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Sofía Abaitua, en Bilbao.

«Nosotros también tenemos que adaptarnos a los refugiados, es un esfuerzo mutuo»

Sofía Abaitua, responsable del servicio de psicología de CEAR Euskadi, destaca que los desplazados «vienen con la esperanza de encontrar un lugar donde poder empezar una nueva vida»

macarena tejada

Lunes, 30 de mayo 2016, 01:24

Sofía Abaitua, responsable del servicio de psicología de CEAR Euskadi, sabe a la perfección cómo hay que tratar a los refugiados sirios que llegan estos días a Euskadi. La Comisión de Ayuda al Refugiado ofrece apoyo a todos aquellos desplazados que vienen al País Vasco «con la esperanza de encontrar un lugar donde poder empezar una nueva vida». Abaitua incide en la importancia de que estas personas tengan un buen recibimiento porque, como bien dice, en una situación similar «todos nosotros querríamos que se nos acogiera con los brazos abiertos».

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¿Cuál es el primer paso en el proceso de integración de una persona refugiada?

Lo primero es intentar generar un espacio en el que puedan empezar a reconstruir todos los aspectos de sus vidas que se han roto, y que generalmente son muchos. Hay que cubrir necesidades que tienen que ver con la alimentación, el alojamiento... En definitiva, se debe proporcionar ese espacio en el que se pueda descansar y empezar a andar de nuevo.

¿Qué es lo más importante?

Lo esencial es que las personas puedan tener ese espacio en el que puedan recuperar la confianza. El periodo de adaptación depende muchísimo de la trayectoria que traigan, de la experiencia que hayan vivido en el camino. Las personas que vienen de países con otras lenguas, como Siria, tienen más problemas para empezar a trabajar que quienes vienen de Venezuela, que ya saben el idioma. También depende mucho de la capacidad de cada persona para superar las adversidades. De todas formas, insisto en que lo que hace falta es que puedan tener un entorno y un contexto de seguridad, no solamente en el momento de la llegada, sino a largo plazo, para que puedan tener su tiempo para recuperar todo eso que se ha podido romper.

No es lo mismo salir del país de origen en avión que cruzar el mar en una balsa...

Dependiendo de la experiencia que has tenido tanto en el país de origen como en el trayecto, tu actitud va a ser diferente cuando llegues al lugar de acogida. Las vivencias negativas pueden retraumatizar, no ayudan.

¿Qué tipo de apoyo necesitan nada más pisar el nuevo país?

La persona tiene que ir conociendo el entorno en el que se va a mover en todos los ámbitos. No es una cuestión de enseñar. Nosotros también tenemos que aprender a adaptarnos a las personas que llegan, no solo ellos a adaptarse a nosotros. Es un esfuerzo mutuo. Es importante el papel de la sociedad en su conjunto, pero también el de las instituciones educativas y sanitarias, por ejemplo. Son pasitos que se dan en el día a día y tanto las personas que han llegado como las que estamos aquí tenemos un papel muy activo en esto.

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¿Con qué mentalidad llegan?

En general, con esperanza. Esperanza de encontrar un lugar donde poder empezar una nueva vida. También con mucho dolor, porque se dejan un gran número de cosas atrás. Pero aunque haya mucho sufrimiento se llega con la expectativa y esperanza de poder estar en un sitio donde empezar de nuevo y ayudar a personas que hayas podido dejar atrás. Otra cosa es que sean procesos frustrantes en los que hay muchos factores externos que, de alguna manera, no te dejan control sobre tu propia vida. A lo largo de estos procesos puede haber pérdida de esperanza, pero llegar a ese espacio de seguridad supone un alivio, sobre todo para quienes han puesto en peligro su vida durante el viaje.

El proceso de adaptación

¿Quién se adapta con mayor facilidad al nuevo hogar?

No es lo mismo llegar en familia que solo. También depende mucho de la edad de los niños, en caso de tener hijos. Los más pequeños son quienes tienen mayor facilidad de reconstruirse y de adaptarse a nuevos contextos. Ayuda que tengan esas figuras (los padres) que les aseguran la protección. Los niños son más flexibles.

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¿Cuál es el papel de la sociedad en la acogida de estas personas?

Toda la sociedad tiene un papel importantísimo. Piensa que te ves obligada a salir corriendo de tu país porque no hay una mínima seguridad y llegas a un contexto nuevo... En esa situación todos querríamos que nos acogieran con los brazos abiertos, que no nos miraran con caras raras... En la sociedad hay recelo y miedo al diferente. Esto hace muchísimo daño. Hay que facilitarle en todo lo posible las necesidades que puedan surgir y actuar de la manera más humana y natural posible.

El objetivo principal de muchos de los refugiados sirios que acaban en Euskadi era, en un principio, Alemania o Inglaterra...

Así es. Muchos, de hecho, intentan seguir con su objetivo. A nadie le gusta que tomen decisiones en su vida, a los refugiados tampoco. Las reacciones pueden ser de todo tipo. Hay personas que quieren ir a un sitio determinado porque han oído hablar de él, pero otras porque tienen ahí a toda su familia. En este segundo caso la sensación de rabia e impotencia es grande. Es algo que no se vive bien porque nos gusta tomar las decisiones de nuestras vidas a nosotros mismos, que nadie elija por nosotros.

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¿Los desplazados venezolanos o saharauis que llevan aquí tiempo pueden sentirse 'refugiados de segunda'?

Sí. Desde luego, esto es algo que hemos podido ver en personas de otras nacionalidades o que llevan tiempo aquí. Desde el último año parece que las únicas personas refugiadas que hay son las sirias. Si los refugiados que están aquí ya se sienten un cero a la izquierda, esto no ayuda. Muchas personas así lo han expresado. Por otro lado, son conscientes de la realidad que se está viviendo en Siria y esto también puede verse como una oportunidad para que se tengan más en cuenta a todos los desplazados.

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