Paralizan en Bilbao la construcción de la torre residencial más alta de Euskadi

La situación, aseguran fuentes de la cooperativa, es que la obra «no ha avanzado prácticamente nada» en las últimas seis semanas y apenas hay personal en el lugar. «Se puede ver a un puñado de obreros pero no es suficiente, así no podemos seguir», indican. La construcción de la estructura y remate interior y de gremios se encargó a la firma alavesa Construcciones Urrutia, una mercantil que forma parte del grupo madrileño Urbas, un holding de tamaño importante dentro del sector inmobiliario en España. El contrato se tasó en 36 millones de euros.

Ahora mismo, la estructura se encuentra aproximadamente en el piso 17. Queda aún un largo trabajo por delante. No solo se trata de levantar el esqueleto de hormigón sino que hay que meter todas las instalaciones y realizar después el conjunto de acabados. Hay que dar forma a esos 166 pisos previstos, de los que hay vendidos el 95%, con precios que oscilan entre algo más de 300.000 euros y 1,5 millones (uno de los áticos), un coste que varía sobre todo en función sobre todo de la altura y de los metros cuadrados.

¿Cuál es el motivo de que la obra esté paralizada desde principios de febrero? Construcciones Urrutia asegura que el precio de los materiales se ha disparado «de una forma extraordinaria y sin precedentes». Fuentes de la firma alavesa sostienen que están tratando de buscar un acuerdo para garantizar «la viabilidad» del proyecto. No hay que olvidar que el contrato con la cooperativa se suscribió a finales de 2021. Apenas tres meses después estalló la invasión de Ucrania y se agudizó la escalada de precios de las materias primas, la energía, los combustibles y los materiales de construcción. El acero alcanza hoy, por ejemplo, un precio que duplica lo que se pagaba por tonelada antes de la crisis bélica. Construir es cada día más caro.

El contrato entre los promotores y Construcciones Urrutia fue del tipo llave en mano, según revela una de las partes. Es decir, el desembolso era a coste cerrado, al margen de lo que pudiera pasar durante el periodo en el que duraran las obras. Esos imprevistos, como se suele decir en estos casos, son a riesgo y ventura de la empresa inmobiliaria. «Tuvimos ofertas más económicas pero incluían revisiones periódicas de precios, así que nos fuimos a una opción de coste fijo», explican fuentes de los cooperativistas.

Todo apunta a que el asunto terminará en los tribunales. Los jueces determinarán qué consecuencias tendrá este desencuentro. Ahora, la cooperativa centra sus esfuerzos en encontrar otra constructora que se haga cargo de la obra, sin que haya que elevar el presupuesto ya pactado con Urrutia. Porque, esto es algo importante, cualquier sobrecoste correrá a cargo de los compradores, que, no hay que olvidar, son socios y promotores.

En principio, los pagos a Urrutia se han ido realizando en función de las certificaciones de obra y se cuenta con avales de Kutxabank. Por ese lado, los cooperativistas dicen estar tranquilos y confiados en que el proyecto se acabará. Algunos de ellos no lo ven tan claro en el tema de plazos. El plan original es que los pisos pudieran entregarse en la primavera de 2024. Ahora mismo, no parece que sea una meta alcanzable, habida cuenta del lío que hay montado.