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Niños que práctican yoga en Bilbao.

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Niños que práctican yoga en Bilbao. Pankra Nieto

El boxeo sin golpes atrapa a los niños bilbaínos

Numerosos pequeños se ponen los guantes para soltar adrenalina, mientras otros se liberan del estrés y se calman con sesiones de yoga. Los chavales emulan a los mayores

Viernes, 29 de noviembre 2019, 01:30

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No intentan , ni mucho menos, emular a Kerman Lejarraga, el 'revólver' de Morga, ganador de muchos combates por KO. Ni siquiera piensan en victorias. Tampoco en seguir los pasos de Violeta González, la ovetense afincada en Bizkaia desde 2010 que se proclamó campeona de España del peso gallo. Aquí, faltaría más, nadie acaba sonado. Más cuando hay tantos niños de por medio. Por no haber, ni hay combates. Y mucho menos golpes, como los que reparte Andoni Gago, el púgil de Otxarkoaga. Pero la fiebre por el boxeo (sin contacto, eso sí) ha atrapado a la chavalería de Bilbao.

«Al no buscar los golpes, si no enseñar a anticiparse y esquivarlos, el boxeo potencia la concentración y enseña valores como la confianza y el compañerismo, sin olvidar la diversión». Quien así habla es Santi Ostolaza, impulsor de Morales Box, un centro de 'boxeo boutique' para... ¡toda la familia! Menores como Aitana, Isabel o Iker se suben al carro, al estilo de 'celebrities' como Chris Hemsworth, Gigi Hadid, Cristina Pedroche y Pilar Rubio. Se enfundan los guantes para descargar «las tensiones del día a día» y combatir de «manera poderosa el estrés». Otras, más pequeñas aún, como Cristina, Carlota y Cayetana, de 7 años, sueltan adrenalina en sesiones de yoga. Unas veces solas y otras con sus madres. Los menores crean escuela en Bilbao.

«Me relajo cuando golpeo»

Pasamos una tarde con ellos. Los seis se encuentran la mar de a gusto. Aitana tiene 13 años y estudia en el Liceo Francés. Es pelirroja. Dice que es «mitad española, mitad mexicana». ¿Qué hace practicando boxeo? «Pues dar golpes», responde de forma espontánea para matizar de inmediato: «Es que no lo sé», se carcajea. «Me lo paso bien, sin más», vuelve a sonreír. Igual que su amiga Isabel. También tiene 13 años y comparten pupitres. «Hacemos deporte y de paso nos lo pasamos bien. Me gusta porque me libera y me relajo cuando golpeo», afirma. Nunca se imaginó divirtiéndose en torno a un ring. Lo único que sabía de este deporte lo vio «en 'Rocky', cuando era muy pequeña. La vi con mi padre, pero no sé qué película sería», duda. «Probablemente, la 2 o la 3», interviene su profesor, Oscar Cascos.

«Y me gustó», continúa Isabel. «El año pasado hice baloncesto, pero este no podía por los horarios y la imposibilidad de compaginarlo con las actividades escolares. Oí que daban clases de boxeo y dije 'por favor, me quiero apuntar'. Y me apunté». Y no, no es como lo esperaba. «Es mejor», confiesa. «Un chico me preguntó en una ocasión '¿haces boxeo?' '¿Por qué no? Si hago baloncesto, '¿por qué no voy a poder hacer boxeo'», le respondió. Isabel y Aitana comparten clases con Iker, de 12 años. Estudia en el Jesús María y está como loco. «Nos divertimos todos juntos y aprendes a defenderte. Unas veces golpeamos con guantes y otras sin ellos. Golpeamos al saco y, en ocasiones, entre nosotros, pero sin pegarnos. Nunca llegamos a tocarnos. Lo hacemos suave», explica.

«'Jo, a cualquiera le puedes pegar'»

Iker se dejó llevar por los consejos de su padre. «Me dijo que sería muy bueno hacer ejercicio y que nos íbamos a divertir, pero él no lo hace porque no tiene tiempo», aclara. Iker se ve obligado a dar muchas explicaciones por su nueva afición, pero en absoluto se siente incómodo: «Cuando comenté en el 'cole' que hacía boxeo todo el mundo me empezó a comentar: 'Jo, pues entonces, a cualquiera que te venga le puedes pegar', pero les dije que no, que no lo hacía para pegar. Esto es para divertirse», puntualiza.

