Antonio Gómez se mete en la piel de 'Billy el Niño' mientras Jessica Belda y Jesús Barranco interpretan a varios personajes. laura ortega

El teatro da voz a las víctimas de 'Billy el Niño'

Llega a Basauri la obra que documenta con testimonios reales «la violencia que también construyó la Transición»

Teresa Abajo

Bilbao

Viernes, 27 de enero 2023, 18:15

Antonio González Pacheco, conocido como 'Billy el Niño' por la rapidez con que sacaba la pistola en los interrogatorios, murió de covid en mayo de 2020, a los 73 años, con las medallas intactas. Le concedieron cuatro entre 1972 y 1980, y cada una de ellas incrementaba su pensión como ex inspector de la Brigada Político Social. Una de esas condecoraciones al mérito policial, la que recibió en julio de 1977 por iniciativa del ministro Martín Villa, es el punto de partida de 'Homenaje a Billy el Niño', la producción de Teatro del Barrio que da voz a los grandes ausentes en aquellos homenajes.

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Los hombres y mujeres que torturó recuerdan su historia en esta obra que este sábado llega a Basauri (Social Antzokia, 20.00 horas) y en junio se verá en Bilbao. Sus autoras, Ruth Sánchez y Jessica Belda, se conocieron en la sala madrileña y hacen «teatro político». El espectáculo 'Españolas, Franco ha muerto', dirigido por Verónica Forqué, les dio la idea de profundizar en el personaje de 'Billy el Niño'. «Queríamos contraponer el silencio de la lucha de las mujeres y el ruido de la otra Transición, la violencia con la que también se construyó», afirma Belda.

Empezaron a buscar documentación y a hacer entrevistas. «Nos ha ayudado mucho La Comuna (asociación de presos y represaliados por el franquismo) y en especial Chato Galante, que murió durante la pandemia uno o dos meses antes que Billy el Niño». Los testimonios son fieles a la realidad y las escenas de tortura «se han construido teatralmente a partir de las denuncias». Se presentaron más de 15 querellas, archivadas por la prescripción de los delitos y la Ley de Amnistía. No fue hasta el pasado mes de diciembre, más de dos años después de su muerte, cuando le retiraron las condecoraciones, entre otros honores otorgados por el franquismo, al amparo de la Ley de Memoria Democrática.

Para entonces su historia llevaba meses en los escenarios. La obra alterna el teatro documento con escenas recreadas desde la ficción como los encuentros entre 'Billy el Niño' y Rodolfo Martín Villa, caricaturas de «las cloacas del poder». Hay momentos de distensión «e incluso de humor» como vía de escape. «Todo el proceso ha sido muy delicado. Nos producía desasosiego que hubiera violencia explícita y hemos sido absolutamente respetuosos con las víctimas», dice Jessica Belda, que también forma parte del reparto. «Tenía miedo a suplantar un dolor que yo no he sentido en mi carne. Luego entendí que todos sufrimos las consecuencias de aquello, es el dolor de los que estamos viviendo en democracia».

El casco y el radiador

Antonio Gómez se mete en la piel de un hombre que se escondía –en 2014 fue con casco a declarar en la Audiencia Nacional, que rechazó su extradición a Argentina– y del que apenas se conoce su pasión por los maratones y las artes marciales. Junto a la directora, Eva Redondo, creó un arquetipo «que abarca a todos los 'billys' que ha habido y hay por el mundo, una personalidad creada a base del odio a quien piensa diferente que tú», explica el actor. Jesús Barranco y Jessica Belda encarnan a Chato Galante, Lidia Falcón, Felisa Echegoyen y otras víctimas. Ellos prefieren que no les llamen así «porque fueron represaliados muy jóvenes, pero la mayoría siguieron luchando».

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En las conversaciones hablaban a menudo «del casco que llevaba Billy, el radiador contra el que les pegaban... esos objetos que se quedan en la memoria y adquieren un valor simbólico» cobran vida en esta obra, que tiene entre su público a gente que han sufrido torturas. «Cada persona que ha pasado por eso nos ha aportado muchísimo, es precioso cuando te corrigen un dato», dice la autora.

Pero al otro 'Billy' no le resultó fácil. «Las primeras funciones lo pasaba muy mal y me iba a casa hecho polvo», cuenta Antonio Gómez. «No es lo mismo interpretar a un malvado de ficción que a uno que sabes que fue real. Tú lo pasas mal por remover su mierda emocional y ellos incluso te dan las gracias. Lo ven como un ejercicio de sanación, un altavoz para esta historia».

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