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Crudas, cocidas o asadas, están riquísimas.
Castañas, el postre del otoño

Castañas, el postre del otoño

Es un fruto seco pero tiene propiedades similares a los cereales. Además de ricas, son bajas en calorías y ayudan a reducir el colesterol

Yolanda Veiga

Jueves, 24 de noviembre 2016, 12:05

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Un paseo por el bosque para recoger castañas es más que un plan de ocio. Porque este fruto seco tan característico del otoño como los turrones lo son a la Navidad resulta un magnífico postre. Por su sabor y por su alto valor nutritivo. «Son especialmente ricas en potasio, por lo que regulan la tensión arterial y también tienen un alto contenido en fibra, por lo que ayudan con la saciedad y a reducir el colesterol», explica Eider García de Albéniz, dietista-nutricionista del Centro Onure.

La castaña es un fruto seco, pero no es un fruto seco como los demás. «Tiene características similares a los cereales», advierte la experta, e incide sobre un aspecto capital, el contenido calórico. «Los frutos secos, generalmente, son ricos en grasas por lo que los hacen más calóricos, cosa que no significa que sean poco saludables, sino todo lo contrario. Sin embargo, la castaña es diferente. En su caso predominan los hidratos de carbono y contiene un bajo porcentaje de grasa, por lo que la hace bajas en calorías en comparación con el resto de productos de su misma categoría».

Fue uno de los alimentos básicos en Europa hasta la entrada de la patata y el maíz en el siglo XVI y se consumían asadas, secas o en forma de harina. En este sentido, poco han cambiado las costumbres porque a cada rato encontramos un puestito de castañas asadas en la calle (a 2 euros la decena este año). Hay cierto consenso en que calientes y sacadas del cucurucho de papel es como más ricas saben, pero también se comen cocidas (hay que hervirlas alrededor de media hora) e incluso crudas, aunque hay que pelearse un poco con la piel o bien dejarlas unos días hasta que la cáscara salga casi sola. Desde el punto de vista nutricional no hay diferencias, aunque «son mas digeribles si se comen cocinadas». Se pueden preparar en casa, cocidas en una cazuela o asadas en una sartén, «aunque en este caso es recomendable hacerles un corte en la corteza para que no salten».

De sopa y en un pastel de chocolate

Y no hay más advertencias porque son un alimento para todos. «Las puede comer cualquier persona porque no contienen gluten, pueden ayudar a reducir la tensión arterial en una persona hipertensa, si estás a dieta son recomendables para reducir peso por su efecto saciante, aunque pueda resultar paradójico por su contenido en hidratos de carbono».

Las recomienda de postre.

Sí, seis u ocho castañas asadas es un buen postre.

Pero las posibilidades de la castaña no acaban echándolas al fuego de la chimenea. Poco a poco este fruto seco se va incorporando a la cocina y ampliando así sus posibilidades. Se pueden tomar en sopas, cociéndolas sin piel y añadiéndolas luego a un caldo de verduras que al mezclarse engorda y resulta una crema fina (se le pueden añadir trozos de castaña cocida a modo de picatostes). No le va al pescado, pero sí a la carne y acompaña especialmente bien como guarnición de un guiso conejo o un asado de pavo. En los entrantes, en los platos principales y como alternativa de postre. Porque una forma habitual de endulzarla es añadir un puré de castaña a la masa para elaborar el típico pastel de chocolate.

La contrapartida es que no es un producto especialmente barato y el kilo puede salir por 5 o 6 euros. Claro que en un kilo caben muchas, sobre todo sin son pequeñas, que así están viniendo este otoño.

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