Diego Martin-Etxebarria dirigirá 'Amaya', nunca interpretada en la Quincena hasta ahora. Michal Novak.

Diego Martin-Etxebarria

Director de orquesta
«La magia llega con la práctica»

El maestro alavés debuta mañana en la Quincena con una versión en concierto de 'Amaya', de Jesús Guridi, al frente de la Euskadiko Orkestra

Viernes, 8 de agosto 2025, 00:12

Diego Martin-Etxebarria (Amurrio, 1979) es un maestro que se deja ver en el podio de orquestas de medio mundo. De Japón a Alemania, pasando ... por la República Checa, se le ve con mucha amplitud de miras y reflejos. De jovencito no solo tocaba el piano y el oboe, sino que también jugaba en el Bedarbide de Orduña. En la actualidad es un todoterreno que lo mismo aborda piezas del barroco que música contemporánea. «Eso sí, no pierdo de vista la producción vasca», recalca en conversación telefónica con EL CORREO desde su casa en Madrid, muy orgulloso de debutar mañana en la Quincena con una versión de concierto de la ópera 'Amaya', de Jesús Guridi. A falta de escenografía, es una partitura a la que le sobran méritos para hacerse valer.

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Marcadamente wagneriana, con sacudidas que remiten a Stravinsky y Strauss, no le faltan tampoco ramalazos de folclore vasco. Es una epopeya medieval en euskera que produce un efecto hipnótico y litúrgico. En el Kursaal se ofrecerá con un reparto euskaldun liderado por Arantza Ezenarro (Amaya), Gillen Munguía (Teodosio) y Marifé Nogales (Amagoya). La Euskadiko Orkestra y el Coro Easo arroparán a los cantantes, con el aliciente de estrenar en la Quincena la segunda ópera del compositor alavés. La última vez que pudo disfrutarla el público vasco fue hace 27 años, en el Teatro Arriaga, y en la temporada de la ABAO solo se ha representado en 1962 y 1986. A punto estuvo de ofrecerse en la Quincena hace cinco años, pero la pandemia frustró el proyecto.

– Desde 1933 no se interpretaba 'Amaya' en San Sebastián. Difícil de creer, ¿verdad?

– Eso mismo me preguntaba un amigo el otro día. ¿Qué pasa? ¿Cómo se explica? La música es fantástica y merece más proyección, ya no digo a nivel internacional sino en Euskadi. Somos muy malos a la hora de vender nuestro producto. Nos falla el marketing. Más allá de 'Diez melodías vascas' y 'El caserío', es muy raro que se programe música de Guridi.

– ¿Qué le ha llamado la atención de la partitura?

– La influencia alemana. Es muy distinta a 'Mirentxu', más popular y deudora de la ópera italiana. Se nota la impronta germana desde la propia estructura general, sin números cerrados, con un discurso continuo... Eso quiere decir que no hay arias o momentos claramente delimitados y espectaculares. Y a lo mejor, quién sabe, puede que la falta de ese tipo de números, brillantísimos y aislables de todo lo demás, haya dificultado su promoción.

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– ¿En qué sentido?

– Pues que no tiene un 'Nessun dorma' como 'Turandot' o una escena como la muerte de Isolda.

– Dicen que cuando se estrenó en el Teatro Real, allá por 1923, le encantó a Alfonso XIII. La ezpatadantza, como símbolo patriótico y guerrero vasco, le volvía loco.

– La ezpatadantza es potente, sí, pero no acaba de ser un número estratosférico.

Ambiente de trabajo

– Como toda ópera, se concibió para ser representada. ¿Le incomoda que vaya a ofrecerse en una versión de concierto?

– En principio, el formato representado es el ideal, a no ser que vaya en contra de las voces. Hay propuestas escénicas y propuestas escénicas, ya me entiende. Dicho esto, una versión de concierto te permite profundizar más en los detalles musicales. La concentración es mayor, no hay separación entre el foso y el escenario, ni ruidos de maquinaria ni pisadas...

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– Todo tiene sus pros y contras.

– Así es. Hay que saber adaptarse y crear un buen ambiente de trabajo. Nada más. Para mí es lo fundamental, aplicable no solo a los artistas, sino a nuestra sociedad en general. Hay demasiada frustración, demasiado estrés.

