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Julio Arrieta
Miércoles, 22 de diciembre 2021
El análisis de un conjunto de muestras de ADN antiguo obtenidas de restos humanos enterrados en una tumba neolítica en Inglaterra ha revelado que 27 de las 35 personas inhumadas en las dos cámaras sepulcrales del monumento estaban emparentadas. De hecho, pertenecieron a cinco generaciones de una familia extensa que vivió hace 5.700 años, aproximadamente, en torno a un siglo después de que se introdujera la agricultura en lo que ahora es Gran Bretaña. El estudio, cuyos resultados se publican en el último número de 'Nature', ha sido realizado por un equipo multidisciplinar formado por arqueólogos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y genetistas de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), la Universidad de Viena y la Universidad de Harvard.
El de Hazleton Norte es un monumento funerario del tipo conocido como 'long barrow', un túmulo alargado propio de principios del Neolítico. Son montículos de tierra de forma trapezoidal o rectangular que suelen albergar enterramientos colectivos en cámaras sepulcrales construidas en su interior. En Inglaterra y Escocia se conocen unos tres centenares. El túmulo de Hazleton Norte fue excavado por el malogrado arqueólogo inglés Alan Saville entre 1978 y 1982. Cuenta con dos cámaras funerarias con corredor, cuya planta tiene forma de 'L', que se abren en dos lados opuestos del monumento, una orientada al Norte y otra al Sur. En ambas se encontraron abundantes restos humanos, de varios individuos.
Como parte de una investigación más amplia, se tomaron recientemente muestras de estos restos -de huesos y dientes- para analizar su ADN. El resultado ha sido sorprendente, como explica el genetista Iñigo Olalde, investigador Ikerbasque en la UPV/EHU y en la Universidad de Harvard. «Estas muestras iban para un proyecto más grande que estudia las migraciones durante el Neolítico y la Edad de Bronce en Gran Bretaña, y que de hecho es objeto de otro artículo que también se publica ahora. Es un proyecto que trabaja con muchas muestras neolíticas, del Bronce y de la Edad del Hierro».
Al emprender su trabajo con las muestras de Hazleton Sur, «no teníamos ni idea de que nos iba a salir una familia. Yo hice el análisis de parentesco que hago para todas las muestras y resultó que en este yacimiento en particular nos empezaron a salir muchas relaciones familiares. En principio no le dimos mayor importancia», añade Olalde. Fue un arqueólogo, experto en parentesco, quien se fijó en estas relaciones, apuntó que «podía ser importante y propuso hacer un artículo específico».
Resultó que 27 de los 35 individuos enterrados en Hazleton North eran parientes y pertenecieron a 5 generaciones de la misma familia extensa. La mayoría de las personas enterradas en la tumba «eran descendientes de cuatro mujeres que tuvieron hijos con el mismo hombre». Toda la familia fue enterrada en ambas cámaras sepulcrales, pero la distribución no es casual.
«Esto es importante», destaca Olalde. «En este tipo de tumbas alargadas con dos cámaras los arqueólogos siempre se habían preguntado si se trataba de una cuestión puramente arquitectónica o tenía que ver con la estructura social de los grupos. Y nosotros hemos visto que sí, que tiene relación con las estructuras sociales. Cuando estaban construyéndolo ya sabían que en una de las cámaras iban a poner a dos de las mujeres y sus descendientes y en la otra a las otras dos mujeres y sus descendientes».
La investigación ha revelado además que los hombres eran enterrados generalmente con su padre y sus hermanos varones, lo que sugiere que el linaje era patrilineal y que las generaciones posteriores enterradas en la tumba estaban completamente ligadas a la primera generación solo a través de sus parientes varones. Pero hay otra particularidad significativa. Dos de las hijas del linaje que murieron «siendo niñas fueron enterradas en la tumba, pero no encontramos hijas adultas. Esto nos sugiere que -en esta comunidad- una vez que las mujeres llegaban a la edad reproductiva se marchaban y no eran enterradas ahí. Probablemente se enterraban con las familias con las que emparentaban en otros lugares». Por el contrario, sí que están los hombres venidos de fuera del grupo. «En general hay más hombres que mujeres. Si eras hombre, era más probable que acabaras enterrado aquí».
Esta es la primera vez que «podemos ver esta exogamia femenina de manera directa, porque esta es la primera gran familia que podemos reconstruir en el Neolítico y en la prehistoria en general», añade Olalde. Ya se tenían indicios para el Neolítico de «que las mujeres tendían a ser más móviles que los hombres. Pero este es el primer caso en el que vemos claramente que en una tumba familiar faltan las hijas. Esto te está diciendo que o bien se enterraron fuera de la tumba o, lo más probable y como nosotros creemos, estén en otras tumbas de otros grupos del entorno, y las acabemos encontrando ahí».
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De hecho, apenas a 50 metros de distancia de Hazleton Norte está Hazleton Sur, otra tumba que está intacta. «No se ha excavado todavía. Imagínate que se excava se obtienen muestras y encontramos las mujeres de la familia que nos faltan en esta. Eso ya sería espectacular».
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