Una nueva forma de tratar a los mayores con demencia
Menos fármacos ·
Dos residencias de Galdakao son premiadas por emplear terapias no químicas para atender y estimular a sus pacientesUn número importante de los ancianos que ingresan en residencias lo hacen con cierto grado de demencia. Algunos padecen delirios, otros muestran alteraciones del lenguaje, ... problemas de memoria, depresión, insomnio, alucinaciones o se comportan con agresividad. En ocasiones presentan varios síntomas a la vez, a los que se suman los de otras enfermedades propias de la edad, como pueden ser la artrosis o la insuficiencia cardiaca. Cuando llegan a las residencias estos mayores están polimedicados. Una parte importante de estos fármacos están destinados a mitigar su sintomatología psicológica y conductual. Lo consiguen, pero en ocasiones a costa de limitar su capacidad física y mental. No pueden casi hablar, moverse o mantenerse en pie. «Llegan muy cargados de antidepresivos, neurolépticos, benzodiacepinas, lo que les hace ingresar en estado catatónico», explica Javier Castro, enfermero y director de las residencias Virgen de la Vega y Elexalde de Galdakao.
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En ambos centros, con 47 plazas y especializados en usuarios con demencia, han optado por reducir el número de psicofármacos que reciben sus residentes. «Cuando ingresan tratamos de retirarles progresivamente la medicación para que afloren los síntomas y muchas veces lo que nos encontramos es que mejoran en muchos aspectos», indica. Empiezan a recuperar algunas de las capacidades anuladas. Algo que se no sería posible tampoco sin un trabajo paralelo de estimulación física, cognitiva y conductual personalizado para cada usuario. Gracias a ello algunos comienzan a hablar. Otros vuelven a comer por sí mismos, a moverse mejor y hasta a caminar.
En muchos casos -no en todos- es posible tratar el problema sin medicamentos, actuando sobre la causa, apunta Castro. Es el caso del insomnio, que además de por demencia, en la tercera edad puede ser consecuencia de una insuficiencia cardiaca, de problemas de próstata o de diferentes dolores que sufra el paciente. «En vez de administrar una pastilla existen otras técnicas para facilitar que duerman», afirma. Elevarles un poco una parte del colchón para que duerman con la zona del pecho y de la cabeza algo elevadas o programarle una jornada con mayor nivel de actividad física para que esa persona llegue más cansada a la noche son dos de ellas.
Varios de sus usuarios han experimentado recuperaciones importantes e incluso algunos han podido regresar a sus domicilios
Esta forma de trabajar de ambas residencias, reduciendo al máximo los psicofármacos en mayores con demencia, ha sido reconocida por la Fundación María Wolff, dedicada a resolver los problemas de personas con afectaciones cerebrales. La ha catalogado como la primera de Euskadi libre de sujeciones químicas y la primera de todo el país en implantar terapias no farmacológicas para tratar estas patologías. Y cuando son necesarias, emplearlas en dosis reducidas y durante tiempo limitado, tal y como aconseja esta fundación.
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Gracias a ello han logrado mejoras sorprendentes en sus residentes. En varios casos incluso han mostrado una recuperación tan importante que han podido regresar a vivir a sus casas. En otros han pasado de ser una persona sentada en un sillón totalmente catatónica a recuperar gran parte de la capacidad física y mental perdida. «La demencia es una enfermedad de la que no se conoce mucho. Hay que empatizar con estos pacientes, darles cariño y que puedan ganar en calidad de vida», indica Castro. Él está al frente de un equipo técnico compuesto por ocho personas de diferentes perfiles profesionales: geriatra, médico, enfermero, educador social, psicólogo, fisioterapeuta, educador físico y trabajador social. Están arropados en su día a día por una plantilla de 21 auxiliares -un 50% más de las que les marca la Diputación- que han sido «adiestradas» en la atención a estos usuarios.
Cambio de la luz
Para favorecer esa mejora de la calidad de vida de sus usuarios los dos centros tienen en cuenta los aspectos ambientales. Esto no es solo que hayan eliminado las barreras arquitectónicas. También se cuidan otras cuestiones como son la iluminación o el sonido. «Por la mañana la luz es más intensa y la música más animada para incitarles a que estén más activos. A partir de la tarde se van tornando cada vez más suaves para ir induciéndoles al sueño», explica el director.
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El papel y la implicación de las familias es otro pilar que favorece la mejora de los residentes. Se les permite acudir en cualquier momento del día, siempre que no coincida con las horas de las comidas o de dormir. Este contacto fluido y la complicidad y relación que establecen con los trabajadores favorece también que la situación mental de sus padres y madres sea más estable.
Sin usuarios con fracturas por caídas en los últimos seis meses
Los efectos de las terapias empleadas por estas residencias se miden en resultados. Los de uso de medicamentos son muy elocuentes. En dos años han logrado reducir de un 65 a un 22% el número de usuarios que reciben antidepresivos, mientras que con los neurolépticos han pasado de emplearlos el 52% de los residentes al 13%. De forma paralela los centros han empleado diferentes vías para estimular a los pacientes. Todo ello se ha reflejado en una mejora de la situación de los mayores, que se traslada a los datos. En los últimos seis meses ninguno ha sufrido fracturas u otro tipo de lesiones, ni ha necesitado acudir a una consulta de psiquiatría o neurología y solo un 2% reciben más de dos psicofármacos.
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