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La lechera pensionista

Deberíamos dejar las fábulas sobre una Seguridad Social vasca y hablar de qué incentivos reales aplicar a la previsión social complementaria, es decir, a los fondos privados de pensiones

Octavio Granado

Martes, 16 de febrero 2016, 20:01

El PNV ha aprobado en su asamblea celebrada el pasado fin de semana una propuesta sobre una Seguridad Social vasca, segregada de la común. Al ... amparo de la nueva situación política en Navarra, este texto dedica mayor atención a las dos comunidades en conjunto, trazando el camino teórico para su implementación. El texto tiene la intención de aparecer como una reflexión nueva sobre el problema, y como la solución. En realidad, no es sino un nueva vasija para un vino viejo.

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Una vasija nueva muy policromada: el sistema español, se dice, es deficitario, caracterizado por un menor empleo y un elevado déficit, frente a una realidad vasca de altas cotizaciones y menor desempleo. Lo sorprendente es cómo se obvia en este relato el hecho de que ambas realidades han evolucionado en paralelo. Tanto las cotizaciones como las prestaciones en el País Vasco y en el resto de España han tenido evoluciones casi idénticas en los últimos veinticinco años, y el déficit ha crecido en términos proporcionalmente mayores en el País Vasco. ¿Cómo Dios y el Diablo funcionan de forma tan parecida?

Sólo desde este punto de vista puede entenderse que el déficit de la Seguridad Social sea despachado en una línea en la resolución del PNV, como algo coyuntural y que depende del ciclo económico. El déficit parte de una realidad demográfica que evoluciona negativamente (mayor esperanza de vida, menor natalidad y menor ratio entre población activa y pasiva), a la que el documento hace referencia como condicionante, pero sin abordarla. Eso sí, el sistema nuevo va a ser irregresivo; una declaración de principios tan loable como irresponsable.

Como no podía ser menos, el inicio de todo el proceso debe ser el traspaso de la Seguridad Social, tal como el PNV lo interpreta. Así se elude cuantificar los costes de transición del modelo vigente al nuevo. Pero los costes de transición no son nunca irrelevantes, tanto en términos económicos como sociales. Cuando en la España de 1980 aparecieron fanáticos defensores del modelo chileno de capitalización de pensiones, se evaluó por los economistas que durante 25 años España debería dedicar del 250% al 300% de su PIB a la empresa, lo que era inasumible. Además, siempre existen situaciones de desprotección producidas por la aplicación de dos normativas distintas, y personas afectadas negativamente.

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El documento deposita una gran esperanza en la previsión social complementaria, destacando un patrimonio superior al del resto de España. La presencia de Lagun Aro y otras EPSV sin duda ayuda a estas cifras tan favorables. En todo caso, la apelación a las entidades de previsión social significa, en términos comprensibles, que la mejora de las pensiones dependerá de decisiones individuales de ahorro de los vascos: quien pueda ahorrar tendrá mejores pensiones que quien no pueda hacerlo, lo cual puede denominarse eufemísticamente sistema uniforme de protección social, pero no lo es.

El documento parte de un supuesto imposible en términos organizativos, pero se supera al describir la realidad que se quiere construir sin coste alguno (al menos en Cataluña se han tomado la molestias de valorar los nuevos costes). Para qué vamos a molestarnos en conocer cuál sería el coste de reproducir para el País Vasco y Navarra la actual Gerencia de Informática de la Seguridad Social, que lleva más de veinticinco años acumulando capital tecnológico, humano y experiencia de gestión. O el desarrollo de todos los nuevos procedimientos registrales necesarios para acometer el desafío de concertar las prestaciones en todos supuestos de carreras laborales realizadas en el País Vasco, Navarra y el resto de España.

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Merecería la pena explicar cómo dos administraciones distintas (País Vasco y Navarra) van a elaborar a la vez presupuestos y normativa coincidente, basados en ciclos diferentes y con controles parlamentarios, administrativos y de cuentas distintos. Lo imprescindible para hacerlo de forma acordada en instituciones mixtas es la existencia de una sola voluntad política: que un mismo ideal gobernara en el País Vasco y Navarra, una transición lo más estrecha en el tiempo posible, y que no se hable de cuáles son los beneficiados y perjudicados en el proceso, no vayamos a generar agravios.

Resumir el contenido del documento es fácil: la Seguridad Social en España va fatal, pero en el País Vasco y Navarra las cosas están mejor. De modo que construiremos un nuevo sistema en el que, como los vascos y vascas van a ahorrar más, aunque nazcan menos niños y la vida de los jubilados se prolongue, las pensiones serán mejores y cobraremos más durante más tiempo. Además, esta nueva Seguridad Social va a depender en principio de dos gobiernos distintos, pero que piensen igual, y luego ya tendremos un único gobierno que coordine el proceso. La Arcadia de las pensiones, vamos. Samaniego no desplegó tanta imaginación al escribir su fábula de La lechera.

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Cuando los escépticos pregunten cómo va a ser el nuevo sistema, se les explica que el modelo a imitar es Holanda. Pero tal vez debería saberse que en este país pequeño, con escaso desempleo, simpático y moderno, todavía se cotiza, y mucho, por la asistencia sanitaria, que deben pagar incluso los pensionistas holandeses que residen en España; que las pensiones de viudedad y de orfandad se calculan sobre porcentajes del salario mínimo, eso sí, holandés; y que la pensión de jubilación llega al 100% de la base (la base máxima es inferior a la española) con cincuenta años cotizados. Eso sí, las pensiones holandesas son altas, porque la mayor parte de los holandeses cotizan a un fondo de pensiones privado, y el Estado cotiza por las horas no trabajadas en los contratos a tiempo parcial.

Por lo tanto, a lo mejor deberíamos dejar las fábulas y hablar de qué incentivos reales pueden aplicarse a la previsión social complementaria, es decir, a los fondos privados de pensiones. Para ir ganando tiempo.

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