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En Bilbao no nos callamos nada

El Bilbao de Luis Gómez ·

La ciudad se llena de comercios y edificios cuyos propietarios exponen sin pudor toda clase de quejas con llamativos carteles y mensajes tenebrosos

Viernes, 14 de junio 2019, 01:45

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'El Bilbao de Luis Gómez' ha sacado hasta la fecha cosas curiosas, divertidas, desenfadadas... Todos los adjetivos que quieran añadirle. Se ha escrito en esta sección de lo feliz que es la gente en Bilbao, de que después de muchísimos años han vuelto a ponerse de moda los medios 'gin tónics', que decorar las tiendas con motos mola un montón y que en muchos comercios huele de cine. Por no hablar de que esta ciudad tiene algunas de las barberías más 'cool' del país o que se ilumina como Times Square de la cantidad de dispositivos luminosos, algunos de ellos realmente espectaculares, diseminados por todos los rincones. Todo como muy positivo.

Pero, ¡ay!, cuando nos enfadamos y sacamos las uñas. Mostramos nuestro lado más contundente y arrasamos con todo. Un paseo por nuestras calles nos advierte estos días, a poco que uno vaya con los ojos relativamente abiertos, de que no aceptamos lo primero que nos echan encima. Vamos, que no nos conformamos con aquello que consideramos injusto y que si hay que decir las cosas en público, se dicen, y punto.

Si hace falta en el mismo negocio de uno. Nada como empapelar tu escaparate y colocar un señal de queja para que se entere todo el mundo. Es lo que se palpa en el cartel que el restaurante Monteverdi, en la calle Ercilla, ha plantado desde hace unos días en la puerta del establecimiento. 'El baño es solo para clientes', reza la nota. En letras bien grandes. Para que se entere todo la gente. En un tamaño más pequeño se subraya que el escrito viene de 'La dirección'. Huelga decir que en el Monteverdi se come estupendamente, tanto el menú del día como a la carta. Y que el rabo de toro estofado, al menos para este periodista, está de muerte.

Pero el propietario ya no aguanta más. «Este asunto viene de mucho tiempo atrás. Venimos soportando una situación que es abusiva, muy abusiva», protesta. «No pongo el cartel así como así. Aguantamos una situación muy compleja y estamos teniendo que soportar un gasto importantísimo. Que no me corresponde y que no tengo por qué asumir. Así de claro», argumenta.

Ya no es lo que pierde, que matiza que es mucho. «¿Cuántos litros de agua se van cada vez que tiran de la cadena. ¿Sabe los litros de agua que son? ¿Y el jabón? ¿Y el papel? ¿Y la luz? Lo multiplicas por 20 o 30 personas todos los días por 303 días al año que estamos abiertos ¡y tiras de la palanca !», apostilla.

Sin embargo, al dueño del Monteverdi le duelen más otras cosas. «Si a eso le sumas luego el factor emocional...» ¿Emocional? «Sí. Gente que ni te mira a la cara cuando entra, ni saluda, ni te pregunta y que se marcha sin decir nada. Ni los buenos días te dan muchos. Llega un momento en que se te hinchan bien hinchados y dices 'hasta aquí'», se queja enfurecido.

«¡Y pones el stop en la puerta!», remata. Es lo que ha hecho.

Sin publicidad en Jado

No muy lejos, apenas dando la vuelta a la manzana, vecinos de la Plaza Jado llevan tiempo ya con la misma protesta protagonizada por numerosas comunidades de propietarios bilbaínos. Hartos de que inunden los buzones de su portal con folletos de toda clase, han colocado una elegante placa, en tonos blancos y plateados, con la que lanzan un AVISO PARA REPARTIDORES PUBLICIDAD (sic). Más abajo de la advertencia, justifican su petición en el Real Decreto de 14 de mayo de 1994 sobre el reglamento de Correos, artículos 261 y 263. «ESTA PROHIBIDO DEPOSITAR PUBLICIDAD EN LOS BUZONES PARTICULARES, SIENDO RESPONSABLE LA EMPRESA ANUNCIADORA». Firma 'La comunidad de vecinos'.

Hay que estar muy hasta la narices y perder todas las vergüenzas para que los dueños de La Remolona, un coqueto bar, a la altura del número 55 de Rodríguez Arias, se atrevieran a informar a toda la ciudad sobre el cierre de su establecimiento. No explican las razones pero quedaron bien a gusto: «Queridísimos clientes, lamentamos mucho comunicaros que el Excelentísimo Ayuntamiento de Bilbao, el departamento de Medio Ambiente Y ALGUN VECINO DE LA COMUNIDAD DE RODRÍGUEZ ARIAS nº 55 TRISTEMENTE HAN CERRADO TEMPORALMENTE LA REMOLONA HASTA QUE SE SOLUCIONE POR RESOLUCIÓN ADMINISTRATIVA».

La nota concluye con un clásico de estos comunicados: 'Sentimos mucho las molestias'.

Otra veces los mensajes van cargados de apocalípticos y desafiantes mensajes. A medio camino entre lo tenebroso y amenazador. El escaparate de la tienda de lámparas Bilbolamp, en Colón de Larreátegui, un clásico que se ha reinventado de la manera más vanguardista, subraya en letras rojo sangre 'Enfurécete. Enfurécete ante la muerte de la luz'. Hay que estar muy iluminado para saber de qué va el anuncio.

Y un iluminado es también el extraño dejador de notas que periódicamente inunda los baños de hombre del vestuario del gimnasio de Azkuna Zentroa. «Desde el deseo de ser o de adquirir más, brota la enfermedad universal de los celos, de la envidia». La cita es de un tal Jiddu Krishnamurti, un escritor y orador en materia filosófica y espiritual de India.

Por las razones que sea, hay algo que resulta indiscutible en Bilbao: no nos callamos nada, aunque sea para contar lo que otros no quieren escuchar.

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