«Esto no es de gente macarra»

Oscar Cascos, el profesor de boxeo, escucha con atención a sus alumnos. «¿Qué les enseño? El respeto y a que sepan que todos somos iguales. Tienen que entrar y salir con una sonrisa. Liberan mucho estrés y se lo pasan bien, porque no hay ningún tipo de contacto. Hay que acabar con los prejuicios que rodean a este deporte tan completo. Transmite muchos valores. Representa la tolerancia. Es muy importante, para ellos, que sepan que van a coger mucha confianza. Hay que erradicar la imagen de que el boxeo es de gente macarra, porque no es verdad. Las personas que hacen boxeo son muy respetuosas. Somos muy educados», argumenta.

Aitana e Isabel van dos días por semana. Iker, solo uno. A los tres se les ve en muy buena forma. Aseguran que esta práctica no requiere «mucha exigencia física», pero reconocen acabar «bastante cansadas. Realizamos al principio una especie de calentamiento en el suelo y al final lo rematamos con flexiones y abdominales».

P. Nieto
Imagen principal - El boxeo sin golpes atrapa a los niños bilbaínos
Imagen secundaria 1 - El boxeo sin golpes atrapa a los niños bilbaínos
Imagen secundaria 2 - El boxeo sin golpes atrapa a los niños bilbaínos

«Prefieren pegar a mis manoplas»

Los alumnos siguen atentamente las instrucciones de Cascos. Antes de acceder a la escuela, efectúan, por espacio de 5 minutos, sesiones de comba. Luego, llegan otros 5 de calentamiento global «y grupal. Les enseñamos a boxear y a golpear en el saco y contra los guantes del compañero, pero ni en la cara ni en el resto del cuerpo. Solo a los guantes y al saco», insiste. «Ellos prefieren pegar a mis manoplas», bromea. Cuando eso sucede todos ríen.

Esta es la batalla a ganar. «Lo importante es que los niños se lo pasan genial y vuelven más felices a entrenar». Solo hace falta verles las caras. Con los guantes puestos, Isabel se siente fuerte y convencida de que puede «luchar. Pero no contra nadie en especial. Me siento fuerte porque simplemente me noto mejor», aclara. Iker luce guantes blancos, Aitana los prefiere en tonos rojos y negros y a Isabel le molan más los rosas. «Me los probé el primer día y me he acostumbrado a ellos». confiesa mientras en Ágora, una sala contigua del Morales Box, niñas de 7 años participan en clases de yoga.

«Se estira mucho todo»

Cristina, de 10 años y alumna del Colegio Alemán, da clases de flexibilidad: «Se estira mucho todo y luego me quedo muy a gusto», expresa. ¿Si es cansado? «Depende de lo que hagas. Cuando haces más estiramientos, sí. Pero si realizas posturas más tranquilas, no. Me parece muy curiosa esta práctica. Empiezas como nerviosa y acabas relajada, como si estuvieras dormida», describe.

Cristina dice que es muy «guay» que los profesores les recuerden lo que tienen que hacer en cada momento. «Nos corrigen las posturas y, cuando no podemos con algo, nos dicen que lo dejemos». Carlota, de 7 años y alumna del Liceo Francés, es una enamorada del ballet, pero le encanta el «movimiento» del yoga. «Ayuda a relajarnos. Hacemos como un equilibrio. Lo más cansino es cuando tenemos que hacer el ejercicio de la bola. Cansa porque te balanceas y te puedes llegar a caer», reconoce.

A su lado, Cayetana, de 7 años y alumna del Colegio Americano de Bilbao, parece una acróbata mientras practica el 'árbol' y el 'puente'. «Con esta última postura te tienes que poner en espalda como si fueses un puente medio redondo», detalla. «Con la otra es como si fueses un árbol pero sostenida sobre una sola pierna». Viéndola hay que decirlo bien alto: Cayetana es una artista del yoga. «Consigo calmarme. porque siempre estoy muy acelerada», revela al final de una sesión en la que los niños emulan a sus mayores para mantenerse en forma.

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