Los jubilados de Romo estrenan sede tras el polémico derribo
La asociación alude sentirse «contenta» por devolver a los mayores de Getxo «un espacio de encuentro», pero lamenta haber perdido espacio para hacer actividades
Comienza una nueva etapa para los jubilados de Romo. Tras el polémico derribo de la antigua Nagusien Etxea para la construcción de un centro intergeneracional en la calle Lope de Vega, la asociación inaugura diez meses después una nueva sede en la calle Ibaiondo, a escasos metros de la plaza Santa Eugenia, con la intención de convertirla en un renovado «espacio de encuentro».
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Si bien las obras no han concluido, esperan poder abrir la instalación al público a «principios de año». «Nos parecía positivo celebrar nuestro trigésimo sexto aniversario con la inauguración de este nuevo local con el que queremos devolver a los jubilados de Getxo ese lugar de unión que perdieron a causa del derribo», explica Miren Erroteta, de la Junta Directiva.
A pesar de disponer de amplios espacios para el desempeño de las actividades en la Romo Kultur Etxea, a escasos metros del local que han arrendado –es más, aseguran que es allí donde se está realizando parte del programa, como el tai chi o la gimnasia–, la entidad siempre ha apostado por tener un espacio propio. El local escogido, de unos 200 metros cuadrados, cuenta con dos plantas y el Ayuntamiento ha dotado a la entidad con 37.000 euros para ayudar en su alquiler y reparación. En la inferior se creará un acogedor espacio con mesas y sillas para que los asistentes puedan charlar o jugar a cartas, mientras que la parte de arriba se acondicionará para la realización de «pequeñas actividades». Aluden sentirse «contentos» de poder tener un lugar de reunión accesible –hasta ahora operaban de forma provisional en una pequeña lonja–, en el centro del barrio, pero lamentan al mismo tiempo haber «perdido la capacidad de hacer las iniciativas que hacíamos antes». «La antigua Nagusien era impresionante. Teníamos jardín, cafetería, restaurante... Ahora colocaremos máquinas para que los vecinos puedan sacarse algo de beber y recuperaremos las acciones que el espacio nos permita, como las charlas o el cine», señalan.
Espacio abierto
Frente a las limitaciones, el objetivo de la entidad «es crear un lugar donde poder estar juntos». «Cuando se produjo el derribo –los jubilados protestaron durante años e incluso acudieron a la Justicia para evitar que se tirasen los edificios de la calle Lope de Vega, donde también se situaba el antiguo euskaltegi– muchos residentes se deprimieron por no saber a dónde ir. Para ellos era su vida y se la quitaron. Ahora queremos combatir de nuevo esa soledad no deseada», concluye Erroteta.
La actual presidenta de la Ibar Nagusien Etxea, Manuela Martín, reconoció que la organización ha «vivido años duros, pero aunque es difícil recuperarse, hay que mirar al futuro». «Al igual que ocurría antes, nuestras puertas estarán abiertas a todas las personas. No queremos ser un gueto. Nuestro deseo es que sea un espacio intergeneracional que nos enriquezca mutuamente y genere cohesión social», puntualizó.
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