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Jairo Mora.

El asesinato de Jairo sigue impune

Ecologistas protestan hoy en Costa Rica contra la absolución de los acusados de matar al biólogo defensor de las tortugas

Isabel Ibáñez

Jueves, 29 de enero 2015, 01:58

Si el lector ha viajado a Costa Rica, recordará piedras en llamas rodando ladera abajo del volcán Arenal; el viaje en lancha por el río San Juan, que hace frontera con Nicaragua, país que hay que pisar para sellar el pasaporte si se navega por esas aguas comunes; el rafting por el río Pacuare; las luciérnagas elevándose del suelo por millares en Monteverde; el vértigo en tirolina sobre las copas de los árboles; los atardeceres en Puerto Viejo de Talamanca escuchando la música de los rastafaris; el paso obligado por Tortuguero en la época del desove, puede que con la suerte de subirse a la barca del viejo Bill Sambola, el primer naturalista de la zona, para ver caimanes, nutrias, perezosos, monos aulladores... Pura vida, que dicen los ticos, como se llama cariñosamente a los costarricenses. Quizá pisó también el lector la playa caribeña de Moín, en Limón. Allí murió golpeado, asfixiado entre agua y arena grisácea Jairo Mora, un joven biólogo de 26 años dedicado a la conservación de las tortugas marinas, asesinado por furtivos la madrugada del 1 de junio de 2013. Hoy mismo está convocada una protesta ante los Tribunales de Justicia de la capital, San José, por el resultado del juicio que este lunes exculpaba a los siete acusados del crimen: hay duda razonable debido a los errores cometidos en el manejo de las pruebas y durante la investigación policial.

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Aquella noche, Jairo capitaneaba una patrulla nocturna en la playa para proteger a estos animales del tráfico ilegal de su carne y huevos para consumo humano, en la creencia de que resultan afrodisiacos. Según Ecologistas en Acción, el saqueo puede afectar hasta al 90% de los nidos, agravando la difícil situación en la que se encuentran muchas especies, casi al borde de la extinción. Y eso que este país vive en buena parte gracias al turismo ecológico, que genera el 4,6% del PIB (hasta el 12,11% si se tienen en cuenta los servicios indirectos que genera). Pero no todo es tan de color verde como parece en un país que hace gala del turismo sostenible. De pronto, Jairo y sus cuatro jóvenes acompañantes fueron sorprendidos por unos extraños que retuvieron a las chicas y se llevaron al biólogo, al que golpearon en la cabeza y arrastraron por la arena atado a un jeep. Allí se acabó la vida de Jairo y su labor de protección de estos animales, cumpliéndose las amenazas que él mismo había denunciado semanas antes. Se trataba no sólo de un ajuste de cuentas por pretender impedir la labor depredadora de estos desalmados, sino también un aviso para otros idealistas.

Confirmando una vez más que lo del malo listo debe ser un mito, uno de los asesinos encendió el móvil de Jairo. En los informes de la Policía Judicial, se destaca que al joven le robaron un teléfono táctil con clave de bloqueo al que le quitaron el chip usado por la víctima y colocaron otro. De este modo, uno de los criminales activó el teléfono tres días después, lo que llevó a la detención de los sospechosos. Se pedían casi 700 años de cárcel por homicidio, robo y la privación de libertad de tres chicas norteamericanas y una veterinaria española, Almudena, que se ha mantenido en el anonimato por su determinación de seguir luchando por las tortugas en la playa de Moín. Hablaba así: Cumplieron su amenaza. Se han quitado del camino a la persona que más difícil les ponían el saqueo.

Todo parecía sencillo, pero las cosas se fueron complicando durante el juicio, con pérdida de algunas pruebas y anulación de otras, con lo que los jueces finalmente las consideraron insuficientes, incluidos los testimonios de las jóvenes acompañantes que reconocieron a los sospechosos. Así, cuando el lunes se absolvió a los siete acusados (a cuatro de ellos, sin embargo, se les condenó por una serie de violaciones y robos cometidas en esa misma playa a turistas), la sorpresa y la indignación se instalaron entre los presentes, incluidos los padres de Jairo, Rafael Mora y Fernanda Sandoval, que abandonaron los juzgados en puro llanto.

Uno de los que con más vehemencia ha mostrado su rechazo al veredicto ha sido el capitán Paul Watson, alma mater de la organización medioambientalista marina Sea Shepherd, perseguido por la Justicia de aquel país por haber amenazado, presuntamente, a pescadores ilegales: Una vez más este veredicto no es sorprendente de un país donde ni un solo asesino de conservacionista o ecologista ha sido condenado nunca. No es de extrañar que la interferencia con el aleteo ilegal y la pesca del tiburón sea considerada un delito más grave que el asesinato, secuestro, violación y robo. Jairo Mora Sandoval ha sido martirizado por la causa de la conservación en Costa Rica. Murió defendiendo las tortugas en la playa Moín. Él es, en mi opinión, el mayor héroe de conservación en la historia de Costa Rica y el sistema le ha fallado y lo hicieron debido a la corrupción y la política. Los narco-cazadores furtivos han vuelto a ganar, no es sorprendente. Tienen el dinero, el poder y la implacable determinación para avanzar en su avaricia a toda costa. Es un triste día para la buena gente de Costa Rica. Estoy indignado y enfadado. El futuro de las tortugas, tiburones y otras especies en Costa Rica no parece prometedor.

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Mientras usted lee esto, cientos de personas se manifiestan ante los Tribunales de Justicia de la capital por el veredicto sin tener muy claro si servirá de algo. El Fiscal General espera que el Tribunal de Apelación envíe otra vez el caso y que otros jueces evalúen de nuevo las pruebas y los testigos para que el crimen del joven biólogo no quede impune. El músico Yaco le ha dedicado una canción, Playa roja, donde dice: Ahí va la tortuguita sin saber que pasará, porque su amigo de Moín en la playa ya no está. En las escuelas de Primaria, los niños siguen dibujando a Jairo rodeado de tortugas con mensajes como: Si todos los costarricenses fuéramos como Jairo Mora, Costa Rica sería el mejor país del mundo. Eres nuestro héroe.

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