Planeta Calleja

Kiko Rivera: «Me fundí cuatro millones de euros en fiestas»

El hijo de Isabel Pantoja se fue de aventura con Jesús Calleja a Nepal, confesó haberse arruinado dos veces y apuntó a la tonadillera: «Para mí ser madre no es solo parir»

Lunes, 6 de diciembre 2021, 07:25

«Va a ser una aventura física y espiritual», así definió Jesús Calleja el viaje que emprendía con Kiko Rivera por Nepal. Y no le faltaba razón. No faltó acción descendiendo unos rápidos, acercándose a rinocerontes o bañándose con elefantes, y la filosofía llegó de la mano de las charlas que presentador e invitado mantuvieron a lo largo del periplo. «No está pasando por su mejor momento personal y este país le va a ayudar», avanzaba el comunicador al principio de la odisea. «He venido para superarme en algunas cositas y porque necesito un poquito de desconexión mental. Estoy que estallo», replicaba Kiko descubriendo que había sido él quien llamó a Calleja para que le invitara al programa. «Sácame de esta agonía», suplicó.

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Las confesiones empezaron de forma simpática. «Tuve una época en la que quise ser cura y se lo dije a mi madre, pero conocí la noche y las chicas y se me pasó», explicaba sonriente. Su carrera de Dj protagonizó los siguientes instantes, que pronto derivaron en reproches. «Mi madre me ha ayudado bastante poco. La gente piensa que tener el apellido Pantoja ha sido una ventaja y no es cierto», argumentaba el entrevistado que no tuvo reparos en abordar la época en la que la locura impregnó su vida. «Con 16 o 17 años, mi madre me puso a trabajar en una gestoría, pero a mí eso no me iba. De pronto apareció una persona que me daba 2.000 euros por hacer un bolo. Y aquello fue subiendo», iniciaba Rivera.

La fortuna lo acarició pronto y no supo gestionarla. «Me lo gastaba todo. He llegado a salir de un bolo sin un duro en el bolsillo. Me lo fundía. Iba con 25 o 30 amigos. Putas, fiesta… Me he fundido alrededor de cuatro millones de euros y sin comprar casas, sin invertir… Era un cabeza loca. Cuando el dinero te llega fácil, te lo gastas fácil. Eso sí, nadie se lo ha pasado mejor que yo», admitía. Su imprudencia fue tal que llegó a arruinarse dos veces. «Entre mis dos ruinas habré perdido ocho millones», decía.

Su periodo más complejo fue aquel en el que mandaban las drogas. «He sido drogadicto, pero hoy en día estoy muy bien. Aunque sigo teniendo al demonio detrás», afirmaba. Y reconstruía. «Empecé a consumir de adolescente y a 'full equip'. Tomaba cocaína a diario. Mucha. Hasta cuatro o cinco gramos al día», reconocía. Fue su mujer la que llamó a su madre para pedir ayuda. «Lo correcto habría sido ingresar en un centro de desintoxicación, pero tenía miedo de que la gente se enterara», contaba. Así que se refugió en una casa de su madre en El Rocío. «Estuve una semana con ella y después no volvió a preguntar. Mi madre no quería ver la enfermedad que tenía su hijo», remataba.

El momento más emotivo de la aventura tuvo lugar cuando Kiko recordó el nacimiento de su segunda hija -nació cuando su madre estaba en la cárcel y él se drogaba- y se rompió. «Cuando mi mujer se queda embarazada no lo acepto. Y no le toqué la barriga en los nueve meses. Mi hija Carlota es hoy una de las personas a las que más quiero y tener que decir que no la aceptaba es muy duro. No la quise ni el día de su nacimiento. Pero me ha ganado, es la más cariñosa de los tres», relataba entre lágrimas.

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«Nunca he dejado de querer a mi madre, pero hay límites. Y cuando se cruza ese límite llega el drama», exponía Rivera. Pero para hablar de referentes apuntaba hacia otro lado. «Si quieres que hablemos de amor tenemos que hablar de mi abuela, no de mi madre. Esa es la que me abrazaba, me besaba… Para mí ser madre no es solo parir, parir puede parir cualquiera. Ser madre no», zanjaba.

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