Niños que aprenden el lenguaje de las máquinas
Metodología pionera ·
Un campus tecnológico permite a una treintena de menores acercarse a la programación, esencial en «las profesiones del futuro»En el refugio de animales en el que espera trabajar Markel D., de 11 años, una aplicación informática le ayudaría a organizar las citas. Y ... puede diseñarla incluso él. Esa es solo una de las posibilidades que abre aprender el lenguaje computacional, una tarea en la que se han enfrascado desde ayer una treintena de niños vizcaínos. Esta inmersión de dos semanas en un taller de programación, celebrado curiosamente en el edificio de la antigua perrera de Bilbao, reconvertido en un espacio sociocultural municipal, pretende que los menores «desarrollen el pensamiento lógico y la capacidad de concentración» y que aprendan a «resolver problemas».
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Detrás de este bootcamp o campus tecnológico están la ONG Code.org, que nació en 2013 en Estados Unidos y que contó desde el principio con el apoyo del entonces presidente Barak Obama, e ITP Aero. Una parte de los asistentes, de hecho, son hijos de trabajadores de la firma aeronáutica, pero otra son menores en riesgo de exclusión social seleccionados por el Ayuntamiento, con el que los impulsores de la iniciativa han suscrito un acuerdo de colaboración. «Saber programar es una habilidad muy demandada y casi todos los trabajos de mayor valor añadido, los mejor remunerados, tienen que ver con la digitalización», explicaba Sandra Lorido, jefa de proyecto de los motores Trent XWB de la compañía vasca y quien todos los años -esta es la tercera edición- acude a hablar con los participantes «para motivarles».
El programa, nacido en EE UU, cuenta con la participación de la ONG Code.org e ITP Aero
La programación, insiste, marcará «las profesiones el futuro», porque permite «hablar el lenguaje de las máquinas» y les ayuda a afianzar valores como «la perseverancia» y el «trabajo en equipo». En ese sentido, Amanda Martínez, la profesora de los más mayores -de 12 a 14 años- subrayaba que «pueden hacer las cosas juntos, pero no copiarse, porque si se copian en un ejercicio no sabrán hacer el siguiente». Les animaba a que preguntaran a compañeros que habían pasado antes de nivel las dudas que tuvieran, ya que «entre ellos se entienden bien y pueden aprender muchísimo».
En la mañana de ayer empezaron con bloques. Cada uno estaba frente a una tablet o un portátil y, a través del «ensayo-error», debían cumplir unas instrucciones y crear un algoritmo. «Luego ejecutan el programa que han hecho y el pájaro llega al dinosaurio», ejemplificaba Jesús de la Pisa, el monitor de los niños de entre 9 y 11 años. Esa era una de las opciones, pero había diferentes pruebas y niveles. Eso sí, con la estética de «Minecraft o Frozen» entre otras «temáticas enfocadas para ellos». «Es algo nuevo que nunca había hecho, pero es muy divertido», aseguraba Valentina, de 12 años, que reconocía también que «es algo difícil».
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«Sorprendidos»
En otros casos, sin embargo, los expertos se mostraban «sorprendidos» con el nivel de los alumnos. «En la primera media hora he visto que a uno le voy a tener que ofrecer mucho más», señalaba Martínez. Y poco tardaba en reclamarla ese estudiante aventajado para pedir «otras cosas».
Y es que, que la robótica cada vez tenga más espacio en los colegios, se notaba. Markel D., el futuro 'propietario' del refugio animal, cursó «de pequeño» esa extraescolar, en la que conseguía que «unos robots se movieran hacia delante y hacia atrás».
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«Saber programar es una habilidad muy demandada y marcará las profesiones del futuro»
Nahia R., que quiere estos días «hacer una página web», tampoco escondía su interés por el lenguaje computacional. «Mis tíos investigan cosas de tecnología y, cuando voy a su casa, les doy mi iPad para que me programen cosas», aseguraba esta niña de 11 años, que duda entre ser enfermera de quirófano o informática. La primera opción es más vocacional y la segunda le interesa especialmente porque le viene de casa. Su padre, igual que el aita y la ama de Markel, trabaja en ITP Aero, en Zamudio. El jueves visitarán las instalaciones con la ilusión de ver a sus familiares, pero también «los motores» y llegar a descubrir «cómo se hacen».
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