Urgente Muere un vizcaíno de 38 años y varios familiares resultan heridos en un accidente de tráfico en Huesca
Arcaya lleva a cabo todo tipo de proyectos creativos.

«Las ciudades más estresadas del planeta están en Europa»

Esta vasca ha conseguido que el segundo mejor estudio de iluminación del mundo la patrocine para obtener su visado

iratxe gómez bringas

Domingo, 10 de abril 2016, 00:57

Son las diez de la noche y Rosa Arcaya Guinea está a punto de irse a dormir. Se levanta a las seis de la mañana porque se está preparando para un triatlón. Algo muy habitual en Australia, el país donde reside esta vasca desde hace tres años. Allí el deporte forma parte del día a día de todos. Son fervientes seguidores lo mismo del rugby que de la Liga Australiana de Fútbol. Juegan al críquet en los jardines y en las playas. En verano siguen con atención el Grand Slam de tenis. Acogen los torneos más importantes de golf y el Gran Premio de Australia de Fórmula 1 tiene fama planetaria. Por todo ello, el padre de Arcaya le dijo en una de sus visitas que Sidney era «la ciudad del futuro», porque todo el mundo allí práctica alguna disciplina.

Publicidad

Pero no fue el deporte lo que llevó a esta alavesa a trasladarse a la otra punta del mundo, sino entrar en uno de los mejores estudios de diseño de iluminación del mundo. La familia de ella siempre se ha dedicado al diseño de interiores y al marketing. Empezando por su abuelo que cuenta con una conocida tienda en el País Vasco de mobiliario e interiorismo. Así que Arcaya Guinea siguió sus pasos por inercia y se matriculó en Elisava School of Design en Barcelona. «Allí me formé en diseño en general. Y poco a poco me di cuenta de que me integraba bien en este ambiente», explica. Fue al realizar su proyecto de fin de carrera cuando notó que tenía carencias en lo que respecta a iluminar proyectos. «No tenía ni idea, así que empecé a investigar», dice.

«Existe mucha calidad de vida»

  • Sidney es una de las ciudades con más mezcla cultural. Alberga gente de todas las razas. De hecho, a muchos les resulta extraño que Rosa Arcaya Guinea comparta piso con una australiana. «No es lo habitual», confiesa. Lo que sí lo es salir del trabajo sobre las seis de la tarde e ir a practicar algún deporte. «Se llevan mucho los entrenadores personales para grupos de cinco que hacen ejercicios en los jardines». También es frecuente montar en bicicleta. Sin ir más lejos, si paras en un semáforo, puedes formar parte de una fila de otros diez ciclistas que van al mismo parque. «Existe mucha calidad de vida», resume esta alavesa.Y en cuanto a la fisonomía de la ciudad, no se construye por encima de las cuatro alturas. «Salvo el centro financiero de la ciudad, el resto son adosados con jardín».

Había recibido unas clases básicas en la universidad y pidió consejo a su profesora, que le aconsejó realizar un postgrado en este área. Al mismo tiempo llevó a cabo prácticas en dos estudios diferentes. Y fue entonces cuando descubrió que en España los proyectos no salían «con la misma calidad e ilusión». La iluminación siempre ha sido cosa de arquitectos e ingenieros, y poco a poco se ha ido ganando un sitio como una solución más. «Ahora juega un papel más importante, más independiente». Hay estudios creativos en España que lo ven, pero también otros puristas que no acaban de encajar este avance. En ese aspecto, en Australia y Estados Unidos nos llevan ventaja.

«Empecé a buscar en Internet y había muchos estudios en los que me apetecía trabajar», explica esta vasca. Ella tenía la inquietud de moverse ante los problemas económicos y de mentalidad que se planteaban en España en este sector. «Propuse a mi padre irme a Canadá, y viendo que en poco tiempo podía estar en la otra punta del mundo, me dijo que antes tenía en mente un viaje para toda la familia».

Una oportunidad

Los cinco integrantes de la familia iban a viajar por Sudamérica, pero al comparar precios y grado de exotismo, los padres de Arcaya cambiaron el paso y se decidieron por Asia. Ella recordó entonces su paso por Sidney cuando tenía 15 años -«una mala experiencia»-, y pensó que había llegado el momento de darle una nueva oportunidad a Australia. Durante quince días viajó con sus padres y hermanos hasta recalar la última semana en Sidney, decidida ya a quedarse sola y comenzar su aventura vital.

Publicidad

«El alquiler aquí es carísimo. Conseguí una habitación que salía a la semana por 330 dólares. Mi madre al verlo se echó a llorar, porque decía que no cabía ni la maleta». Antes de llegar a su nuevo destino se había aplicado como estudiante y echado muchos currículos. Así que consiguió la visa como estudiante de inglés, una disciplina a la que tenía que dedicar veinte horas semanales. Al mismo tiempo comenzó a trabajar en un restaurante otras veinte horas más para ganar algo de dinero. Pero nunca perdió de vista su objetivo, y tras buscar una oportunidad en muchos estudios, consiguió una entrevista.

«Les dije que estaba dispuesta a trabajar sin cobrar. Sabía que era muy complicado entrar, así que la ilusión fue mi mayor baza». Su jornada laboral y estudiantil no tenía fin. Esta situación duró un mes. «En Australia son honrados y, al ver mi esfuerzo y el resultado de mi trabajo, empezaron a retribuir mis funciones en la empresa». Había conseguido meter un pie en Electroligth, por puntos en premios, la segunda mejor del mundo. «Todos los que trabajan aquí son muy buenos. Así que me daba miedo que no me contrataran. Además, a los dos meses de entrar expiró el visado, así que la solución fue prolongarlo con un máster otro año».

Publicidad

Este postgrado lo habían hecho un compañero y el jefe de su empresa. Y le ha aportado muchos conocimientos técnicos que representan un gran valor añadido. Una vez terminado, Arcaya Guinea consiguió que la esponsorizaran, que es como te permiten seguir en el país, no siendo ya estudiante. Tiene un margen de cuatro años. Pero pasados dos, ya puede solicitar la visa permanente que le dará más libertad de movimientos.

Al tratarse de una empresa pequeña, todos hacen de todo. Llevan a cabo todo tipo de proyectos creativos en diseño de iluminación en exposiciones, hoteles, bares, restaurantes, oficinas, parques... Esta vasca se encarga, por ejemplo, de nivelar la iluminación de las vallas publicitarias. Son muchas horas de trabajo, pero en un ambiente más relajado. «Las ciudades europeas son las más estresadas del planeta. Aquí es todo lo contrario. El jefe de mi empresa llega a las diez de la mañana después de surfear, y se suele decir dont worry. La gente es muy seria y disciplinada, pero no se controla tanto el trabajo de los demás. Existe más confianza. Es un ambiente más relajado en el trabajo que se refleja en la ciudad».

Publicidad

Será por eso que esta vasca aún no ha decidido cuál será su siguiente destino. De momento, quiere aprovechar todo el esfuerzo realizado para conseguir su visado permanente, aunque la empresa cuenta con oficinas en Londres y San Francisco. «Ya se verá. Ahora estoy disfrutando de Sidney, es lo que toca».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad