La pequeña Leire en su cama del hospital de Cruces junto a su abuelo. jordi alemany

Un riñón para llenar de vida a Leire

El hospital de Cruces es el centro de referencia del norte para el trasplante renal pediátrico. Realiza entre 6 y 8 al año, el último hace unos días a una niña de 9 años

Miércoles, 16 de julio 2025, 00:49

La familia de Leire, una sonriente niña de 9 años, no olvidará nunca la noche del 4 de julio. Minutos antes de las 22 horas ... de aquel viernes Georgina, su madre, se disponía a preparar la cena cuando le sonó el teléfono. «Era un número de móvil que no tenía grabado. Era tarde para una llamada comercial y empecé a sospechar quién podía ser», recuerda. Contestó. Al otro lado de la línea le hablaba un integrante del equipo de coordinación de trasplantes del hospital de Cruces. Era la llamada que llevaban esperando casi cinco meses. Habían donado un riñón compatible con Leire. El trasplante era el tratamiento indicado para que esta pequeña pudiese superar su enfermedad renal crónica avanzada y poder disfrutar de una vida normal.

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Esta madre colgó el teléfono y se puso en marcha. Por delante tenían un largo viaje en coche hasta el hospital vizcaíno desde Monforte de Lemos, localidad gallega en la que residen. Cruces es el hospital de referencia de trasplante renal pediátrico para todo el norte de España. Tocaba conducir de noche. Al día siguiente su hija entraría en quirófano. Pero antes tenía Georgina que localizar a José Manuel, su pareja, que estaba con la desbrozadora limpiando de matorral una finca en una aldea cercana donde tiene ganado. «Con el ruido de la máquina no oí el teléfono y tuve que llamar a otra persona que estaba en la aldea para que le avisase», repasa la madre.

Pasadas las once de la noche, con todo ya listo, iniciaron el viaje hasta Bizkaia. «A la niña no quisimos decirle nada, para no ponerla más nerviosa, pero ya se olía que algo pasaba cuando nos metimos al coche a esa hora», confiesa José Manuel. A primera hora de la mañana llegaron a Cruces. Allí les esperaban los especialistas que habían examinado a la niña los últimos meses, una vez su caso fue derivado desde Galicia ante la necesidad de un trasplante renal. Ese mismo sábado se realizó la intervención. Leire se recupera desde entonces en una habitación de la planta de Pediatría de Cruces, acompañada de su familia y de varios peluches. Le encantan, aunque no más que la fotografía, afición que ha heredado de su abuelo Suso. La previsión es que en unos días reciba el alta y pueda regresar a su casa.

El hospital vizcaíno realiza cada año entre 6 y 8 trasplantes de riñón a niños de hasta 18 años. No es una intervención sencilla. A estos enfermos no les vale cualquier riñón. El donante debe ser otro niño o un adulto joven que no sea corpulento. A esto se suma la propia complejidad técnica de la cirugía –mayor que en la de los adultos, por el menor tamaño de los vasos sanguíneos, tanto del órgano a implantar como del paciente que lo recibe– y de la preparación previa del órgano que va a ser implantado. «Es una operación de riesgo en la que no te puedes permitir ni un fallo», explica Jorge García Olaverri, urólogo de trasplante renal pediátrico. Pero los beneficios que aporta esta intervención a los niños con enfermedad renal crónica avanzada es enorme. «Son chavales con dificultades de crecimiento o problemas para seguir el ritmo del curso escolar, debido a su enfermedad. El trasplante supone para ellos un cambio muy importante porque, entre otras cosas, van a crecer e ir al colegio con normalidad», destaca.

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Revisiones

Según indica Mireia Aguirre, nefróloga pediátrica, «Cruces realiza el 10% de los trasplantes renales infantiles que se efectúan cada año en el Sistema Nacional de Salud». El centro practica las intervenciones de este tipo en niños de Euskadi, Navarra, Cantabria, Asturias, Castilla, La Rioja y parte de las comunidades de Castilla y León y Aragón. El hospital vizcaíno asume a pacientes de estas regiones para los que el tratamiento indicado para hacer frente a su enfermedad renal grave es el trasplante. Los especialistas en nefrología y urología infantil les valoran y examinan para que todo esté listo una vez aparezca un órgano compatible con el paciente.

El urólogo infantil Jorge García Olaverri y la nefróloga pediátrica Mireia Aguirre. jordi alemany

Estos pequeños tienen prioridad frente a otros afectados adultos, por lo que es habitual que sean inscritos en la lista de espera antes incluso de entrar en diálisis, para evitar someter a los niños a este tratamiento. La demora media para que sean trasplantados oscila entre los tres y los cuatro meses. Una vez realizada la intervención, permanecen ingresados dos semanas hasta que se les da el alta, para posteriormente realizar un seguimiento semanal al paciente durante el primer mes, quincenal durante los dos siguientes y mensual a partir del segundo trimestre por parte de los especialistas de Cruces.

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Pero nada de todo esto sería posible sin la participación en los trasplantes de numerosos profesionales de distintos servicios hospitalarios y, sobre todo, sin la generosidad de los donantes de órganos, tanto los vivos –normalmente familiares–, como los de fallecidos. Como incide García Olaverri, «hay que valorar el gesto de esos padres que en un momento tan difícil como es la muerte de un hijo deciden donar sus órganos y abrir una puerta para que otro niño pueda vivir mejor».

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