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El malentendido que causó un choque de trenes en Carranza con cuatro muertos

El malentendido que causó un choque de trenes en Carranza con cuatro muertos

La memoria negra ·

Cuatro maquinistas fallecieron al estrellarse de frente dos mercancías en una vía única en el año 2000. Una de las máquinas partió de Bilbao antes de tiempo

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Miércoles, 15 de mayo 2019, 01:29

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Esteban José Manteca, de 52 años, Gerardo Guerra, de 34, y sus ayudantes, Ricardo Fresno, de 41, y Vicente Quintana, de 43, todos ellos de Cantabria, no volvieron a manejar un tren. Eran maquinistas y aquel 7 de septiembre de 2000 llevaban dos mercancías, cargados de bobinas de hierro y plataformas de aluminio. Dos de ellos ocupaban la unidad 9860, que partió de Bilbao antes de tiempo y se dirigía hacia Santander. Según informó entonces FEVE, compañía gestora de la línea, el choque tuvo que deberse a «un fallo humano», un malentendido, ya que la salida de la estación de Carranza estaba regulada por semáforos y el sistema informático había funcionado correctamente. Fue el accidente ferroviario más grave de la historia reciente de Bizkaia.

Circulaban a 30 kilómetros por hora por la misma vía, acercándose uno por cada sentido. En cualquier otro tramo, los maquinistas se hubieran visto y habrían podido frenar, pero en el paraje boscoso de Carranza, a la altura del puente de El Molinar, en una curva donde los raíles bordeaban un terraplén de diez metros de altura, chocaron de frente irremediablemente. Tras el impacto, la locomotora del convoy que se dirigía hacia Santander descarriló y se despeñó por el barranco. Arrastró a la segunda máquina que quedó colgando en el talud. Los trenes se incendiaron debido al gasóleo de los tanques, lo que provocó una escena dantesca. El cadáver de una de las víctimas fue rescatados en el lecho del río Carranza, que desemboca en el Asón y muere en Laredo. Otro quedó carbonizado tras intentar escapar de la máquina.

En tres segundos

El siniestro se produjo junto al balneario de los padres Palotinos, con capacidad para unos 70 huéspedes. Carlos Fernández, uno de esos turistas, fue testigo de la masacre. «De repente, se escuchó un estruendo y salió una bocanada enorme de humo. Todo ocurrió en tres segundos», resumía entonces. Después, las «impresionantes» llamaradas se apoderaron de los trenes anunciando que irremediablemente habría víctimas. De haberse tratado de trenes de pasajeros, la tragedia habría multiplicado el número de víctimas con total seguridad.

LUIS CALABOR

Además de la pérdida de vidas humanas, el accidente provocó un desastre ecológico al haberse vertido al río Carranza parte del combustible de los trenes y por las toneladas de desechos metálicos. Los técnicos medioambientales tuvieron que represar el cauce a cien metros del accidente, para que dos bombas pudiesen absorber el gasóleo. Se produjo en el año 2000 una catástrofe más propia de la anterior revolución, la industrial. Los sindicatos se quejaron de que en la línea Bilbao-Santander se circulaba «como hacía cien años».

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