Cada español consumo 9,8 gramos de sal al día.

Las patatas fritas serán más sosas

Los fabricantes de snacks pactan con el Gobierno reducir la cantidad de sal un 5% hasta 2020, al igual que ya ocurrió con el pan y algunos derivados cárnicos

María José Tomé

Miércoles, 3 de febrero 2016, 01:06

Cada español consume 9,8 gramos de sal al día, casi el doble de los 5 gramos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras autoridades sanitarias en base a la evidencia científica, que ha demostrado que un consumo excesivo está asociado a la hipertensión arterial y es uno de los principales factores de riesgo en las enfermedades coronarias y cerebrovasculares. Para que nos hagamos una idea gráfica, 9,8 gramos son una cantidad similar a dos cucharaditas de postre, que no salen exclusivamente del salero: aunque nos reprimamos a la hora de esparcir este sabroso condimento sobre nuestra ensalada, hay que tener en cuenta que el cloruro de sodio viene de serie en muchos de los alimentos que consumimos habitualmente, tanto frescos como procesados.

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Desde el pan a la carne, pasando por los embutidos, la harina, la leche, el queso, las galletas, los cereales del desayuno... La lista es infinita y, en muchos casos, sorprendente. Pero ahí están las evidencias: nada menos que tres cuartas parte de la sal que ingerimos llega a nuestro organismo a través de las comidas preparadas, según la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), organismo que hace una decada decidió declarar la guerra a un aditivo responsable de uno de cada diez fallecimientos debidos a causas cardiovasculares. La última medida del Plan de Reducción de Sal afecta a las patatas fritas y demás aperitivos salados: de aquí a 2020, los fabricantes han pactado con el Gobierno reducir un 5% el contenido de sal en estos productos.

La disminución se hará de forma progresiva, de tal forma que ni nos daremos cuenta de que se vuelven poco a poco algo más sosos. Lo mismo que no nos percatamos de que, entre 2005 y 2009, el sector ya redujo la sal añadida en un 18% en patatas fritas y un 13% en el resto de snacks, superando en un 3% las cantidades acordadas con las autoridades de consumo.

Medidas como estas forman parte de la estategia NAOS (para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), un plan del Ministerio de Sanidad que ya ha cumplido una década y que tiene como meta fundamental invertir la tendencia de la prevalencia de la obesidad mediante el fomento de una alimentación saludable y de la práctica de la actividad física; de hecho, su lema es '¡Come sano y muévete!'.

Durante estos años se han suscrito otros dos convenios de 'reformulación de alimentos'. El primero, en 2004, tuvo como protagonista al pan, tras detectarse que era una de las principales fuentes de sal en la población adulta: aportaba nada menos que el 19% del total de sodio en la dieta, por delante incluso del jamón y demás embutidos y fiambres. La Confederación Española de Organizaciones de Panaderías (CEOPAN) y la Asociación Española de Fabricantes de Masas Congeladas (ASEMAC) acordaron pasar de los 22 gramos de cloruro sódico que entonces se añadía a cada kilo de harina panificable a un máximo de 18 gramos hasta 2008, a razón de un gramo menos por año. Al final, este objetivo quedó superado hasta una cantidad media de 16,3 gramos por kilo.

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Posteriormente, en 2012, la Confederación Española de Detallistas de la Carne (CEDECARNE) y la Asociación de Fabricantes y Comercializadores de Aditivos y Complementos Alimentarios (AFCA) suscribieron otro acuerdo para reducir hasta 2014 del 10% del contenido medio de sal y del 5% del contenido medio de grasas en diversos productos de carnicería y charcutería, como salchichas, hamburguesas, morcillas, butifarra, chistorra... Y ahora les toca el turno a las patatas fritas y demás snacks cuya aportación a la ingesta media total, pese a su mala fama, «no alcanza el 2%», aseguran desde la Asociación de Fabricantes de Aperitivos (AFAP).

Una reducción que, según destaca su presidente, Agustín Gregori, viene a sumarse a otras iniciativas adoptadas por el sector para mejorar el perfil nutricional de esos productos, como «emplear aceites vegetales de bajo contenido en grasas saturadas, como el girasol, maíz u oliva, y en la eliminación total de los ácidos grasos trans». También de cara a «sensibilizar al consumidor para que consideren las patatas y demás aperitivos salados «como una opción de consumo ocasional, pero totalmente compatibles con una dieta equilibrada».

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