'Conversation Piece', de Juan Muñoz. El Correo

Buenos tiempos para Juan Muñoz

El Museo del Prado establece vínculos entre la obra del autor madrileño y figuras como Goya y Parmigianino

Sábado, 6 de septiembre 2025, 00:32

Vivimos un periodo de zozobra, un tiempo en el que las certezas tradicionales se diluyen. El concepto del progreso como condición inmanente a nuestra identidad ... se ha resquebrajado. La violación masiva y diaria de los derechos humanos se desglosa en frías estadísticas de víctimas inocentes y, ajenos a la historia y sus trágicas lecciones, los ciudadanos de los Estados de Derecho se decantan en las urnas por lobos que ya ni siquiera disimulan su ferocidad. La habitual risa sardónica de los personajes de Juan Muñoz se antoja adecuada a esta tragicomedia cotidiana. Parece que son ellos quienes nos contemplan y se burlan de nuestra sinrazón. El anuncio de la celebración de una exposición de su trabajo en el último trimestre del año en el Museo del Prado devuelve al autor prematuramente fallecido a la actualidad.

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Esta cita no constituye una incursión excepcional de la entidad en el arte contemporáneo. Entre otras iniciativas, la pinacoteca nacional ya se ha asomado a la obra de autores como Pablo Picasso, Fernando Zóbel y José Manuel Ballester, mediante encuentros que pretenden poner en valor el peso de la historia de la plástica en su creación actual.

La muestra en ciernes aspira, una vez más, a establecer sugerentes relaciones entre la creación de nuestros días y la influencia de los grandes de la plástica. En el caso del desaparecido artista, las informaciones proporcionadas apelan al dramatismo de Francisco de Goya, asimismo eco de una época torturada, a la vindicación de sujetos con enanismo, tal y como hiciera Velázquez, o a la relación con la arquitectura, caso de Piranesi.

Pero, quizás, los vínculos más atractivos se establecen con el virtuosismo escenográfico del pintor y grabador Girolamo Francesco María Mazzola, más conocido como 'il Parmigianino', el gran referente del manierismo italiano. La conexión formal resulta evidente. Frente al equilibrio clásico, los maestros de este último tramo del Renacimiento acuden a perspectivas originales, al empleo del escorzo y el acercamiento no estereotipado a la figura, sometida a posturas no convencionales. Tras ser tachadas de afectadas, de mero ejercicio estetizante, la singularidad de su apuesta por la distorsión y el ilusionismo fue reconocida por la crítica durante el pasado siglo.

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Las esculturas e instalaciones de Muñoz también demandan otra mirada. La figura humana es abordada desde posturas y ángulos insólitos, tal y como sucede con 'Hanging Figures', exhibida en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. La proporción anatómica y la habitual frontalidad son sacrificadas en aras de planteamientos osados capaces de generar lecturas humanistas que nos estremecen. Dentro de un par de meses, los peculiares individuos del autor madrileño, sufrientes, irónicos, incomunicados, indistinguibles, exhibirán, una vez más, esa extrañeza tan desasosegante. Ellos actúan como un espejo fiel en el que no cabe disimulo ni excusa. Somos como somos.

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