Bilbao, la capital de los 'vergofres' y 'coñofres'

Al local de Egaña ha seguido la apertura de The Good Waffles, en Alameda San Mamés, y La Verguería, en el Casco Viejo. Y no acaba aquí la cosa. La Pitxeria Gofres con Amor abrirá a principios de enero un segundo establecimiento en la Plaza Unamuno.

El The Good Waffles lo atiende la venezolana Ana Karina. «Somos un emprendimiento que busca satisfacer a todos nuestros clientes con la mejor energía», reza la publicidad del comercio. Las frases picantonas y de doble sentido, como en el resto de establecimientos, están a la orden del día. «Cuando preguntas a los clientes '¿cómo te gustan las pollas y de qué color las quieres?' es cuando comienza la risa», explica la dependienta, que atiende a todo tipo de público. Adolescentes, personas mayores, hombres, mujeres...

La reacción de la clientela suele ser idéntica. «Hay personas que entran con un poco de vergüenza y pudor, pero enseguida se sueltan y quitan las penas. Algunas chicas se acercan susurrando y pidiendo, en voz baja, 'quiero una polla' para que no las oiga nadie y cuando yo les respondo en voz alta '¿que quiere una polla?' ya se monta el espectáculo. Y no te cuento ya cuando les pregunto si las desean blancas, negras o rosas, aunque las que más vendemos son negras», aclara.

¿Por qué este éxito tan arrollador? Los empresarios del sector lo tienen claro. La gente quiere pasar un buen rato y echar unas risas con una fórmula nueva que ha caído de pie en Bilbao, superando incluso la respuesta cosechada en otras ciudades españolas. «Los fines de semana, sobre todo, estamos 'full time'. Aquí vienen hasta abuelitas. Les ponemos los gofres en cajitas cuando se las llevan para regalar», explica Ana Karina, que detalla un secreto: «Estas 'pollas' hay que cocinarlas bien porque si no la masa queda cruda por dentro. Y el gofre tiene que estar bien cocido porque lleva bastante harina».

La Verguería ha sido el último en echar a andar, pero en su escaparate de la calle Correo se detienen numerosos turistas y vecinos desde su apertura, el pasado 29 de octubre. Atruena la música reguetón –todo muy caliente– y el encargado, el joven Josu Pajuelo (el apellido es auténtico), no para de vender piruletas, gominolas, pastas, peluches... «La cosa funciona muy bien. ¿Por qué? Porque a la gente le encanta la gracieta de comerse una 'vergoleta', una 'chocholeta' dulce o una 'tetoleta'; y, además, disfruta con la coña de hacerse un selfie con sus amigas».

A Pajuelo le gusta bromear con su clientela. Conversaciones del estilo '¿La quieres mojadita, enterita o solo la puntita?' 'Y hoy, ¿qué te vas a comer?' o '¿Qué te apetece lamer?' están a la orden del día. «Yo también me pongo como un Quico comiendo 'vergolitos'», confiesa este chaval experto en el arte de la seducción. «A las chicas les cuesta muchísimo entrar. Se quedan muy cortadas en el escaparate y hay que incitarles a dar el paso, aunque luego se animan», reconoce.

El martes, hacia las 19.30 horas, el 'Venga chicas, pasad, que no pasa nada' funcionó a las primeras de cambio. A Pajuelo les costó poco convencerlas. «Entran muchos hombres, pero las clientas más cachondas son, con mucha diferencia, las mujeres de 50 años», presumen en La Verguería, un negocio cuyo lema lo dice todo: ¡Estamos muy abiertos! Este fin de semana preparará una fiesta de animación callejera con 'drag queens'.«Queremos que la gente se lo pase bien y se sienta a gusto», resume.

Algo de lo que saben mucho en el pionero La Pitxeria. Iñigo Llarena, el encargado, no se anda por las ramas. Cuando pregunta '¿Dónde quieres que te la meta'?», se refiere al chocolate blanco que introduce en los gofres, siempre del mismo tamaño. «Hice lo que pude con el molde», se sincera. Además de divertir, dice que estos gofres tan eróticos alimentan que da gusto. «El otro día me vino una cuadrilla y se comieron tan buenos 'pollofres' que ya no se fueron a cenar. Decían que no podían más de lo potentes que eran. Te lo pasas bien, echas risas, y encima están buenos», asegura.

Jóvenes, muchas madres, boxeadores que «vienen aquí a recuperar» y «hasta jugadores del Bilbao Basket» se pasan por Egaña con ganas de hincar el diente y también divertirse. «Te llevas una polla en cada mano, eso sí que no te lo esperabas, ¿eh?», le recordó Iñigo al cliente.

«No hay problema», zanjó la pareja de Victoria, una joven de Gran Canaria con dulces rebosantes de oreo, leche condensada, vainilla, almendra.

Es lo que se lleva estos días en Bilbao, donde locales como The Good Waffles, La Verguería y La Pitxeria arrasan entre una clientela ávida de nuevas emociones.