El Gobierno central da luz verde al soterramiento del tren a su paso por Zorroza tras dos décadas de espera

El cómo reducir el riesgo que supone el cruce del paso de los trenes con el recorrido de los peatones es una cuestión a la que las administraciones públicas llevan dándole vueltas desde 2006. Ya entonces, el ministerio de Fomento planteó la posibilidad de levantar un puente para que los viandantes sortearan la vía. Cuatro años más tarde, en 2010, Feve encargó un estudio para explorar la posibilidad de suprimir este paso a nivel. El entonces director de la compañía pública de ferrocarriles, Ángel Villalba, llegó a definir esta intersección como «la más complicada de España».

Sin embargo, no fue hasta 2019 cuando se dio el primer paso tangible para que este acontecimiento largamente esperado por los vecinos pueda ser algún día una realidad. El alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, suscribió con el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos, un protocolo que comprometía a ambas administraciones a ejecutar de una vez por todas el proyecto. Es la firma de este convenio de colaboración lo que permitió que, con la licitación de la redacción del proyecto informativo, se comenzaran a quemar etapas para que el soterrar el tren a su paso por Zorroza.

Sin embargo, mientras entonces se hablaba de que el proyecto tendría un coste de 70 millones de euros, el Consejo de Ministros elevó ayer la cifra hasta los 116 millones, que deberían ser asumidos a partes iguales por el Ayuntamiento de Bilbao y el Gobierno central. Este sobrecoste, derivado de una inflación desbocada como consecuencia a de la guerra de Ucrania, ya lo han sufrido otras infraestructuras como la Variante Sur Ferroviaria o el túnel bajo la ría en Lamiako.

La cuestión es que el soterramiento de las vías del tren –para el que todavía faltan años, pues hay que licitar el proyecto constructivo y las obras– traerá una modernización importante de la infraestructura ferroviaria y un cambio absoluto de paradigma en el barrio de Zorroza. De entrada, sacará de la superficie a los 67 ferrocarriles que a diario pasan por esta trinchera que divide en dos el barrio. Un tránsito que obliga a cerca de 2.000 vehículos a esperar su turno detrás de las barreras cada jornada.

La integración del ferrocarril en el ámbito urbano del barrio la permitirá, por lo tanto, la construcción de un túnel de 1.300 metros. Esta nueva vía reducirá en 400 metros la distancia que cubre el recorrido actual, pues tendrá un arco mucho menos pronunciado que el que hasta ahora parte Zorroza. El proyecto informativo también ha diseñado un 'by pass' que evitará que los convoyes de mercancías atraviesen la futura estación.

La nueva parada –ubicada en el entorno de Zazpilanda– tendrá dos accesos principales y una batería de ascensores. El cañón que previsiblemente será el más utilizado asomará a la superficie en la calle Ignacio Miranda, cerca de la carretera que conduce a Alonsotegi, junto a las antiguas instalaciones de Flex. El otro cañón estará en Alazne Etxebarria. Para dar forma a la terminal será necesario excavar 310.000 metros cúbicos de tierra y roca. Un excedente de obra que será llevado en camiones a una mina abandonada en Ortuella.