«Estamos en un ciclo que suena a cambio»

¿A qué suena hoy la política?

Me suena a cambio. Estamos en un ciclo claramente de cambio.

El candidato de Podemos por Bizkaia repasa su afición a la música viendo un concierto del trío de power pop The Bröntes en el bar Luber de Santutxu, en Bilbao. Vestido con ropa gris y con un morralillo en cuyo interior tintinean unas monedas, explica que la música es para él una «referencia sentimental».

Maura vivió su proceso de «maduración» entre Bilbao, Berlín, Nueva York y Madrid. Tuvo como banda sonora a Guns N Roses y Metallica en su adolescencia; se enganchó al grunge de la depresión industrial; y encontró su espacio de reflexión «intelectual» en la banda inglesa Radiohead, a quienes acaba de ver en el Primavera Sound de Barcelona tras participar en un mitin de En Comú Podem. En su mapa sonoro señala la calle Iturribide, de la que cita los pinchos morunos del Melilla y Fez, y el Gwendo de Algorta, donde ha viajado con Los Planetas.

Discos como el Ok Computer y el Kid A de Radiohead le traen a la memoria amigos, relaciones de pareja y «conflictos» familiares. Desde su trabajo de teleoperador en Renfe para buscarse la vida hasta su etapa de investigador en Estados Unidos. Desde los gratos recuerdos de estudiante en Jesuitas cuando tenía una novia en La Pureza hasta las discusiones con su tío Fernando Maura, hoy en Ciudadanos tras haber pasado por el PP y UPyD. Llevan la política en la sangre. Ambos son descendientes de Antonio Maura, presidente del Gobierno conservador durante el reinado de Alfonso XIII.

Y, claro, chocaban. En la época de gloria de Mayor Oreja, Eduardo Maura estaba en la órbita de Ezker Batua y militaba en Gesto por la Paz. Conocía también a los socialistas de la margen izquierda. Su padre impartió un máster de recursos humanos a Eduardo Madina poco antes de que ETA intentara asesinarle. Desde entonces, los dos edus mantienen una estrecha relación. «Se puede hablar de política con él sin sentir rivalidad», confiesa el de Podemos.

Formado como sociólogo en la Universidad de Deusto, en la que coincidió en clase con Santiago Abascal, hoy líder de Vox, Maura se doctoró en 2011 en filosofía en la Complutense de Madrid, donde era profesor en pleno 15-M. Conoció a Pablo Iglesias en un ciclo teatral sobre tragedia griega a través de Luis Alegre, con quien compartía despacho.

Tras el éxito de las europeas, el núcleo duro de Podemos montó una reunión en la que participó Maura. Íñigo Errejón puso sobre la mesa tres opciones: volver «a casa», unirse a fuerzas «que ya existían» o «jodernos la vida y montar un partido».

Dos años después, el ascenso de Podemos ha dejado «sin vida» privada a sus líderes, que «no pueden salir ni de cañas por Malasaña». En enero, tras el 20-D, Errejón visitó Bilbao y Maura le llevó con discreción por el Casco Viejo hasta que se le ocurrió meterse en el Antzoki. No tardó en hacerse un círculo a su alrededor de «gente que quería abrazarle y hablar con él». No hay testimonios oficiales del encuentro en Twitter porque los dirigentes del partido morado tienen por «norma» no colgar fotos de sus aventuras por la noche.

«Soy hacedor, padre e hijo»

Maura también conoce los sinsabores de la política. Se vio en el ojo del huracán cuando Roberto Uriarte renunció al liderazgo en Euskadi por discrepancias con la dirección de Madrid en la elaboración de las listas.

¿Se siente un paracaidista?

Yo participé en la fundación de Podemos. Soy hacedor, padre e hijo.

En plena pugna con el PNV, defiende la oportunidad estratégica de haber apostado por el desalojo del nacionalismo del poder. «Si rivalizamos con el segundo, nos verán de tercerones. Si lo hacemos con el primero, podemos ser alternativa», argumenta. A partir de ahora, el mensaje de Podemos será más «constructivo».

Maura sostiene que su partido ha permitido «ampliar el campo» de la identidad en Euskadi. A su juicio, el eje entre nacionalistas y constitucionalistas «ya no funciona» y menos tras el fin de ETA. «En política no se decide en Madrid ni en Vitoria. Se decide en Bruselas», indica.

¿Cuál es su identidad?

Soy vasco del sur de Europa. Creo en una identidad vasca abierta y con fuertes vínculos con España, Francia, Italia y Portugal. Pero detesto el uso que ha hecho el PP de la emoción de la ruptura. La pregunta no es España sí o no. La cuestión es qué España queremos. ¿La de Rajoy? Para mí, no. ¿La de Colau? Adelante. ¿La de Luis Cernuda? Por supuesto.

¿Votar a Podemos permite en el País Vasco la posibilidad de apoyar a una fuerza no nacionalista sin que a sus simpatizantes les consideren unos españolazos?

No somos independentistas ni nacionalistas, pero creemos en un Estado diferente. Sin rupturas, estamos por desbordar el autogobierno a través del derecho a decidir como principio democrático. Escocia y Quebec decidieron así quedarse.

Pasada la medianoche y tras unas cervezas en el Muga y unos pinchos en la Plaza Nueva se despide de camino a su piso del Ensanche con una cita del filósofo y abanderado del marxismo en España Manuel Sacristán, al que considera «un compañero de viaje»: «Política sin ética es politiquería. Ética sin política es narcisismo». Dicen que los fans de Radiohead suelen ser un poco sosos, pero Maura recomienda echar un vistazo al vídeo electoral de Vox en el que Abascal campea por Orduña.