La complejidad de Kafka y su obra, condensada en una vasta exposición
30 reconocidos artistas abordan la figura del escritor checo en 'Caleidoscopio', la muestra gratuita del Bizkaia Aretoa en el marco del Festival JA!
Basta observar los nombres de los artistas que han aportado obra original a 'Caleidoscopio Kafka', la exposición sobre el escritor checo organizada por el Festival JA!, para hacerse a la idea de la extensión y riqueza de la muestra que se expone de forma gratuita estos días en el Bizkaia Aretoa de Abandoibarra.
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Ahí están las ilustraciones, viñetas, retratos y cómics de Robert Crumb, Miquel Barceló, Paco Roca, Ana Juan, Luis Scafati, Peter Kuper, Renáta Fučíková, Fernando Falcone, Sara Morante, Rodrigo Cortés, Caroline Leaf o Alex Orbe. Solo por citar algunos, y así hasta sumar 30. Este despliegue lo merece sin duda la figura de Kafka, su legado literario y su impronta en la cultura europea que recorre todo el siglo XX y llega hasta nuestros días.
Una obra compleja propia de una personalidad compleja. Es esa complejidad la que han intentado captar desde el festival literario con esta muestra, según detalla a EL CORREO la comisaria de la exposición, Carolina Ontivero: «El caleidoscopio que da nombre a la muestra significa las múltiples miradas sobre Kafka de estos artistas. No queríamos simplemente exponer quién era Kafka, sino que cada uno diera su visión o interpretación personal sobre el autor».
La exposición es por tanto una recopilación de 130 piezas originales «de carácter visual y libre» que se cuenta entre las más extensas que se han organizado este año en Europa con motivo del centenario de la muerte del genial escritor. Todas estas obras conforman así una reinterpretación de una figura que, a pesar de que todo el mundo la conoce o cree conocerla, tiene muchas aristas ya desde los inicios de su biografía.
Franz Kafka (Praga, 1883- Kierling, 1924) nació en una familia judía afincada en la capital checa, pero de origen rural, y que trataba de desterrar su identidad y religión para adaptarse a las élites burguesas que regían la vida de la ciudad a finales del siglo XIX, todavía bajo el Imperio Austrohúngaro. Todo esto se tradujo en una personalidad y un intelecto rico a la par que complicado.
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La artista e ilustradora Sara Morante explica que con este trabajo ha sido consciente de la dificultad de abordar a Kafka. «Descubres que era un hombre de una sensibilidad especial, que no solo destacaba por su humor, sino también por una gran ternura», revela Morante, cuyas ilustraciones forman parte de este espacio expositivo dividido en dos grandes salas y un pasillo del edificio de la UPV de Abandoibarra.
La primera de las salas está dedicada exclusivamente a 'La metamorfosis', con 18 artistas, cada uno con su técnica, estilo y personalidad; revisitando la obra magna del autor con el absurdo como 'leitmotiv'. «De la misma historia, salen numerosas ilustraciones y cómics que parecen historias diferentes a la imaginada por Kafka», celebra Morante. «Y además es estimulante reconocer en las paredes el estilo propio de cada artista», coinciden la comisaria y la ilustradora.
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El humor como eje
Tras un pasillo en el que autores como Tom Gauld, Peter Kuper o Nicolas Mahler aproximan a Kafka al siglo XXI en clave humorística, la segunda sala combina otros grandes títulos del escritor checo, como 'El proceso' o 'El castillo', con adaptaciones de relatos y cartas del autor, así como con la proyección de un corto de animación de Koji Yamamura basado en el cuento 'Un médico rural'.
Además del absurdo, y en consonancia con el espíritu del festival JA!, el otro eje de la exposición es el humor, elemento imprescindible en la producción literaria del checo. Un sentido del humor particular, como muestra la famosa cita en su diario del día de 1914 en el que estalló la Primera Guerra Mundial: «Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar». Pese a este laconismo cínico de la frase, la contienda le afectó de pleno. Perdió amigos, así como oportunidades editoriales e incluso intentó alistarse sin éxito –fue rechazado por su delicada salud–.
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De ahí pasó al declive físico, que no literario –siguió escribiendo algunas de sus mejores obras–, lastrado por una tuberculosis que finalmente lo llevó a la tumba hace un siglo a la temprana edad de 40 años. Todos estos detalles biográficos, así como su producción literaria, se recogen y reinterpretan hasta el día 31 en las paredes de estas dos salas del Bizkaia Aretoa. «Todo era complejo en él», concluye Ontivero, en lo que bien podría ser un epitafio del escritor.
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