León Benavente, orgiásticos, intelectuales y bailongos en el Dale Candela Fest
El cuarteto capitalino llenó la explanada del Puerto Viejo de Getxo de un público predispuesto que le acompañó en un salto al hiperespacio en modo danzón y mecánico. Un concierto de lo mejor del año
Estuvo llena de gente la explanada del Puerto Viejo de Algorta este viernes, segunda jornada de las cuatro del solidario 4º Dale Candela Fest, que ... ya saben lucha contra la enfermedad degenerativa ELA. Las mayores aglomeraciones del viernes, surcadas de muchos jóvenes, se vivieron durante los conciertos de Los Zigarros valencianos (muy bueno su show pero claramente en U: arranque guitarrero, ecuador más lento con importancia del piano, y final otra vez guitarrero, rock-a-roller e infeccioso) y de los capitalinos León Benavente, que dieron uno de los mejores conciertos del año, de 16 temas en 73 minutos, de ellos siete cortes de los diez de su quinto y último disco, 'Nueva sinfonía del caos' (25).
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Un show con sonido de ciencia ficción para 18 canciones en 83 minutos vitaminados, vivificantes, y adornados con luces de batalla espacial. Una luminotecnia mejor que las del Dale Candela, donde el sonido, el volumen, dio un salto a mitad de la tercera canción, como si el Halcón Milenario pasara al hiperespacio, y el sonido devino hiperpotente y ultralimpio, y entonces se repitieron las condiciones para entrar de nuevo en el top de 2025 pero esta vez desde Bizkaia.
Los leones arrancaron mecánicos con 'ÚSAME/TÍRAME' y su líder Abraham Boba cantó con dicción chulesca a lo Alcalá Norte 'A LA MODA'. Antes de la tercera, Boba nos provocó: «Estáis un poco dormidooos. Esperamos que bailéis y sudéis tanto como nosotros aquí arriba», y a la mitad de esta certera 'NADA' (una errata que mejora el texto, pues quisimos poner tercera), entramos en el hiperespacio.
Abraham rapeó como un Groucho Marx del rock del siglo XXI en 'Amo', dedicó 'Ánimo, valiente' (cual Pepito Grillo entre su exjefe Nacho Vegas y de nuevo los emergentes Alcalá Norte) a Jorge Martínez, el líder de Ilegales, que acaba de anunciar que padece cáncer, y la melancolía after punk con lírica algo a lo 'El principito' anegó 'La Ribera'. El baile con ruiditos en la estela de Alan Vega agitó 'California' (con sus vórtices tan Jon Spencer y con su guiño a Triángulo de Amor Bizarro al citar al fantasma de la Transición), y el dance entre Fangoria y, boom, Chemical Brothers, embargó a 'Mítico'.
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Y ya hasta el final todo fue climático, robótico, bombástico, cuasi orgiástico (pero intelectualmente izquierdista) y con el público, en su fracción más juvenil, coreando muchos cachos de letras: el punk espetado en 'SU VERSO', la palestra orwelliana de 'Tipo D' (quiero ser…, con pasajes al vaivén de El Columpio Asesino y en un momento con Abraham tocando el piano con sus botines de tacón alto, como si fuera Jerry Lee Lewis), un 'QUÉ CRUEL' que brotó cual baile brutalista con Abraham batiendo la batería (al acabar nos interpeló: «hey, qué pasa, Getxo, al final os hemos hecho bailar, ¿eh?»), y de seguido y sin embargo 'LA AVENTURA' fue baile naíf algo Los Sencillos', una de sus canciones señeras como 'Ser brigada' sonó cuesta abajo y tan fatídica que se sabía que al final llegaría tal choque fatal que ríete de la película 'Sirat' (esta contuvo guiños a Black Sabbath en la guitarra postrera), 'EN EL FESTÍN' fue otra pieza brutalista con saltos escénicos de Boba y aura de la película 'El triángulo de la tristeza', y dos de sus cumbres las reservaron para el epílogo: 'Gloria', otro kraut rock con rápido recitado reservado para el infierno eufórico («¿qué pasa en España?», se pregunta la letra), y el adiós, sin esa vulgaridad de los bises, con una de las favoritas, 'Ayer salí', un rock mecánico con Abraham cantando entre el público y despidiéndose tras acabar diciendo «eskerrik asko, Getxo, os queremos». Jopé, qué buenos estos Benaventes…
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