontraba calzado ni ropa de mi tamaño. Como mi familia no tenía dinero, tenía que usar la ropa de abuelas o personas mayores.

–Viene de una familia humilde. ¿El baloncesto le salvó de una vida con más trampas?

–Sí, estoy convencida. No sé qué hubiese sido de mí sin baloncesto. Me crié en un entorno muy humilde. Probablemente, sin baloncesto estaría con muchos hijos, soltera o no, infeliz seguro. Agradezco a Dios y mi madre por insistir para que siguiera el camino del baloncesto. Y a todos los equipos por los que he pasado. Gracias al baloncesto mi familia y amigos han podido vivir mejor.

«No sé qué hubiese sido de mí sin el baloncesto. Estaría con muchos hijos, soltera o no, e infeliz seguro»

–¿Qué le aporta la fe?

–Todo. Mi familia es muy religiosa. Creo en Dios. Me da fuerza. Me aporta en todos los puntos de mi vida. Nada ocurre por casualidad. He cambiado de equipos, he llegado a San Sebastián. Todo es porque Dios lo permite. No me he planteado hablar con él sobre mi futura retirada (risas). Pero seguro que cuando me ponga, me guiará bien.

–Lo ha ganado todo, un anillo de la WNBA, 8 ligas, 8 Copas de la Reina, una Euroliga, pero me dicen que el MVP de la Copa de Vitoria fue especial, ¿por qué?

–Es verdad, me emocionó mucho. Preparé mucho esa Copa. Dos meses entrenando sola, mientras mis compañeras estaban compitiendo en Euroliga. Mi marido vino a Salamanca para apoyarme. Y mira, llegué muy bien a esa Copa, la ganamos y el premio de la MVP fue un regalo. Estoy muy agradecida.

El anillo de la WNBA

–¿Y de los títulos colectivos?

–El anillo en la WNBA con Los Ángeles Sparks fue espectacular. Aquello es indescriptible. Imagínate jugar con gente que veías por la televisión o que admirabas, como Lisa Leslie o contra Tina Thompson.

–¿Qué ha significado España en su carrera?

–Pues prácticamente todo. Siento el cariño de la gente en todas las canchas. Me piden fotos, autógrafos y yo estoy encantada.

–¿La salud del baloncesto español es buena?

–Cuando vine a España la situación era muy buena. Teníamos casi 20 equipos en la Liga y las mejores jugadoras del mundo. Pero de un tiempo a aquí, el número de equipos se ha reducido y las jugadoras se han marchado a otros países. Pero creo que empieza de nuevo a crecer y podemos ver a jugadoras españolas que vuelven y americanas que eligen nuestra liga.

«Cuando vine a España la situación del baloncesto femenino era muy buena, pero se han ido reduciendo los equipos y las jugadoras se han marchado a otros países»

–¿Cómo está el deporte femenino en Brasil?

–Puff. Es una vergüenza. Es muy triste. Tenemos una liga que solo dura cuatro meses y tampoco hay mucho dinero.

–Se enfrenta al Araski. ¿Sabe que tendrá que defender a Raquel Carrera, una joven de 18 años?

–Sí, sí. He visto los vídeos. El Araski merece todo el respeto. Es un club que ha hecho muy bien las cosas y merece estar donde está. Nunca dan un partido por perdido. He visto a Raquel, y me encanta ver a jugadoras jóvenes con tanto talento. Será especial porque me reencontraré con María Asurmendi, ‘la abuela’ como la llamábamos en Salamanca, y con Laura Quevedo, ‘la moquito’.

–Viene de un equipo ganador como Perfumerías a otro con dificultades en este inicio con solo una victoria, ¿cómo lo asume?

–Desde que llegué he intentado hablar con las chicas, de buen rollo. Que confíen en el juego, en el equipo. Está más en la cabeza, pero una vez que rompamos, el juego y las victorias llegarán. El secreto es que debemos disfrutar en la pista y olvidarnos de la presión.

–¿Qué es lo último que le pide al baloncesto?

–Me encantaría una medalla con Brasil. Es lo único que me falta. ¡Hay que soñar! Me encantaría jugar la Copa de la Reina con mi equipo en Salamanca. ¿Te imaginas que damos la sorpresa y ganamos? La gente me lo dice. ‘Venga Erika, ponte las pilas’. Se lo dedicaría a mi abuela, que tiene 83 años. Me quedé sin madre con 20 años y ella lo es todo para mí.

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