«El subtexto del cine gay es que estas relaciones no llevan a la felicidad»

La lucha de las minorías sexuales es un camino de idas y vueltas, progresos y retrocesos, condicionados por los vaivenes políticos y las transformaciones sociales. 'El fin del armario' (Anaconda Editions) propone un viaje por esos cambios hasta desembocar en nuestro momento actual, donde cabe desde la homologación de derechos con el resto de la ciudadanía a la represión más atroz, países que han legislado a favor del matrimonio igualitario y otros que pretenden penar con la muerte a quienes conculquen la norma heterosexual. El ensayo del periodista argentino Bruno Bimbi aborda la cuestión desde el plano individual y colectivo, político y cultural. Mañana se celebra el Día del Orgullo Gay, una fiesta reivindicativa que, este año, se ha visto afectada por la irrupción del coronavirus.

- Voces de la extrema derecha niegan la cualidad cultural del cine, por ejemplo. Usted procede de Brasil, donde han intensificado su programa contra los sectores más creativos.

- Es un rasgo común de los discursos de extrema derecha, despreciar el arte y todo lo que tenga que ver con la cultura y la intelectualidad. El ministro de Educación de Bolsonaro escribe con faltas de ortografía y dice que las universidades públicas no deberían impartir Ciencias Sociales, que el Estado no ha de financiarlo. Allí se han recortado programas de incentivo a la cultura o al mecenazgo. Ese combate se ha trasladado a la pandemia, negando que el Covid-19 tenga una realidad científica, lo que, desgraciadamente, ha calado en parte de la población.

- También se ha planteado una disyuntiva entre ciudad y campo, entendido como receptáculo de valores éticos.

- La vuelta a lo rural es una característica de los fascismos. Es la lucha entre el campo y la ciudad, entendida como centro de algo tan negativo para ellos como es el cosmopolitismo, el liberalismo cultural y al avance de los derechos humanos.

- ¿Cómo afecta el nuevo escenario a la lucha reivindicativa de gays y lesbianas?

- Han surgido discursos religiosos que culpabilizan a los homosexuales, que los señalan como inductores de la enfermedad. Un líder chiita de Irak ha dicho que el virus es un castigo por las leyes del matrimonio homosexual, y coincide con un patriarca ortodoxo de Ucrania, un líder evangélico de Estados Unidos, un rabino judío en Israel. Es curioso que el Dios del que hablan sea un sujeto vengativo y sádico que experimenta con la guerra bacteriológica y que mata a miles por el comportamiento sexual de otros.

- Alrededor de 120 personas fueron ejecutadas por el Ejército Islámico y otras fuerzas extremistas durante el conflicto yihadista sin que estos crímenes suscitaran grandes condenas del colectivo en Occidente.

- Cuando elegí 'El fin del armario' como título de mi libro tenía claro que no me refería a una circunstancia global, tan solo es el reflejo de un momento histórico en el que algo se mueve. Imaginémonos a un gay del siglo XVII que llega al XIX, vería un mundo sorprendente, con grandes avances de la ciencia y la tecnología , pero su vida como joven homosexual sería igual, con similar represión familiar, de la sociedad y del Estado. Habrían pasado dos siglos para nada. Si llegara a nuestros días se encontraría con un mundo en el que puede ir de la mano con su pareja y asistir con ella a una cena con sus padres, o que puede acceder a la adopción. La homosexualidad se halla completamente fuera del armario, con avances en derechos civiles, y la sociedad española se encuentra entre las más abiertas.

- Entonces, ¿cuál es el problema de nuestro tiempo?

- Olvidamos que esto es solo una parte de nuestro planeta. Hay lugares donde no solo no se ha avanzado, sino que se ha retrocedido. Con la excepción sudafricana, el continente negro criminaliza e, incluso, puede condenar a muerte al gay. La política hacia los homosexuales es similar en Uganda y Oriente Medio, una región donde la situación es simplemente catastrófica si quitamos Israel, que reconoce casi todos los derechos. En algunos países del área no hay penalización directa, pero sí se engloba dentro de los delitos contra la decencia pública. Rusia es un 'frankenstein' que ha cambiado lo peor del estalinismo por lo peor del capitalismo.

- La última literatura gay recoge ensayos muy complacientes, que elogian el nuevo estatus adquirido pero con poco ánimo autocrítico.

- Hay de todo en ensayo y ficción. Yo destacaría trabajos muy buenos como 'Los últimos homosexuales', del sociólogo Ernesto Meccia, que habla de aquellos que vivieron la dictadura y los cambios positivos como el matrimonio, pero también el fin del mundo que conocían y les cuesta mucho adaptarse al nuevo escenario de relaciones.

- El cine y la televisión han asumido mayor protagonismo para dar a conocer esa realidad.

- Hay muchas buenas películas de temática LGBTIQ+ y, a ese respecto, destaco el catálogo de Filmin. Ahora bien, hay algo que me incomoda, que me enoja y es que, en sus historias, el gay siempre muere, se suicida o es asesinado, y, si es una pareja, la víctima suele ser el más amanerado. El subtexto es que este tipo de relaciones no conduce a la felicidad. Siempre recomiendo 'Brokeback Mountain', basado en el cuento 'En territorio vedado' de Anne Prouls, un relato maravilloso con resonancia de tragedia griega.

- El rearme ideológico contra el colectivo LGBTIQ+ aduce que el lobby gay pretende hacer proselitismo en el ámbito educativo.

- Es la idea de la conspiración judía mundial, el discurso que nos retrotrae al antisemitismo anterior a los nazis, al planteamiento de que hay seres humanos que ponen en peligro a los niños. El presidente brasileño Jair Bolsonaro denunció hace diez años que el Gobierno tenían planes para hacer homosexuales a los alumnos distribuyendo un kit gay entre los alumnos. Es algo similar a los libelos como 'Los protocolos de los sabios de Sion', que pretendían identificar a los enemigos públicos, culpabilizarlos de todos los males y así tener argumentos para exterminarlos.