– Usted fue oboísta en la orquestas del Liceu y en la de San Cugat. Conoce muy bien las sensaciones más allá de la barrera. ¿Afecta mucho no tener un director titular, como es el caso de Euskadiko Orkestra y la Sinfónica de Bilbao?

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– Todo depende de la situación de la orquesta. Si se encuentra en una situación estable y tranquila, la falta de un director titular se puede sobrellevar perfectamente.

– ¿No se pierden las señas de identidad con un director distinto para cada concierto?

– Ya no es como antes. No hay cambios drásticos de sonido por tener un director titular concreto. No se busca un sonido personal que impregne todo lo que tocan los músicos. Ahora las energías se vuelcan en las decisiones artísticas, en solucionar problemas y reconducir situaciones. No existe una obsesión por el sonido personal. Lo que sí importa y se nota una barbaridad es el ambiente. Hay que hacer lo posible para que la gente vaya a gusto a trabajar.

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– ¿Qué tal con el reparto de 'Amaya'?

– Muy bien. Y, además, son cantantes locales y euskaldunes. Tenemos gente sobradamente preparada.

– Usted ocupó el cargo de 'principal director residente' del Teatro de la Ópera de Chemnitz. También trabajó en los teatros de Krefeld y Mönchengladbach. Es más, llegó a tener casa en Berlín. ¿Y ahora? ¿Qué tal es su relación con Alemania?

– Muy estrecha. Continúa siendo mi mercado natural. No pierda de vista que yo estudié allí. Eso marca la diferencia. Hice mi posgrado en dirección de orquesta en Weimar y Dresde. Aquella etapa me abrió muchas puertas.

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– Ahora vive en Madrid. ¿No corre el peligro de que se olviden de usted?

– En Alemania son muy prácticos: si te formas allí, contarán siempre contigo. Han invertido en ti y quieren que hagas valer lo que has aprendido. Les estoy muy, muy agradecido. Limitarte al mercado español, que es pequeño, no te da muchas opciones.

– Deme cifras para verlo claro.

– En Alemania tienen 130 orquestas públicas, mientras que en España hay 29.

– También le debe mucho a Japón, donde ganó en 2015 un concurso que catapultó su carrera.

– Sí, me gusta mantener el contacto aunque su manera de trabajar es muy autosuficiente. En definitiva, que dan prioridad a su gente. Hay un montón de directores y muchísimas orquestas. No les interesa salir de Japón porque les sobra el trabajo en su país.

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– Usted tiene 46 años. ¿Cómo ve el auge de los directores jovencísimos?

– No pongo en duda que haya profesionales con 20 años que son escandalosamente talentosos. Lo que no parece de recibo es que da la impresión de que los directores de más de 40 ó 50 ya no interesan al mercado. La experiencia es un grado, máxime en un trabajo como el nuestro. La magia llega con la práctica y los muchos años.

– Y hablando de lo que supera el entendimiento, ¿qué opina del reguetón?

– Me parece un dolor. No puedo, no puedo... Lo cual no significa que no entienda que se programe porque gusta a mucha gente. Tiene toda la lógica del mundo.

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– ¿Y la calidad? ¿No hay que pensar en ofertas de nivel?

– No debemos obsesionarnos con la educación y la pedagogía... Lo importante es la diversidad de espectáculos para que la gente disfrute. No todo el mundo tiene los mismos gustos, ni la misma cantidad de tiempo o dinero. Yo defiendo lo mío, pero entiendo que se satisfaga la demanda de otro tipo de públicos.

Conflicto entre la tradición pagana y el linaje cristiano

El legado de Jesús Guridi (1886-1961) es muy variado, con música escénica, coral, cinematográfica, orquestal, de cámara, para banda... Pero Manuel de Falla tenía claro que una sola obra suya bastaba para hacerle un hueco en la Historia de la Música. Y sí, por supuesto, se refería a la ópera 'Amaya'. Inspirada en la novela del autor navarro Francisco Navarro Villoslada, publicada por capítulos en la revista 'Ciencia Cristiana', el padre franciscano José de Arrúe se encargó de la traducción al euskera y José María Arroita Jáuregui consiguió darle forma de libreto. No fue sencilla la adaptación, pero el argumento salió ganando al simplificarse y eliminarse el antisemitismo del libro. La historia se ambienta en las Vascongadas y Navarra del siglo VIII y todo gira en torno al enfrentamiento entre la tradición pagana y el linaje cristiano de los nuevos líderes, en un contexto de desencuentros amorosos, traición y crimen.

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