La playlist del cementerio

Basada en un poema del jesuita venezolano Carlos Borges y grabada por la chicana Lydia Mendoza en 1936, es una buena aspirante a canción más macabra de la historia. Un hombre acude a diario a visitar la tumba de su novia muerta y acaba tomando una decisión desesperada: «En una horrenda noche hizo pedazos / el mármol de la tumba abandonada, / cavó la tierra y se llevó en sus brazos / el rígido esqueleto de su amada. / Y allí en la triste habitacion sombría, / de un cirio fúnebre a la llama incierta, / sentó a su lado la osamenta fría / y celebró sus bodas con la muerta». Hasta Poe se habría sentido orgulloso.

Bailemos un poquito para contrarrestar tanta oscuridad. 'Sobre una tumba, una rumba' es un clásico compuesto por el cubano Ignacio Piñeiro que, en la impetuosa versión grabada por su compatriota Celeste Mendoza, es capaz de... en fin, resucitar a un muerto. De los difuntos se suele hablar bien, pero aquí le piden esto al enterrador: «En lugar de rezar / por su descanso un 'requiem', / ruega que vaya al infierno / y que el diablo le haga bien. / Y en el mármol de su tumba / de eterna recordación / pondremos esta inscripción, / que es la copia de una rumba... / No la llores, no la llores, / que fue la gran bandolera, enterrador, no la llores».

¿Tenía que salir, no? Compuesta por José María Cano en su vertiente más juguetona, fue el cuarto sencillo extraído de 'Entre el cielo y el suelo', su álbum superventas de 1986, y lleva hasta el título esa propensión al ripio tan característica del trío madrileño. Los muertos de Mecano lo pasan pipa e incluso nos dan algún consejo útil de cara a ir buscando nuestra última morada: «Este cementerio / no es cualquiera cosa, / pues las lápidas del fondo / son de mármol rosa. / Y aunque hay buenas tumbas / están mejor los nichos, / porque cuestan mas baratos / y no hay casi bichos». Para nota, hay que cantar la letanía final en latín: finis gloriæ mundi homini.

Pocas bandas ha habido con una inclinación más decidida hacia lo tétrico que Eskorbuto, siempre acompañados de cerca por la muerte. Aquí podrían encajar unas cuantas canciones suyas, con 'Enterrado vivo' como otra buena opción, pero vamos a tirar por 'Más allá del cementerio', en la que el trío vizcaíno acompaña a los difuntos en su lúgubre marcha de mil años por el mundo. Aunque no falta su habitual tono descarnado, abordan el asunto con especial delicadeza: «Los muertos vagan eternamente, / los muertos vagan por la tierra / abrumados por el dolor / de no poder descansar / y ahora buscan aquel lugar / más allá del cementerio». En la liturgia de los conciertos, la canción brindaba la ocasión de ver a cientos de punkis coreando 'amén'.

Ya que hemos empezado esta pequeña lista con un escalofrío, acabemos con otro. 'Miedo', el álbum que Pla editó en 2018 junto a Raül Refree, nació como un proyecto de canciones para niños. La cosa fue evolucionando, pero ese vínculo con la infancia nunca se perdió del todo: 'Entierro', con los estremecedores coros flamencos de Rocío Márquez, describe el momento en el que están dando sepultura a un crío... que no está muerto. «Pobre niño, grita mucho. / Nadie escucha al pobre niño, / ni sus gritos de socorro. / Tan fuerte lloran los vivos / que no escuchan ni a los muertos».