La conductora ya considera Alemania su «segunda casa». E. C.

La mejor autobusera de Alemania no valía para Bilbao

Mariana Martín Bolívar dejó la villa sin trabajo ni nociones de alemán. Dos años después recibe el premio 'Conductora de Autobús 2025' del distrito de Rems-Murr

Sábado, 13 de septiembre 2025

Mariana Martín Bolívar cambió Bilbao por Alemania hace dos años sin saber muy bien lo que el futuro le depararía. Animada por su padrastro, conductor ... jubilado de Bilbobus, decidió seguir la tradición familiar y sacarse el carné, aunque una vez obtenido el título no tuvo suerte para encontrar trabajo ni en la villa, ni en los alrededores. «Probé en todas las empresas, pero era imposible, sin tener experiencia no me contrataban», explica. Precisamente el año en el que se le acababa la licencia encontró una oferta de trabajo en Alemania. Ni dominaba el idioma local, ni sabía inglés, pero tampoco se lo pensó dos veces, se marchó «a la aventura» y no volvió. Ya afincada en el país, acaba de recibir el premio 'Conductora de Autobús del Año 2025' del distrito de Rems-Murr, ubicado en el estado federal de Baden-Wurtemberg.

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«Cuando me lo dijeron no me lo podía creer, al principio no sabía ni que existían esos premios», comenta ilusionada. Se trata de unos galardones que entrega la red de Transporte Público Ventral (VVS) a los conductores mejor valorados de cada una de las cinco compañías regionales de autobuses y de la ciudad de Stuttgart. Los ganadores se eligen entre un jurado compuesto por los representantes del VVS y los propios pasajeros -envían sus votaciones de forma telemática-, aunque lo que más ilusión le hace a Martín Bolívar es recibir la buena valoración de estos últimos. «Cuando me nominaron ya me sentía ganadora, el hecho de que elogien mi trabajo ha sido el mayor premio de todos», relata.

De madre venezolana, padre zamorano y corazón bilbaíno, actualmente conduce alrededor de 12 líneas de bus y presume de dominar las carreteras alemanas. Ahora bien, admite que los comienzos no fueron tan sencillos. Llegó a la ciudad con otros tres compañeros españoles que ya tenían experiencia conduciendo por el país, algo al principio le generaba un tremendo sentimiento de inseguridad. «Estaba completamente desorientada, nunca había manejado un autobús después de terminar las prácticas en la autoescuela», recuerda. Fue entonces cuando conoció a Luis, un chófer portugués de la misma compañía que la apadrinó y al que Martín Bolívar ya considera parte de su familia. «Me mostró todas las líneas, me guió por la ciudad... prácticamente me enseñó a conducir por aquí», rememora con cariño.

El traductor, su mejor aliado

Luis no es el único que la acogió, también contó con el apoyo de otros conductores veteranos con los que todavía mantiene una bonita relación. «En la empresa somos muchos extranjeros y todos nos ayudamos, a mí me han llegado a enseñar hasta hablando en ruso y aun así nos entendíamos», explica. El alemán todavía se le resiste, pero tampoco ha sido un obstáculo a la hora de relacionarse con los clientes. «Nunca me han puesto una queja ni una mala cara por no saber el idioma, todo lo contrario, siempre han intentado ayudarme». La empresa en la que trabaja, Schlienz Tours, también ofrece cursos de alemán para sus empleados. Gracias a ellos, ahora sabe algo más de gramática y puede «chapurrear» el idioma. Aunque la mejor herramienta para ella, admite entre risas, sigue siendo el traductor del móvil: «Siempre acabas buscando una solución para entenderte, además, aprendo mucho cuando me piden información sobre dónde está el banco y otros lugares de la ciudad», cuenta.

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De los alemanes desmiente el estereotipo de personas «cerradas», y «rectas». De hecho, compara su carácter con el de los vascos. «Son muy observadores, hay que darles tiempo... pero cuando hay confianza son personas muy cálidas y abiertas, es una maravilla», describe. No le cuesta admitir que, después de dos años en la región, ya tiene pasajeros favoritos, personas que hacen las mismas líneas todos los días y que sobresalen por encima del resto. Su debilidad son las señoras mayores: «Les llama mucho la atención y les gusta ver a una mujer conduciendo». Aunque le encantaría volver a Bilbao, todavía no se plantea dejar Alemania, un país que ya considera su segundo hogar. «Para mi fue muy triste tener que salir de mi casa, pero ahora quiero quedarme un tiempo aquí, es lo que ocurre cuando estás a gusto en un sitio», reflexiona.

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