Multitudinario clamor por la igualdad en Bilbao: «Hombres, dejen de escaquearse»
20.000 personas defienden en la manifestación del 8-M que no haya nunca más mujeres que «inmolen sus vidas por la obligación de cuidar»
En Bilbao, la calle le ha señalado el camino a la política al constatar una evidencia: a la hora de exigir igualdad y justicia es ... mucho más lo que une a la sociedad que lo que la separa. Ahí se ve, en la gran manifestación del 8-M. Un clamor contra la brecha salarial, los techos de cristal, la violencia machista y las desigualdades estructurales entre géneros. Una masa heterogénea de personas sintiéndose iguales. Una multitud feminista unida por la determinación de avanzar hacia un mundo más justo. Hay en todo ello una grandeza desconocida en la política que parasita las buenas causas, debilitándolas.
Publicidad
Este 8-M es tristemente especial por esto último. Por la división en el mundo del feminismo inflamada por el sectarismo del momento, que en el conjunto de España ha llevado a convocar manifestaciones variadas y enfrentadas por la reforma del 'sólo sí es sí', la 'ley trans' o el modo de afrontar diferentes realidades resbaladizas. Frente a ello, el movimiento feminista de Bilbao ha sacado adelante una convocatoria unitaria consciente de que el enfrentamiento sólo resta. Sobre todo, en una fecha tan señalada como esta, el Día Internacional de la Mujer. Hay otros 364 días al año para profundizar en legítimos debates teóricos.
Noticia Relacionada
«Hay motivos para venir a esta manifestación y a otras mil»
En realidad, el 8-M ha sido mucho más que la gran manifestación de Bilbao, que partió del Sagrado Corazón a las siete y media de la tarde. Durante toda la jornada, en los diferentes municipios vizcaínos, se sucedieron actividades en las que las reivindicaciones se mezclaron con el ambiente festivo y la creatividad en los mensajes. Mención especial merece la protesta convocada por el Sindicato de Estudiantes, que congregó a verios miles de personas en el centro de la capital.
Pero la gran cita, ya se ha avanzado, fue a las siete y media. La convocatoria coordinada por Bilbo Feminista Saretzen se centró en la «mercantilización de los cuidados». Desde el colectivo se incidió en que el avance hacia la igualdad entre hombres y mujeres pincha en este ámbito ya que son ellas las que fundamentalmente cargan con estas responsabilidades. «Defendemos que no haya nunca más mujeres que inmolen sus vidas por la obligación de cuidar», para lo que abogan por «un sistema público comunitario de cuidados». Semejante transformación es a su juicio necesaria para corregir «esta organización social heteropatriarcal, capitalista, colonialista, antigitana y capacitista en la que vivimos».
Publicidad
Por detrás de las proclamas oficiales había una multitud de más de 20.000 personas mayoritariamente ajena a la exhaustividad de esas reivindicaciones pero unida en la esencia misma de la convocatoria: en la defensa de los valores de la igualdad y la libertad. Algo más inconcreto, pero un entorno donde se engloba casi todo lo demás y donde toda esa gente se sentía cómoda.
La marcha avanzó por la Gran Vía en un ambiente festivo que recordaba a aquella protesta de 2018, cuando todo cambió, cuando la cita del 8-M adquirió el impulso imparable que llega hasta ahora. La obligada tregua de la pandemia obligó a levantar el pie del acelerador en términos de multitudes, pero ahora los bríos han regresado. ¿Con el mismo ímpetu? Nadie quería entrar a especular con el daño que la política puede haber hecho a la causa, cuántas mujeres se habrán desmovilizado entristecidas por el espectáculo, por ejemplo, ofrecido el martes en el Congreso de los Diputados.
Publicidad
Porque era el momento de gritar «¡Gora borroka feminista!». A medida que la marcha iba avanzando por la Gran Vía grupos de mujeres se unían a ella en cada intersección. Jóvenes, mayores, locales, foráneas, alegres, enfadadas. Las pancartas refrendaban esa diversidad con mensajes que iban desde lo poético («nos han crecido alas en todas las cicatrices») hasta lo dramático («aquí faltan las muertas y atrapadas en la frontera»), pasando por todas las gamas de reivindicación («si quiero tener hijo o no lo decido yo», «tranquila, hermana, esta es tu manada» y el clásico «la talla 38 me aprieta el chocho»). También había mensajes que incidían en la complejidad del mundo («tú rompes el techo de cristal y lo limpiamos las 'migras' en situación irregular»).
La multitud morada llegó al Ayuntamiento iluminado de lila para la ocasión poco antes de las nueve de la noche. Se anunció una huelga general feminista, se condenó un sistema que fomenta el trabajo irregular en el cada vez más necesario sector de los cuidados y se exigió: «¡Hombres, dejen de escaquearse!». También se entonó un canto para pedir que ese entusiasmo feminista no fuese flor de un día. «¿Y mañana qué?».
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión